Capítulo XXVIII

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Jake

Ande sonriente hasta casa. Me senté en el sofá acariciando al gato, mientras pensaba si llamarla. Me decidí por un no, más que nada porqué nos acabábamos de ver y no quería agobiarla.

Me senté en la silla delante del escritorio de mi habitación y empecé a preparar los papeles que debía entregar mañana. Encendí el portátil y miré la localización del taller. Debía ser allí a las nueve de la mañana, así que podía levantarme tranquilamente a las siete y media.

En cuanto a Tiffany, no sabía cuándo la volvería a ver. Por suerte, esta vez tenía su teléfono, y no iba a dejarla escapar. Llamé a Mireia, me empezaba a llevar bien con ella. Quería volver a verme con Tiffany, y como que eran mejores amigas, había pensado en llamar a Mireia para preguntarle ideas sobre sitios donde la podría llevar.

Pero al cuarto tono de voz, Mireia me colgó. Le envié un mensaje y le dije que me llamara en cuanto pudiera. Me fui hacía la cocina y empecé a preparar la comida. Mientras comía me sonó el teléfono, me llamaban. Lo cogí ansioso, pensando que era Mireia, pero era Robert.

-Hey. ¿A qué se debe tu llamada? -dije algo decepcionado, pero intentando mostrar alegría.

-Que ya no nos vemos tío. El miércoles que viene hay una fiesta en la playa, pero sé que no vas a querer ir. Tengo entradas para ir a ver el partido de béisbol del miércoles. ¿Te apuntas? -perfecto, ahora tendría una excusa diez para darle a Eden, ya que no me apetecía para nada ir a esa fiesta.

-Perfecto, ¿me pasarás a buscar?

-Claro, a las cuatro estoy en la puerta. -Y colgué. Él y yo éramos así, nunca nos despedíamos. Raramente lo hacíamos.

Tiffany

Llegó Mireia y me subí en el coche, no apagó el motor. Seguimos la carretera mientras le explicaba lo sucedido la noche anterior con Jake.

-¿Crees que le gusto? -pregunté finalmente después de explicárselo todo.

-Le encantas -dijo Mireia feliz de verme tan entusiasmada con la idea.

-¿Dónde vamos a comer? -me miró por el retrovisor y levantó los hombros, signo de que no lo sabía.

-¿Dónde quieres ir? -papá siempre decía que una pregunta nunca contesta otra pregunta. Me gustaban las reflexiones de mi padre, a veces, me decía frases de personas famosas, y yo las apuntaba en una libreta que guardaba en mi habitación. Pero eso dejé de hacerlo hace tiempo.

-¿Qué te parece comida china? -sonrió aprobando mi plan. Encendió la radio y puso el volumen casi al máximo, aunque nuestras voces se sentían aún más altas, era nuestra canción favorita.

Mireia estaba aparcando en el parquin cuando le sonó el móvil. La miré y me pidió que lo cogiera yo, y, por mi sorpresa, era Jake. Le mostré la pantalla y rápidamente lo colgó, lo que provocó que casi tuviéramos un accidente. La miré confusa.

-¿Por qué te llamaba Jake? -pero no obtuve una respuesta.

Entramos en el restaurante y comimos. A pesar de la tranquilidad que transmitía el local, ella y yo estábamos muy tensas. ¿Por qué le había llamado? Estaba algo confusa. Me dirigí al baño y me mojé la cara. Estaba decepcionada. Me até una converse que se me había desabrochado y con las manos me puse el pelo en su sitio. Al ver que no me quedaba bien, me hice dos trenzas de raíz y salí del baño. Estaba acercándome a la mesa, cuando vi que Mireia hablaba por teléfono. ¿Estaría hablando con Jake? No me había visto, así que me entretendí más de la cuenta por el camino, a ver si escuchaba algún fragmento de la conversación.

-Ya... Me ha hablado de ti. Dice que se lo pasó muy bien, y hacía tiempo que no la veía así de contenta. -creo que se estaba refiriendo a mí. -no sé, tal vez podrías llevarla en bicicleta, le gusta mucho. -sí, se refería a mí. Ella solo estaba hablando con él, para decirle lo que me podría gustar... y yo había malpensado de ella. me sentí mal por haber dudado de ella, pero ella no debía saber que yo la había escuchado mientras hablaba, así que caminé hacía la mesa con tranquilidad.

-Lo siento por haber dudado antes de ti, puedes ser amiga de Jake y salir con él, al fin y al cabo, no somos nada. -Mireia me sonrió con tristeza. Sabía que se estaba mordiendo la lengua para no contarme la verdad, y en ese momento tan solo podía pensar en lo afortunada que era de tener una amiga como ella.

Recuerdos prohibidos {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora