Cap 8: Canción Triste

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No comprendo aún porque me aferraba a los recuerdos tristes. Tampoco entendía porque repetía esa melancólica canción una y otra vez en el iPod de Rocky. Aún lo llevaba conmigo y el simple hecho de usarlo me hizo sentir un idiota por mi reacción a lo que Rocky había hecho, después de todo este tiempo que ha estado al pendiente de mí. Tal vez era esa furia que llevaba año acumulando hacia Jenny. Como fui incapaz de lanzarla sobre ella acabé desfogándome con la única persona que se ha mantenido todo este tiempo a mi lado.

Mi celular no paraba de sonar entre las llamadas de Rocky y de Daniel, mi jefe. Si bien había trabajado todo este tiempo desde casa había fechas límites que cumplir, pero simplemente mi depresión pudo más y por eso llevaba buen tiempo recostado, autodestruyéndome con la canción.

No estaba seguro de la hora pero hace un rato que el pequeño Joaquín se había ido vencido por el sueño. "And I pray, wherever you are, that this is the night, and this is the girl, that I'll love all my life."

En un momento de crisis existencial no estaba seguro de que era lo que quería. No podía vivir toda mi vida revolcándome en mi tristeza y sabía que tenía que dejarla ir. Quería que mi alma estuviese tranquila y que nunca hubiese conocido a Jenny. Pero a la vez era capaz de entregar cualquiera de mis extremidades funcionales restantes por tan solo un día junto a ella.

Mi cuerpo iba cediendo al cansancio mientras la canción se se repetía una y otra vez. Mis ojos se iban cerrando. Tenía las pupilas muy cansadas y sentía que tal vez ya nunca volvería a abrir los ojos.

—¿Cuánto tiempo? —me pregunta con los ojos entrecerrados.

—No lo sé —le confieso. Porque en realidad no lo sé y no porque quisiera ocultar algo. Porque nunca le he ocultado algo. Quiero moverme y acercarme a ella pero mis piernas no responden. Ella va retrocediendo.

—Piensa...necesito que pienses —me ruega terminando con un ligero gemido de dolor. Ella va desapareciendo al ritmo de una melodía lenta y grave. Un denso humo la está envolviendo. Ha comenzado a gritar.

—Tranquila cariño, estoy aquí, ya voy espera —digo pero es en vano mis piernas no se mueven y por el forcejeo que hago caigo sobre un suelo negro. Caigo y ella desaparece por completo. Cuando empiezo a gritar su nombre con todas mis fuerzas algo comienza a aparecer. Hay una figura borrosa a lo lejos, ha vuelto.

—Jenny, cariño, estoy aquí —grito.

La figura mientras más se alejaba se iba volviendo más nítida. No es Jenny quien aparece sino Joaquín. El pequeño me observa con los ojos blancos por completo. No tenía irises.

—¿Joaquín? El niño se acerca lentamente y va susurrando cosas que no entiendo en un inicio y luego me doy cuenta que son nombres de estrellas.

—Sirio, Antares, Arturo, Beta, Orionis, Alpha Virgini, Alpha Tauris... —va murmurando. —Joaquín, ¿Has visto a Jenny? —el pequeño baja la cabeza para poder observarme, no cambia su expresión cuando me hace una pregunta. —¿Quién eres?

—Soy, John, tu tío —le respondo sintiéndome raro diciendo la última palabra. —¿Tío? papá no tiene hermanos, él lo mató...

—John, John, John... Abri los ojos con brusquedad. Sentía una especie de miedo y tristeza. La respiración entrecortada y estaba empapado de sudor.

—Solo ha sido una pesadilla —me explicó Ronald mientras me secaba con una toalla que estaba cerca de la cama. Y me hizo acordar cuando tenía tres años y Ronald de vez en cuando me tranquilizaba cuando despertaba llorando en la noche, susurraba que me callara porque mamá estaba cansada y que debía ser un buen chico. Acariciaba mi cabello hasta que me tranquilizaba y me volvía a dormir. Ronald ahora tiene el rosto más maltrecho, sus manos son más grandes y su corazón también. ¿En qué momento Ronald cambió?

Por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora