Prologo

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10 de marzo del 2012

Me encuentro recostado con los brazos debajo de mi cabeza, en mi cama mirando mi lindo, húmedo y sucio techo. Claro es lindo a su manera, con ese aspecto de moho verde, lo raro es que no huele tan feo la pequeña pieza con paredes de color verde agua. Es tan pequeño que a la vista se nota que es para una sola persona, enfoco la hora a mi izquierda...

—Las seis y cinco —me levanto con rapidez, estiro mis brazos y miro mi cama..

Suelto un suspiro mientras tiro las almohadas al piso, tomo las sabanas, estiro, meto, estiro, meto, termino la otra esquina hasta que queda completamente estirada y al tener todo arreglado en su sitio me dirijo a mi pequeño baño, abro la ducha, me miro en el espejo, mis ojos avellanas lucen con lagañas y espesas pestañas, mi cabello luce más despeinado que nunca, me acaricio el poco rastro de barba. De pensar que el viejo tenía una empresa, ya me duele la cabeza. Que ironía de la vida, llegue a comer solo una vez al día un par de veces y el forrado en billetes, nunca se preocupó por comentármelo. << Hijo tengo una empresa con varias sucursales y es lo que me hace multimillonario, ve y cómprate algo...>> Pero claro se le ocurrió dejarme todo como herencia, <<Lindo viejo lindo, no jugaste limpio>> no sé porque nunca quiso dar su nombre a luz pública, pero seguiré su ejemplo no quiero ni un periodista ni nada parecido atrás de mi culo. Me termino de desnudar- <<Allá vamos>>.

Mientras me baño pienso todas las cosas que tengo que hacer el resto del día, aunque no cambia mucho, a lo que hago siempre, obvio esta. -Junta con Alex, mirar contratos, analizar los pro y contra de aceptar o no... mmm siempre lo mismo -voy a mi cómoda, abro primer cajón de la derecha e izquierda, desodorante, bóxer, cierro, abro la siguiente de mi mano derecha, vaqueros azules gastados y un poco rasgados, junto con un suéter verdoso, termino de verme en el espejo. Uhh sí que me lo pongo mucho que ya se nota un poco lo descolorido que esta, bueno que más da, no importa, mucho mejor -tomo mi pase de la empresa y me lo guindo en mi bolsillo que se note.

Me dirijo a mi pequeña cocina, saco harina, huevos, tomate, cuchillo, sartén, bol, me preparo mis panqueques con huevos revueltos, es lo más rápido que se cocina, volteo a mirar la hora en la entrada de la cocina. <<Seis y treinta y dos minutos>> termino mi bocado, limpio todo lo que ensucie, una vez más a mi pieza dirigiéndome al baño, me cepillo bien los dientes, miro mi pálida cara - izquierda derecha

—Bien. —susurro para mí mismo.

Tomo mis zapatos blancos bueno no tan blancos, deportivos, me los calzos, de mi mesita tomo mi cartera, iphone, auriculares, mis dos llaveros. A tomar camino, cierro mi pequeña habitación, bajo escaleras, solo un piso...

—Aire fresco.

Me dirijo a la parada, tomo el transporte público - sí que hay mucha gente- Después de veintitrés minutos estoy frente a un enorme edificio, bueno mi edificio. Le mando un mensaje a Erick que ya llegue y me espere donde siempre.

Subo, abro las puertas, y allí se encuentra la bella recepcionista..

—Hola Ryan. —saluda la querida Ana, es una linda señora de cuarenta años que hace muy bien su trabajo. Respondo con un movimiento de cabeza y medio le sonrió.

Desde la planta baja hasta sus veintitrés pisos: tiene cerámicas color beige, con pocas paredes blancas y cristales transparentes con vista a la calle y resto de sus alrededores. Me dirijo al ascensor para que me lleve al primer piso. Mucha gente pasa, entra, corre, va de un lado a otro, saludo a unos cuantos compañeros de trabajo. Para sus ojos soy su compañero de trabajo, el pasante que ayuda a Erick. Abro mi oficina y allí se encuentra Erick sentando, mirando su celular.

Llamame solo RyanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora