La mujer del Abrigo Negro

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Al despertar estaba en su cama sin recuerdos de nada, solo recordaba haber estado en el hospital con su hermana. Era temprano en la mañana y estaba con su piyama en la cama, nuevamente con la ventana abierta, pensando nuevamente en sus desmayos y sonambulismo. Bajó las escaleras y encontró desayunando a toda la familia y también su hermana que se encontraba mucho mejor. Hasta de mejor humor. -¿Cómo estas Debby?- pregunto Amy agarrando una tostada para comer mientras se sentaba a su lado. – No podría estar mejor, me siento muy bien, como si hubiese renacido- dijo Debby en tono de broma. Sus mangas negras largas no dejaban ver sus heridas en los brazos, por lo que simplemente parecía como si fuera una mañana normal sin mayores complicaciones. Era de seguro que estaba en su estado maniaco ya que comenzó a hablar y habló bastante, de un apuesto enfermero en el hospital, que le coqueteo y le dio su número cuando se despedían esta mañana del hospital. Comento que quería ser enfermera después del colegio, a lo que le quedaba un año y manifestó sus planes de ayudar a las demás personas como ella. Arnold y Christine, aquellos pobres padres se veían muy ojerosos como si ellos se hubiesen desangrado toda la noche. No tenían ánimos de nada ni para hablar, solo miraban a sus dos hijas como hablaban de chicos y de médicos y como hipnotizados miraban en el televisor mientras desayunaban. --Papá y Mamá, deberían darse un descanso, se ven demasiado agotados, quizás podrían tomarse vacaciones- dijo Amy bastante preocupada y con una sonrisa impuesta para darla algo de armonía a sus padres. –Sí, si Amy tienes razón necesitamos descansar pero debemos igualmente trabajar- dijo Christine casi cayéndose de sueño con su taza de café en la mano. Arnold fue el primero en salir, besando en la frente a sus dos hijas y a su esposa y pidiéndole a Debby que no hiciera más locuras. Luego Amy, salió a la Universidad, mientras que su madre se alistaba con Debby para ir a dejarla a su último año en el instituto antes de ir a la Universidad.

Al llegar a clases Amy se encontró con otra profesora en su clase de penal. Era bastante extraño que cambiaran a ese viejo retrograda, pero llamó la atención su clase. Partió hablando de la justicia, de su verdadero significado. De la idea de reparación, igualdad, de la culpabilidad y de la moral. Empezó a preguntar los años en la cárcel que daban por matar a alguien por defensa propia y cuando nosotros matábamos defendiendo a los otros. Finalmente, planteó el caso de esta mujer, que hasta ahora la apodaban la rosa roja. Cuanta condena recibiría por haber matado a un hombre que había violado y asesinado recientemente a una mujer. Se podría considerar protección o reparación de daño y si era justicia en realidad.  Amy levanto la mano y dijo que no, que la violencia conllevaba más violencia y que ya con las leyes de Hammurabi se había detectado lo barbáricas que eran. La profesora respondió: -Señorita Stein, ustedes cree realmente que privándoles de libertad se hace realmente justicia, mientras ellos ultrajaron, violaron y tocaron a mujeres, para luego asesinarlas. Cree realmente que nuestro sistema de penas, tribunales y procesos es realmente aplicación de la justicia. Cree usted que a un político lo juzgaran de la misma manera que a un vagabundo. Cree usted que habrá igualdad en la defensa y que los abogados que se contraten sean los mismos. Por favor, no sea ingenua. He visto salir a una cantidad de pedófilos libres y hombres que ha violado y han dejado a jóvenes con daños mentales severos que no pueden ni salir de su pieza sin miedo de que otra vez las ultrajen. Yo debería estar diciéndole todo lo contrario como abogada penalista que soy, pero esa es la verdad, y aunque me duela decirlo he perdido casos contra esos hombres asquerosos, y creo como mujer y defensora del feminismo, que ésta mujer quizás acabe de una vez por todas en esta ciudad con hombres como ellos. – La clase quedo estupefacta, ningún sonido se escuchaba en la sala, la profesora había subido la voz como si un dolor oculto se hubiese abierto como un desgarro de alma. Posteriormente a decir todo aquello, dijo que la clase del día se terminaba y que ella había sido remplazo de un día pero que la próxima clase tendrían con su antiguo profesor. Se puso su largo abrigo negro y su gran pañuelo rojo para salir así rápidamente de la sala de conferencias.

-Amy, no crees que la profesora se excedió un poco hablándote en ese tono? – pregunto Tábata la mejor amiga de Amy mientras caminaban a la salida de la sala. – No lo creo Tabataba – dijo Amy riéndose por el sobrenombre que le había puesto. –Tábata se puso sería y miro a Amy a los ojos para luego decirle. –Amy, yo te quiero mucho como mi amiga, pero debo decirte que estoy de acuerdo con la profesora. Esos hombres no merecen nada y no hay que perdonarlos. No quiero hablar más del tema y te pido que jamás los defiendas otra vez. – dijo Tábata con una voz seria caminando aún más rápidamente y dejando a Amy atrás, viendo cómo se alejaba por esos largos pasillos y salir con una gran luz de día.

Justicia Escarlata #ReverAwards2017Où les histoires vivent. Découvrez maintenant