Capítulo 1.

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Lauren se frotó con los nudillos de su mano izquierda su rostro para seguir centrándose en el monitor de signos vitales del paciente que los cirujanos de trauma intentaban salvar luego de que ingresara con una laceración hepática grave debido a la explosión de un coche bomba.

- Necesitaremos otra unidad de glóbulos rojos. – La ojiverde le dijo a la joven técnico de anestesia quien afirmó saliendo rápidamente del quirófano.

Aun observando cómo el paciente entraba en una hipotensión marcada Lauren se levantó desde la pequeña silla en estado deplorable que estaba a un lado del ventilador mecánico para apretar con ambas manos la bolsa de solución salina que iba por la bajada del suero.

- Dr. Kirgyakos si no cierra esa laceración ahora mismo el paciente entrará en paro cardiorrespiratorio dentro de los próximos 10 minutos. – Dijo Lauren en voz alta.

- Dra. Jauregui no le he pedido su opinión. – Espetó el musculoso cirujano.

Apretando firmemente la mandíbula la ojiverde volvió sus atenciones al monitor que había comenzado a sonar en alerta de la mantenida baja de presión arterial.

- Mierda... - Masculló entre dientes.

Inyectó una dosis de dopamina intentando hacer un poco de tiempo mientras Megan, la técnico de anestesia, volvía a quirófano con la unidad de glóbulos rojo.

- Ha comenzado a tener extrasístoles. – Comentó en voz alta.

- ¡Mierda! – Gritó Evan Kirgyakos.

Desde su lugar pudo detallar cómo el cirujano de trauma desesperadamente intentaba ligar los vasos sanguíneos cercanos al hígado el cual no dejaba de sangrar, el campo quirúrgico era un desastre y Lauren detalló la cantidad de sangre que había en el piso del lugar. Si la hemorragia seguía por unos minutos más ella misma comenzaría con la reanimación aunque Kirgyakos le volviera a gritar, como lo había estado haciendo el alto cirujano desde que ella había llegado al hospital.

No entendía la actitud del hombre de origen griego, aunque se imaginaba que sólo se estaba comportando así ya que, como cualquier cirujano, explotaba cuando alguien se interponía entre ellos y su trabajo. Que ella además sólo llevara algunos días en el lugar sólo acentuaba aquel recelo que tenían los cirujanos con los anestesistas.

- ¡Aquí está la unidad de glóbulos rojos! – Dijo agitada Megan quien había entrado corriendo al lugar.

Colgando rápidamente las bolsas en la bajada de suero, y aumentando la velocidad en la solución salina que entraba por una de las vías venosas, Lauren se mantuvo concentrada mirando cómo la presión arterial se mantenía baja. Kirgyakos no estaba controlando la hemorragia y no sacarían nada con darle más volumen al paciente si la herida se mantenía abierta. Sin embargo, en silencio comenzó a buscar los medicamentos para una posible reanimación.

- De aquí mínimo saldrá con una insuficiencia renal o hepática, por favor avisa a la Unidad de Cuidados Intensivos... - Le susurró a Megan.

Luego de que la chica abandonara el quirófano sólo los sonidos del monitor y el ruido que hacía el ajetreo de los cirujanos resonaron por el lugar.

Lauren ya había estado en cirugías de aquel grado de complejidad. Incluso ella en el hospital donde trabajaba en Nueva York era la residente de anestesia a cual se le llamaba cada vez que ingresaba un paciente de tal gravedad, muchas veces había tenido que dejar de lado su vida personal por el trabajo, y aunque durante los meses anteriores se hubiera lamento por aquello ahora sólo lo agradecía como una fuente de gran experiencia que había formado su templanza y sus habilidades médicas.

Strangers in the night. (CAMREN)Where stories live. Discover now