✾ Capítulo III » Flor Inestable ✾ [❤]

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  Había muchas cosas que no conocía de Berenice, entre ellas su pasado

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  Había muchas cosas que no conocía de Berenice, entre ellas su pasado. Apenas sabía lo básico de su familia. Recuerdo en una oportunidad, de esas tantas en las que solía acompañar a mi madre al pueblo para comprar alimentos, en la que nos encontramos con una Berenice molesta junto a sus padres.

Su papá se veía más amable de lo que aparentaba el mío, ya que él estaba muy cariñoso con su esposa, le tenía tomada de la mano y no dejó de sonreírle en ningún momento.

Por un momento pensé que nos acercaríamos a saludar, pero mi madre cambió de opinión y luego de pagar las cosas habíamos comprado, me tomó de la mano y salimos de la tienda. Antes de salir logré ver cómo Berenice miraba con recelo a la hermosa mujer rubia que estaba junto a su papá. Una mirada bastante fría, muy diferente a la que se le da a una madre.

Poco tiempo después, me enteré que esa mujer no era su madre biológica, sino su madrastra.

Por alguna razón, su padre no duraba mucho con las mujeres con las que salía, por lo que siempre estaba cambiando de pareja y eso a Berenice no le gustaba, le molestaba, podía verlo en sus ojos.

De un segundo a otro la atmósfera se cargó de incomodidad entre nosotros, cuando una mujer de cabellos oscuros, con elegante atuendo y lentes de sol apareció en la entrada del liceo, ella saludó con a Berenice a mi lado.

Por instinto desvié mi atención a la chica junto a mí y percibí la frialdad en sus ojos, mezclado con algo que no supe detallar.

Por otro lado, Ricardo estaba embelesado reparando en la mujer. Noté su leve confusión cuando rotó su atención entre la mujer y Berenice y percibía lo mismo que yo; no se parecían mucho, aunque si había cierto aura de familiaridad. Quizás por el tono de cabello.

Le di un codazo a mi amigo para que volviera en sí.

—Ya regreso, chicos —habló por fin Berenice, a regañadientes.

Caminó hacia la mujer y ésta le dedicó una sonrisa afectiva.

Para nuestra suerte no había muchas personas en la entrada, ya que la mayoría estaban en el patio o en la cantina. Le hice una seña a Ricardo y nos alejamos de ahí.

Al llegar a la cantina mi amigo suspiró y soltó la interrogante que seguro había estado invadiendo su mente desde el primer momento.

—¿Quién era la mujer? ¿Su madre? —preguntó con curiosidad.

—Se ve demasiado joven para serlo.

—¿Berenice tiene hermanas?

—No que yo sepa.

Él se desplomó sobre la mesa, y se terminó de tomar de su refresco, en silencio.

Luego de algunos momentos, decidí en sacar la pequeña libreta de jardinería que llevaba a todos lados conmigo. Empecé a hojear y detallar las flores que estaban en cada página. Llevaba varios días regalándole flores a Berenice. Sin acertar.

A Santiago le gustan las flores | EIDA 1 [Editando]Where stories live. Discover now