Capítulo 2.- Soy Jay

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De acuerdo, pues a emprender la simpática ruta por este bosquecillo. ¡Ahh, que se me olvida! Tengo que grabar con mi genial grabadora mejor que ninguna otra.

-Día doscientos diez. Hoy comenzaré una nueva ruta en busca de alguien que me pueda hacer compañía en este solitario bosque. Hoy emprenderé una ruta distinta. Hoy me dispongo a caminar hacia el río y seguirlo.-

"¿Cómo no se te ha ocurrido antes seguirlo en busca de alguien que te acompañe? Pareces un poco idiota, querido Elliot."

-Oh por favor, cállate y déjame grabar. Continúo con la grabación. Día doscientos diez, voy al río, patatín patatán... Me dispongo a seguir el río buscando a otra forma de vida semejante a la mía. Para marcar el camino, esta vez voy a soltar pedruscos cada cincuenta centímetros.-

"Sí claro, ¿Y no has pensado soltar miguitas de pan?"

-¿Quién eres? Y lo más importante, ¿Quieres dejar de tocarme las pelotas? Vale, gracias. He reconsiderado la idea de usar pedruscos para marcar el camino, y ahora lo voy a señalar con... ¡MALDITA SEA! ¿Con que leches puedo marcar yo el camino?- 

"Querido, soy Jay. No deberías hablarme así, ya que soy parte de ti amigo. Ah, y yo que tú consideraría la idea de mirar en la mochila."

Decidí callarme, no pelearme más y acabar con el ceño fruncido esta batallita. Total, ¿Por qué me voy a pelear con la única persona que me contesta? Bueno, mejor dicho, personalidad, o lo que sea. ¡Ah! Se me olvidaba una cosita que tengo que grabar. ¿Qué dice un hombre apunto de ser atropellado? ¡ONOMATOPEYA! De acuerdo, no es un buen chiste, pero es un libro de chistes malos. No se debe esperar muchos de ellos.

Venga, hazle caso a... a Jay, y ve a mirar en la mochila. Total, no voy a perder nada, y al parecer me sobra el tiempo. Pues a buscar en la mochila se ha dicho. A ver que la abro... Oh Dios mío, he perdido la mochila. ¿Cómo no la llevas siempre puesta maldito imbécil? Estúpido. Ahora vas a morir en el bosque. Anda que llevarte la grabadora y no la mochila. Ahora solo podrá recordar la gente mis últimos momento de agonía en este cruel bosque. Si alguien la encuentra, claro. Oh espera, podría inventarme logros heroicos y nobles proezas, y parecer un héroe. Así la gente no me recordaría como el chico debilucho que murió en el bosque y me conocerían como... ¡Cómo el gran Elliot!

"Deja de montarte escenitas y ve a por la mochila, que está en las ramas del roble"

Un gesto de burla se forma en mi cara y muevo la mano, imitando esta a una persona soltando por la boca solo bla, bla, bla... Mierda, la maldita personalidad tiene razón. Corre Elliot hacia Lena. Lena es el roble. Sí, es lo que pasa cuando estás solo, les pones nombre a objetos inanimados. A ver Elliot, agárrate con cuidado a ese agujero de Lena, y aprieta con fuerza para no caerte. Ahora impúlsate hacia arriba con un salto y... ¡ALLEHOP! Ya estás en la rama y tienes tu preciada mochila. La abro, y a parte de encontrar mi cazo, mi libro de chistes y mi cuchillo, encuentro una cuerda. ¿QUÉ?

-Oye tú, Jay o como quiera que te llames, ¿Por qué hay una cuerda en mochila y por qué leches sabías que había una cuerda en mi mocila?-

"Relájate Elliot. Tú solo coge la cuerda y átala a este árbol. Cógela con esas manitas que tienes y agárrala hasta llegar al río y la atas a un árbol. Después sigue el río hasta donde te salga de las narices. Pero piensa que si no hubiera sido por mí, no sabrías si habría una cuerda."

-Podría haber abierto la mochila y encontrarla igualmente, panoli. ¿Jay? EOHHH.-

Prefiero dejarlo ya en paz y partir ya al río. Ata la cuerda a la rama y "C'est finit". Ya puedo comenzar mi trayecto al río, en busca de alguien quien me haga compañía, a parte de este nuevo pícaro amigo.

Elliot y el poder oculto.Where stories live. Discover now