Capítulo cinco.

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Antoine me observó aterrado y de repente palideció, yo me encontraba igual, pero a ese ente maldito no debía demostrarle miedo.

—¿Y... Qué haremos ahora?

—Corrección: qué haré yo, tú no vas a meterte en esto.

—¿Cómo que no me voy a meter?... ¿Qué pasa Miranda?... ¿Qué soñaste hace rato? Tú nunca sueñas de día.

¡Espera! —Gritó la voz dentro de mi cabeza.

—¿Qué pasa? —Le dije en mi mente, al parecer era un tipo de "ayuda" que obtuve del cielo, no sé de qué otro lugar pueda provenir... De algo sirvió hacer contacto con el árbol genealógico.

No es tu esposo el que te habla. Cuidado con tu mente, no dejes que ese demonio tenga acceso a tus recuerdos, puede ser tu punto de destrucción; y por cierto, gracias por ayudar a mis pequeños, nunca pensé que Sánchez volviera a aparecer.

—Me quedé procesando esa información y miré a Antoine, tenía la mirada perdida, ¿cómo que no es él?— ¿Entonces quién es? —Pregunté en mi mente.

Sánchez, o lo que queda de ella. Ha sido consumida casi por completo por el demonio que invocó hace cientos de años. —Dijo con un tono de rencor al pronunciar aquella presencia... Supongo que cualquier madre lo tendría. — Ella lo está poseyendo, sácalo de aquí y llévalo lejos de la casa.

—¿Cómo? No tengo una "súper-velocidad", apenas rendía en Educación Física.

¡Sí la tienes! Recuerda que eres mitad Reprobi, debes despertar tus dones.

—¿Y cómo se supone que haga eso?

—¿Todo bien, mi amor? —Preguntó Antoine con la voz más ronca.

—Lo miré alarmada y le tomé la mano— Sí, todo perfecto. Vamos afuera.

—La voz se quedó pensando— Debes desplegar tus alas.

—¿Qué? —Le grité mentalmente— ¿Alas? Soy una simple muchacha sin nada de estado físico, ¡no tengo alas!

¡Claro que sí!, recita después de mí...

—¡Espera! Debo sacar a Antoine de la casa.

Bien.

Genial, estaba hablando con una voz que ni siquiera sabía si existía, soy un ser sobrenatural y mi esposo está poseído por un demonio. Qué bonito escenario, ¿no?

Caminé de la mano de Antoine, quien se veía cada vez más pálido y su cuerpo adquiría un color grisáceo, frené cuando me encontraba un poco más lejos del lugar en el cual los arbustos habían detenido a Jeremy.

Bien, ahora recita después de mí: "plumas de oro, plata y bronce, alas de acero en mil colores, despliéguense al sol, guiándome al canto del gorrión"

—Demasiada cursilería, poético y confuso. ¿No puedo decir sólo "Alas despliéguense"?

—No. Debes realizar el llamado, sino no va a funcionar.

Bufé y repetí tal cual.

"Plumas de oro, plata y bronce: alas de acero en mil colores, despliéguense al sol, guiándome al canto del gorrión."

De repente unas hermosas alas salieron desplegadas, se sentían livianas y se adaptaron a mi cuerpo con total facilidad, eran de color negro y bañadas con un hermoso toque de color plateado, lanzaba pequeños destellos cada vez que aleteaban y se cruzaban con los potentes rayos del sol, desde pequeña soñaba con ángeles y con poder tener la posibilidad de tener alas tan grandes como las suyas, poder volar muy lejos de todos los problemas de aquel entonces.

No era lo que había soñado, pero estaba muy a gusto.

—Whoa. —Dijo mi esposo, o el que se suponía que era, mirando con asombro hacia mi espalda.

—Sí cariño, verás... Al parecer soy un Reprobi. —Solté sin más.

—¿Un Reprobi? —Dijo con aires de curiosidad.

—Bueno, mitad.

—Ya veo por qué la fuerza... —Comenzó a analizar y entonces supe que no era del todo él.

¡Niña necia! No debes hablar de más, Sánchez lo está poseyendo.

—¿Y qué debo hacer para que lo deje en paz?

Míralo a los ojos.

Lo miré pero sus ojos comenzaban a quedarse sin el brillo vital que tantas veces me hacía suspirar.

—¡No funciona! —Dije comenzando a exasperarme y mis ojos se llenaron de lágrimas.

Aún no entres en pánico, intenta con un suave beso.

Me acerqué y suavemente planté un beso en sus labios, esperando que me correspondiera, pero seguía ahí mirándome como un zombie.

¡Abrázalo! —Dijo ella con un toque de desesperación, se le estaban acabando las ideas y a mí la tranquilidad.

Lo hice, nuevamente sin surtir efecto.

Bien... Ésta es la última opción que se me ocurre, si no funciona vuela a una iglesia, recita "escóndanse del gorrión, que persiguen al picarón" cuando quieras que las alas se escondan, y llévalo con un exorcista.

—Está bien. —Me mataba la idea de tener que llevarlo con un exorcista, esperaba no tener que hacerlo.

Dile la verdad más sincera que salga de tu corazón...

Vacilé unos segundos hasta que se me ocurrió la única verdad de mi vida.

—Antoine, mírame. —Me miró, pero daba el aspecto de estar a punto de colapsar— Te amo, y te doy las gracias por no haber dejado de amarme a pesar de la enfermedad, a pesar de ser una huérfana pobre y sin esperanzas, te agradezco por abrirme las puertas de tu casa, también por amarme cada día un poco más. Por todo eso y mucho más, te amo... No me dejes, te lo suplico. —Dije, y una lágrima se deslizó con sutileza por mi mejilla.

Sus ojos volvieron a su hermoso tono esmeralda y luego de observarme fijamente, me besó y en aquel beso sentí que lo tenía de vuelta.

El sótanoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum