Cap 2: Sangre Fría

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La intensa luz acuchilló mis pupilas con tanta agresividad que mis ojos se cerraron al instante, buscando algo de alivio en las sombras de mi ser. Mis pupilas se presionaban una con la otra, asustadas. No sabía dónde estaba, solo era consciente que tanta luz no puedes ser signo de algo bueno.

— ¡Oh por dios! ¡Despertaste!

¿Rocky?, pensé inmediatamente Definitivamente era él. ¿Dónde rayos estoy?

Intenté moverme pero de pronto fui consciente de todo el dolor que sentía en el cuerpo. Como si hubiese sido aplastado por una bola de hierro, una y otra vez. Traté de evocar mi último recuerdo pero todo se veía borroso y oscuro. Solo podía ver una luz que se prendía y se apagaba.

—¿Estás bien? —preguntó con miedo —. ¿Puedes hablar?

Entreabrí los ojos con lentitud y logré ver a Rocky poniéndose de pie. Alzó y movió su mano delante de mis ojos con velocidad como si buscara romper las imágenes mentales que me habían distraído.

—Sí —le respondí sintiendo como la respuesta raspaba al salir por mi garganta. Tenía la boca tan seca como un desierto. Pasé mi lengua sobre mis labios para humedecerlos. Rocky se percató de mis descomunales ganas de beber algo y me alcanzó una botella de agua mineral, la cual tomé de una sola bocanada sin respirar. Una vez calmada la sed miré a todos lados, tratando de averiguar dónde estaba y cómo había llegado ahí—. ¿Qué ha pasado?

Rocky me observaba preocupado, lo sé porque conozco muchas de sus expresiones. Cuando éramos pequeños jugábamos a los mudos, y esa fue una buena forma de aprender a entendernos con gestos, miradas y señas. Quien necesitaba primero de las palabras perdía y debía recibir el castigo del otro. Generalmente él perdía pero terminaba siendo yo el golpeado. El padre de Rocky lo había inscrito en clases de artes marciales y siempre practicaba las nuevas técnicas que aprendía en clase conmigo.

—¿No recuerdas nada? —preguntó incrédulo, como si le estuviera tomando el pelo.

—Rocky el hecho de que te haya preguntado qué ha pasado implica que no recuerdo lo que ha pasado—. Mi sarcasmo no le causó gracia, todo lo contrario, su respiración se agitó y empezó a emitir unos sonidos raros, como si no lograra articular sus ideas. Rocky se alejó de la cama con pasos largos. Caminaba de izquierda a derecha llevándose las manos a la cabeza y deslizándolas lentamente hasta su boca. Comenzó a temblar, estaba sufriendo un ataque de nervios.

—¡Oye! Rocky, cálmate— le ordené—. Respira. Rocky siempre hacía eso cada vez que se sentía nervioso, caminaba de un lado a otro murmurando cosas, mientras temblaba. Solía hacerlo cada vez que sacaba una muy mala nota, entonces su papá lo golpeaba. Eso explica porque se ponía tan nervioso. Aunque su papá murió hace más de cinco años de un derrame cerebral y hace más de ocho que no lo golpeaba, aún seguía haciendo eso. Cuando estaba drogado era gracioso porque empezaba a cantar siempre la misma canción: "Cough Syrup" de los Young The Giant, en voz baja. Rocky se acercó a la camilla y puso una mano sobre su mejilla rojiza. Unas pequeñas lágrimas empezaron a deslizare sobre ellas.

—Lo siento hermano, lo siento. En serio no debí emborracharte de esa manera, en realidad no debiste haberla aceptado ... entre los dos tú eres el más cuerdo—. Se enredó con las palabras y no dijo nada más.

—Me estás asustando Rocky —le confesé.

—Todo pasó tan rápido... no debí irme con Sandra debí haberte llevado a casa, no debí haberte...

—Rocky —interrumpí tratando de calmarlo. Intenté acomodarme porque la posición en la que me encontraba hacía que mi espalda me doliese mucho, pero mi cuerpo estaba pesado. Consecuencia de alguna cosa que me habrían inyectado, pensé al darme cuenta que estábamos en un hospital—. Cálmate y explícate bien.

Por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora