Después de tomar su desayuno dentro de su habitación, Kim había arrojado las sobras al suelo para que Vivi comiera, pero el cachorro ni si quiera se había molestado en acercarse a olfatear. El Coronel bufó de pura frustración y Vivi lo miró desde una esquina de la habitación.

— ¿No quieres comer? Perfecto, entonces muérete de hambre.

                    
Vivi continuó mirando al Coronel desde la esquina de la habitación y comenzó a acercarse lentamente a él. Kim lo miró confundido y casi se le salen los ojos de sus cuencas cuando el cachorro se recostó en sus pies descalzos.

— ¡Quítate! —sacudió la pierna y Vivi chilló— Llorón, ni si quiera te hice daño.

El cachorro le miró una última vez antes de acercarse a la comida que había arrojado al suelo y comenzar a comer.

— Vaya, no eres tan estúpido después de todo, al parecer tienes instinto de supervivencia. —dijo asintiendo suavemente— ¿Por qué mierda sigo hablando contigo? Joder, me estoy volviendo loco, hablando con un saco de pulgas.

El Coronel bufó, le dio una suave patada a Vivi y se encaminó a su cuarto de baño para tomar una ducha.

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Kim pensó que sería más fácil idear un plan para visitar Kaechon estando en su oficina, no había podido estar más equivocado. Su nivel de concentración era tan escaso como lo era en su habitación, y el hecho de que Vivi se paseara por el espacio entre sus tobillos cada dos minutos no mejoraba nada la situación.                   

Sus subordinados se habían acostumbrado a ver al cachorro cerca suyo, y aunque aún recibía un par de miradas juzgonas de vez en cuando, a Kim no podía importarle menos lo que pensaran.

Lo único que encontraba realmente fastidioso respecto a tener a Vivi era la insistencia de Park por acariciarle o jugar con él, porque no importaba cuantas veces le hubiese repetido al Subteniente que no debía tocarlo, Vivi tenía un extraño efecto en Park, un efecto que le llevaba a buscar acariciar al cachorro a como diera lugar, arriesgándose severamente a que el Coronel le cortara las manos.

El Coronel llevó una de sus manos al bolsillo de su pantalón, buscando con desesperación su cajetilla de cigarros, la sacó y al ver que sólo le quedaban dos gruñó, había estado fumando más que de costumbre y sabía perfectamente que se lo debía a Oh SeHun.

Se tranquilizó al recordar que era día de entrega, y como siempre, Byun demostró ser incompetente ya que sus paquetes de tabaco y chocolate no estaban encima de su escritorio. Kim estaba a punto de salir de su oficina para buscar a Byun, pero el aludido llamó a su puerta.

— Mi Coronel, le traigo sus paquetes ¿puedo pasar? —preguntó con voz temblorosa— Soy el Teniente Byun, por cierto.

— Pasa.

La puerta se abrió, y Byun entró viéndose pálido y temeroso, al Coronel le pareció algo extraño, sabía el miedo que podía infundir en las personas, pero BaekHyun nunca había reaccionado así ante él, ni si quiera cuando le había reprendido en el pasado.

— A-aquí están sus cosas. —le entregó ambos paquetes con manos temblorosas— M-mi Coronel, nuestro Líder Supremo ha solicitado su presencia, n-nuestra presencia.

— ¿Por eso estás actuando como una niña asustada? —preguntó con diversión y Byun asintió deprisa— No seas maricón Byun. —rodó los ojos— Bueno pero que cosas digo, no puedo pedirte que hagas lo imposible, lo que quise decir es ¡compórtate como un adulto!

Days of War, Nights of Love | SeHoWhere stories live. Discover now