Capítulo XIV: Celos en el alba.

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Las películas de terror no era tan ficción; vivía en una constante pesadilla real. La tarde estaba un color carmín, el cielo se había teñido de sangre. Volver era una palabra lejana que se había hecho presente, estaba parada frente a mi casa de nuevo, y un escalofrío empezaba a erizar mi piel.

Dudé en tocar la puerta. Fueron cuatro veces que contraje el puño para no hacerlo, no quería tocar el timbre por temor a que saliera mi madre. Coloqué mi mano en la manilla e intenté girarla, pero no necesitaba un esfuerzo extra por hacerlo; la puerta estaba entreabierta.

— ¡¿Hola?! - susurré tratando de abrir la puerta-. ¿Brian?

— ¿Caroline? - escuché la voz de Brian cerca.

Él terminó de abrir la puerta con seguridad.

— ¿Qué carajos pasa? ¿Por qué la tienes como si estuviese secuestrada? - me sorprendí.

Mi madre estaba dopada y amordazada en una silla.

— ¡Ha intentado matarse! – respondió mirándome con emoción-. Ha estado en una crisis horrible, sólo la retuvimos hasta que le hiciera efecto el calmante, pero no sabía que llegarías tan rápido y la encontrarías en esta situación.

Mostró gesto de desesperanza cuando recordó lo sucedido.

— No ha dejado de gritar, por eso la tuve que amordazar.

— ¡Disculpa! No es bonito llegar y ver a mi madre así – lo abracé, aferrándome a sus brazos.

— Ya sabes que no es la primera vez, descuida – me abrazó fuerte-. ¡Te extrañé!

Nos apartamos y él no dejó de mirarme, su mirada estaba extraña.

— Hace rato llamó un hombre...Chriss para saber si habías llegado – dijo, carraspeando la garganta-. ¿Es tu novio?

— ¡Ah! – me sorprendí-. Vivo con él, y estamos saliendo.

— ¡Qué bueno! – exclamó-. Felicidades entonces, hermanita – prosiguió con sarcasmo.

— ¿Y papá? – pregunté, para romper la tensión-. ¿Está en casa?

— No. Papá Está en casa de Melany, supongo que desahogándose con ellos - encogió los hombros-. En estos días lo llamaron a declarar.

— ¿Qué tiene que ver él en eso?

— El zarcillo pertenece a la casa, así que todos somos sospechosos – explicó con un tono seco.

— No creerás que yo...

— Sé perfectamente que no harías eso – interrumpió esbozando una sonrisa-. ¿Me ayudas a llevar a mamá hasta su habitación?

— ¡Claro!

— Vamos a desamarrarla para acostarla en su cama. No creo que despierte hasta mañana, y estaré haciendo guardia.

— ¡Vale!

Me dirigí hasta la silla y comenzamos a desamarrarla. Al ver que su cuerpo se iba hacia adelante me coloqué frente a ella para sostenerla.

— Temo que pesará.

— Descuida, yo puedo con ella.

— ¡Oh! ¡Claro! Se me olvida que eres el fortachón – bromeé y ambos reímos.

Nunca había pensado que volvería más rápido a casa de lo esperado, y verlo de nuevo en cierta parte me hizo sentir paz. Mi padre había llamado que visitaría a mi tía, por ende, llegaría más noche. Sé que estaba ansioso por verme, también cabía la posibilidad de que fuera una noche larga de conversaciones pendientes. Dejamos a mi madre acostada en su habitación, Brian la cargó como si sostuviera a una pluma.

Mi madre era de contextura delgada, y sólo medía un metro cincuenta y cinco, por ende, no era tan pesada para él que casi doblaba su tamaño.

Fue extraño presenciar las mismas escenas que cuando estaba pequeña y ver a mi madre en ese estado me entristecía. Él se quedó con ella en su habitación, mientras yo me marché a descansar, no sin antes, besar a mi madre en la frente, y otro a él en la mejilla.

Estar de nuevo en mi habitación me hizo suspirar. Abrí mi caja musical y su melodía me hizo suspirar, al mismo tiempo veía la bailarina girar. Encendí una pequeña lámpara vintage de porcelana que iluminaba vagamente mi habitación, pero lo suficiente para ver las cosas. Cuando empecé a conciliar el sueño, sentí la puerta abrirse cuidadosamente. No quise voltear.

Brian se acostó en el otro lado de mi cama, el lado que daba hacia la puerta. Lo sentía y estaba muriendo de nervios. Volteé para verlo, quedando cara a cara. Su respiración se apaciguó y sus manos comenzaron a rozar mis brazos.

— ¿Te enamoraste de él? – preguntó con mirada celosa.

— ¿Qué más da? Eso no interesa ya – refuté.

— Nunca lo quise admitir. No quise ver más en ti, porque eras mi hermana. Tenía tantas chicas a mis pies, y encontré la ilusión esa noche, alguien me había derrumbado el ego... pero cuando te fuiste, entendí que jamás fui sincero conmigo – explicó.

— No entiendo lo que dices – dudé de sus palabras.

— Tenía la esperanza de que en esa noche, tú fueras la silueta. En el fondo sentía que eras tú – sus ojos brillaban más que nunca, y los celos se disiparon.

— Dijiste no amarme – le recordé entristecida, y mordí mi labio.

— Mentí. Yo te amo – dijo, y finalmente me besó.

— Espera – lo dejé de besar-. Pensé que me perderías – admití.

— ¡Yo fui un tonto! – sonrió-. Ya no quiero vivir en un mundo donde tengo que complacer a la sociedad para no herir a nadie por sentir esto, hoy sé que quiero estar contigo, es mi vida y nadie me entenderá más que yo – explicó aproximándose más.

El poco frío que comencé a sentir, se había marchado con el cuerpo de Brian. Entre besos, ya nos habíamos despojado de la ropa. Él apoyó sus manos sobre mi cama mientras me besaba. Aferré mis uñas sobre su espalda y él empezó a rozar mi cuello con sus labios.

Por primera vez estábamos haciendo el amor, era tan distinto, era tan silente. Era un amor dormido que había permanecido por tantos años, aunque él fuera hijo de otro señor, mi padre lo amaba o quizá se sentía culpable. Lo cierto, es que lo cuidó desde los cuatro años y era como su hijo.

Nunca me había sentido de tal modo, estaba en el alba y más allá. No sabía que era tocar las estrellas, pero estaba mucho más allá de esa sensación. Los pensamientos se esfumaron, los problemas habían terminado por ese instante. El amor había florecido bajo silencios sombríos que decidieron buscar la luz después de tantos años. Decidimos ser sinceros, decidimos amarnos esa noche.

Luego de terminar, quedamos en la cama, mirándonos y acariciándonos sin decir nada más. Nuestros cuerpos estaban completamente neutrales, solamente se escuchaba el ritmo de nuestra respiración. Compartimos una sola cobija que nos cubrió a ambos. Estar de ese modo fue una nueva experiencia en mi vida. Brian rozaba mi nariz con su dedo y luego mis labios. Su mirada volvía a enfocar mi boca; él quería besarme.

— ¿Ahora qué pasará con nosotros? – pregunté en voz baja.

— Yo estoy seguro de lo que siento...

Se quedó pensativo.

— ¿Pero? – interrumpí.

— ¡La decisión la tomas tú! – rascó su barbilla – supongo que tienes que solventar las cosas con Chriss, y decirle que nos amamos.

Sonreí ante su comentario, y luego me impulsé para besarlo.

— ¡Quizás tengas razón! - admití.

— ¡Lo sé! - esbozó una sonrisa-. Cada vez tengo más claro de que somos tal para cual.

— Tienes razón. Quiero estar contigo siempre.

Lo maravilloso se convirtió en un infierno en un segundo, cuando la puerta se abrió de golpe y para nuestra sorpresa, nuestro padre nos encontró juntos en la cama. Separamos nuestros labios al escucharlo enfurecido, y el paraíso donde creí estar, pronto se convirtió en un infierno.



Revealing Dreams - SacrilegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora