XVII: Lo prometo

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Arco

Me levanto enojado por algo, mis gruñidos se apaciguan al notar como Iris trata de conectarse conmigo. Trato de acariciar esa conexión con mis sentimientos, pero se aleja. Me siento desesperado por no estar a su lado, me pregunto si se ha encontrado ya con el maldito vampiro. Siento como algo camina dentro de mí.

—Maldita sea las pulgas del infierno. — maldigo rascándome.

—¡Alto! — grita Luz volando fuera de mi pelaje. —Soy yo.

—Te dije que no durmieras en mi pelaje, odio sentir patas horripilantes en mí. — la regaño, mientras la luciérnaga respira con dificultad tocando su pecho.

Recuerdo las veces que me daban cuando era cachorro, mi madre me bañaba para sacar cada pulga y con ellas parte de mi pelaje también. Era horrible sus baños para dejarme impecable, me metía a un lago lleno de plantas medicinales para matar a las pulgas. Además de salir de ellas salía apestoso... me llega una imagen de la sonrisa de mi madre y sus carias.

—¿Cómo voy a dormir? Te dije anoche que hay fantasmas aquí y mas porque es el castillo de un rey que bebía sangre de sus enemigos. — se excusa alejándome de mis pensamientos, la miro con repulsión.

—¿Qué mas da si hay fantasmas? — cuestiono. —Mas daño puede hacer un ser vivo que unos pobres fantasmas tratando de encontrar la luz.

Miro el castillo totalmente deteriorado, parece que paso por muchas guerras. Quedan cuadros pintados, me acerco a uno que tiene unos ojos diferentes. Me siento sobre mis patas traseras y trato de imaginar a aquel hombre. Solo he escuchado historias de él, ya que estaba dormido cuando lo crearon.

—Tenia un gran poder y no quiso conquistar a nadie... — explica Luz posándose en mi hocico también observando la obra. —Dicen que podía contra la misma Luna.

—Fue maldito al tener una vida eterna y muerto, más perdió al amor de su vida. — comento. —No tenía a nadie para proteger y luchar, ni sus propios hijos lo hicieron sentir vivo como su amada lo hizo.

—En realidad si lucho contra los licántropos. — habla una mujer detrás de nosotros.

—¡Ah un fantasma! — grita Luz escondiéndose en mi pelaje, aguanto las ganas de rascarme.

—Lucho, hasta que no le vio por qué destronar a Luna si muchos creían en ella. Por eso creo su propio reinado de vampiros. — completa de explicar.

Observo que, si es una mujer muerta, no tiene color solo es blanca y algo transparente. Me levanto y la observo mejor. Es la primera vez que veo un fantasma con su forma de muerte. Al notar que la miro esta hace una reverencia.

—No es necesario. — le reprendo ante su acción, nunca me ha gustado que me traten de esa manera.

—Es un gusto tenerlo aquí, guardián Arco. — saluda. —Es como si el destino quisiera que nos conociéramos al estar cerca el descendiente de Draco a ser guardián.

—¿Un guardián vampiro? — pregunto algo divertido. La maldita de Sombra me lo había dicho, pero no creí que fuera tan pronto.

—Entonces ¿el rey tuvo hijos? — pregunta Luz dentro de mi pelaje como toda una cobarde.

—Si, solo que sus hijos tenían que matarlo y tomar su sangre para que uno de ellos heredara su poder. Así es que se siguió heredando el poder, a menos que ya naciera con ellos no se tenia que matar al padre. — gruño con asco al escuchar eso y Luz sale de mi boquiabierta.

—Siempre los putos vampiros antinaturales. — respondo con asco. —Pero tengo que admitir que me hubiese gustado luchar con ese hombre, era algo nuevo.

Alfa Iris: ConexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora