XI.

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Capítulo 31

Sebastien llegó cansado hasta la mansión que ahora compartía con Doménica. Hizo lo de costumbre, se encerró en su dormitorio y se puso a repasar papeles de la transnacional y sus otros negocios.

Suspiró cansado. Esos dos meses desde la boda habían sido un verdadero tormento. Estar tan cerca de Doménica y alejarla. A veces dudaba a quien estaba torturando, de quien en verdad se estaba vengando.


Doménica oyó llegar a Sebastien. Igual que todas las noches, él saludó a Alex y se encerró en su habitación. Parecía no recordar que ahora tenía también una esposa a quien debía, por lo menos, saludar.

Pero no, él la ignoraba deliberadamente. Varias veces durante esos dos meses, Dome había intentado entablar una conversación. Sin embargo, él adoptaba dos actitudes: respondía con monosílabos o simplemente no respondía. Su indiferencia la hería. No obstante, no podía demostrarlo. Debía mantenerse firme para lograr resistir.

–¿Mami, ya está la cena? –preguntó Alex acercándose a abrazar a Dome.

– Aún no, cariño. Espera un segundo, ¿vale?

–Vale, mami... ¿quieres saber lo que hice hoy?

Antes de que Dome contestara, una masculina voz se dejó escuchar.

–Claro, hijo. Nos encantaría saber lo que hiciste hoy.

–Mira, papi... hoy aprendí tantas cosas –Alex relató sonriente acercándose hasta su padre. Se dejó elevar hasta las piernas de Sebastien, quien se había sentado en un taburete próximo.


Sebastien escuchaba atentamente a su pequeño y miraba furtivamente a Dome. Su esposa. Era increíble que la idea le hiciera tanta ilusión.

Cielos, como deseaba acabar con esa agonía. Aquellos meses habían sido los más amargos de su vida. Desde el instante en que se habían dicho adiós... hasta la boda. Y, estos dos meses...

Una vez terminaron la cena, Sebastien se ofreció a ayudar a recoger los platos. El ama de llaves de la mansión se había reportado enferma, así que Dome accedió sin apenas decir palabra. Cuando acabaron, Sebastien tomó en brazos a Alex que se había dormido en el sillón y lo llevó a acostar. Lo colocó con cuidado y Dome lo arropó.

Era el único momento que habían compartido juntos durante esos dos meses.

–Voy a mi habitación. Buenas noches –se despidió Dome y cerró su puerta. Se sentía tan cansada de la situación.

Como cada noche, un intenso sentimiento de frustración por su vida se apoderaba de ella, por amar a alguien que la odiaba.

Lágrimas bañaban su rostro y Doménica sentía que Sebastien, a pesar de estar a su lado, se encontraba muy lejos. Podía sentir como poco a poco su espíritu moría. No podía vivir sin el Sebastien que había conocido aquí, en Italia, no tenía fuerza... no sin él.


Sebastien rozó la puerta de Dome. Intentó girar la perilla y sorpresivamente se abrió. Ese día, ella había olvidado cerrar con seguro. Abrió lentamente la puerta y la encontró sentada de espaldas a él... en su cama.


Doménica sentía fluir sus lágrimas y cerró los ojos. Tenía la sensación de que se derrumbaba, aunque ahora era una emoción más fuerte. Y, de pronto, unos fuertes brazos la rodearon mientras unas manos conocidas secaron delicadamente su rostro bañado por el llanto.

Quiero olvidarme de ti (Italia #3)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin