Capítulo 22

566 77 68
                                    

"¿Enamorado?"

- Genos.- Habló el mayor del lugar, con una voz tan serena que hacía hasta el mismísimo Saitama estar al 100 en sus sentidos.- Cuanto tiempo.- Dio un paso hacia el frente, acercándose lentamente a ese par.
Genos solo tuvo las repentinas ganas de escapar de este sitio lo más pronto posible. Pero sin que ni su boca pueda reaccionar, solo pudo optar por intentar huir de la mirada que ese señor le hacía.

Y fue algo que Saitama se había dado cuenta, dando un paso al frente para poder hablar en vez del rubio.

- Hola, viejo.- Saludó, no tan cordialmente como Kuseno quería, el cual frunció el ceño al instante. A penas se daba cuenta de la presencia de aquel azabache.- Soy Saitama, el...

- Amigo de mi nieto, ¿no es así?- Fulminó con la mirada al menor.- No quisiera enterarme que tienes una pareja hombre.- Instantáneamente, el rubio se asustó, sin embargo, no entendía la razón del porque hacerlo en ese momento, con tales palabras. ¿De qué tenía miedo? A fin de cuentas, Saitama y él no eran nada de eso...

- V-Vaya valentía el dirigirse a mí con esa palabra...- Susurró, dolido, aunque más que querer soltarlo por su boca, se suponía que aquello debía pensarlo.
Eso, intrigó no sólo a Saitama, sino, al doctor presente.

- Es verdad.- Mencionó el señor.- No puedo considerar a alguien como tú parte de mi familia.- Posó sus brazos detrás de su espalda, a la vez que se satisfacía por la reacción dolida del menor.- Solo me acerqué para preguntar qué tan mal va tu vida.- Su mirada se posó en Saitama.- Al menos tienes amigos.- Pausó, mientras soltaba un suspiro.- Dime, ¿También los engañaste?- Genos se sobresaltó, dando un paso hacia atrás de forma inmediata, casi como si su cuerpo de repente se pusiera a trabajar.- Ya sabes, sobre aquel día.- Supo al instante, a que se refería.

- No sé de qué habla.- Habló temeroso, casi como si se contuviese las ganas de llorar.

Genos... Era lo único que la cabeza de Saitama podía pensar, había visto algunas veces su rostro lleno de tristeza y nostalgia... Pero, nunca con aquella mirada que solo mostraba temor, miedo.
Casi como si ese quien le llamaba abuelo, fuese el mismísimo demonio.

- No quieras jugar conmigo, niño.- No lo veían, pero Kuseno estaba apretando con fuerza los puños. Siempre era lo mismo con Genos, cada vez que miraba ese rostro... Se llenaba de odio.- ¿Qué más podía ser?- Su voz salió casi rota, pero sin romper esa fuerte tonada. Mientras tanto, Saitama estaba que se perdía, sabía que su abuelo lo odiaba... Pero siempre pensó que solo eran imaginaciones de Genos, que eso no era ni cerca de ser real, pero... Aquí estaba viéndolo, casi como si su mirada quisiera hundir al rubio.- El día cuando mataste toda mi razón de ser.- Genos se cubrió sus oídos con ambas manos, en un intento en vano de poder evitar escuchar las palabras que veía venir de su abuelo.

- N-No lo digas...- Suplicó, bajando su mirada hacia el suelo, intentando desviar esa mirada que su abuelo le dedicaba, además de evitar darle ese placer por verlo llorar. - Por fa...- Kuseno lo interrumpió.

- El día que mataste a mi hijo.- Genos sintió sus piernas temblar, pues aquel recuerdo que intentó por dejar en el pasado, estaba regresando a él. Cada momento justo, todas las pesadillas, todos sus traumas que decidió y lucho junto con Saitama y los demás, estaban regresando.- El día que mataste a tus propios padres y te sentenciaste a esta estúpida vida hipócrita.- Ese día, ese día, cuando fue partícipe de la muerte de lo que más amó.- Tu mismo te mataste.

Aquel día cuando perdió todo se presentó en su cabeza. Aquel choque de carros, donde cobraron vidas inocentes, toda una historia eliminada casi al instante frente a sus ojos.
Él no era alguien pequeño para ese entonces, sabía que si distraía a su padre, quien conducía en ese momento, cualquier cosa podría pasar. Pero ante un berrinche estúpido, hizo que los ojos de su progenitor se desviarán.
Aún los recuerda con perfección.
De un momento a otro, por parte de otro error del segundo conductor, dentro de una desesperación y miedo de ver lo que se aproximaba, recordaba el instante donde cerró los ojos, esperando el choque. Y el momento cuando los volvió a abrir, encontrándose entre una auténtica catástrofe. Después de eso, se desmayó.
Y pensar que esa pesadilla se acabaría en ese instante, fue una ridiculez. Ese día, fue el inicio de muchas más lágrimas derramadas.

Pensamiento Suicida (SaiGenos) (¿PAUSADA?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora