"Egos heridos"

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A la mañana siguiente, Evan se levantó, temprano como de costumbre, y miró el bulto que yacía a su lado; era el chico que había seducido para acostarse con él. Sonrió y se levantó de la cama, dirigiéndose al baño de la habitación, para tomar una ducha y luego arreglarse para ir al trabajo. Se entretuvo demasiado en su aseo, tardando más de 45 minutos en la ducha. Obviamente, tras haber tardado tanto, el joven ya estaba despierto, paseándose por la habitación para recoger sus cosas y marchar de vuelta a su casa.

El moreno entregó el presente; un simple reloj de oro, -bastante costoso, la verdad-, el cual según Evan, "se le veía muy bien".

Luego de todo el alboroto que causo el chico al querer devolverlo, decidió emprender el regreso a su hogar, aún con una expresión de la más pura sorpresa e inconformidad.

Después de toda la gracia que le había causado esa situación, se admiró egocéntricamente en el espejo:
Se había arreglado con un fino y bello traje negro, arregló su oscuro cabello de forma en que sus brillantes y excéntricos ojos pudiesen apreciarse. Estaba tan orgulloso del color de sus ojos,  era algo por lo cual sentirse especial, así que él lo hacía, de una manera muy exagerada, hay que agregar.

Partió en uno de sus costos automóviles rumbo a su trabajo, con un muy mal sabor de boca, pues el recuerdo del rechazo de aquel hombre le había calado en el orgullo, sin embargo debía mostrarse firme ante cualquier situación.

Al llegar al gran edificio que se alzaba junto con otros muchos, fue atendido por uno de sus trabajadores le esperaba en el estacionamiento, para evitarle la molestia de aparcar el auto, y pudiese pasar a atender situaciones realmente importantes.

Con la inauguración de la nueva empresa, todos se veían bastante atareados esa mañana. En el elevador ya le esperaba una de sus secretarias para darle un informe acerca del progreso de la empresa nueva.

—Los ingresos para el ensamblaje subirán a 600.000, así que podemos doblar el precio de venta.- Acotó la mujer, mirando su tabla de datos.

—Me parece bien, agreguen 100.000 más

—Ah, y el Señor... Suske Ronshaku, ha mandado una oferta que podría interesarle.

El hombre al escuchar esto asintió levemente con una sonrisa maliciosa.
—La veré en este mismo instante.

Dijo tras bajar del elevador, e
instantáneamente fue a su oficina, a revisar aquella propuesta, la leyó atentamente y cuando terminó soltó una risa cínica, recargándose contra el respaldo de la cómoda silla de escritorio.

—¿Crees que después de rechazarme me engancharás con una propuesta? Estás muy equivocado.






Luego de haber mandado esa propuesta millonaria, producto del plan para hacerse de más dinero, que había ideado la noche interior, Suske se paseó por el amplio apartamento en el que vivía para luego entrar a la ducha.

Una vez limpio y bien despierto, se arregló con un traje de piel de caimán, zapatos del mismo material, lentes oscuros y un reloj de marca Rolex. Le encantaba hacer uso de esas cosas, para alardear sobre su éxito.

En la parte de abajo del hotel ya le esperaba una limusina, custodiada por más de 20 hombres, se subió en ella para ir a una de las tantas juntas de trabajo claro que en todas ellas escuchaba lo mismo: ingresos millonarios, socios que estaban dispuestos a afiliarse con él para poder retroalimentarse.

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⏰ Última actualización: Jul 16, 2017 ⏰

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