006

119 19 7
                                    


Un mes antes. Lion y Tate...

LION.


¿Han oído decir que cuando estás apunto de morir pasa toda tu vida en unos segundos?
En este punto, no sé si es falso o cierto.

El auto sale de la carretera, da vueltas varias veces cayendo al vacío y en lo único que soy capaz de pensar es en Tate y mi hijo. Siento el impacto de los vidrios contra mi rostro, aprieto la mano de Tate transmitiéndole mi fuerza, la poca fuerza que me quedaba; giro buscando su mirada y solo veo el terror en sus ojos que se van cerrando poco a poco, su rostro manchado de  sangre y como su mano va hasta su vientre y da un último grito de dolor. El último antes de que todo se vuelva negro...














TATE.




El dolor es cada vez mayor, trato de abrir los ojos pero sólo soy capaz de oír el silencio a nuestro alrededor. Tengo miedo, siento que algo va mal. Recuerdo como íbamos camino a la casa de su madre, el dolor en mi vientre y luego cómo Lion me observaba, sin percatarse de que el auto comenzaba a irse del lado opuesto, acercándose cada vez más a un gran muro que separaba las autopistas. Al percatarse de aquello giró violentamente el volante al lado opuesto, provocando que el auto de un giro de 180°, pisó el freno... Pero no a tiempo suficiente. El auto choca contra la muralla de un puente, de frente. Provocando que mi cuerpo vaya hacia adelante y luego hacia atrás. El parabrisas quedo totalmente destruido, haciendo que vidrios terminen incrustados en parte de mi rostro y cuerpo. Su cabeza reposaba sobre la bolsa de emergencia, y yo... aún conservaba un poco de conciencia... Hasta que otro impacto, por mi lado lado izquierdo se hizo presente. Aquello hizo que el auto se moviera y diera una vuelta, haciendo que quede dado vuelta. Dado al impacto,  a duras penas podía mantener mi ojos abiertos, sangre salia de mi boca y respirar comenzaba a ser una dificultad demasiado grande. Llevo una de mis manos como puedo al costado de mi cuerpo afectado. En este encuentro un fierro, incrustado al lado de las cotillas y un poco atrás de ellas, bajo un poco la mirada viendo como en realidad, este salia por el frente de mi cuerpo, atravesando todo por dentro. Cada vez se me complicaba más respirar hasta que termino sin saber nada más, sin dolor. Solo paz y tranquilidad.







(...)






Abro los ojos apenas, parpadeando varias veces y tratando de acoplarme a la luz. Respirar me cuesta demasiado, pero hay algo mucho peor... Algo que me atormenta y me hace gritar de dolor al notarlo.

—¡No! ¿Dónde está mi bebé? ¡Él no!— una enfermera se acerca a mi, tratando de tranquilizarme, susurra varias cosas inaudibles hasta que mis párpados empiezan a pesar, otra enfermera entra a la habitación y sus voces pasan a ser pequeños susurros.

—¿Cómo le diremos que fue la única sobreviviente?— escucho apenas, lucho por mantenerme despierta pero es imposible— ¿Cómo le diremos, qué su familia murió?— y después de eso, caigo en la inconsciencia.

Llévame contigo Where stories live. Discover now