Cap. 2

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Capítulo 2

— Bienvenido a Monroe High — dice el hombre una vez y ya esta ubicado detrás de su escritorio. Bajo la mirada un poco y doy con la placa que dice "Director Hayward" — Toma asiento por favor. Soy Edward Hayward y me imagino que tú debes de ser Jean ¿no es así? — asiento mientras obedezco a su mandato — Bueno, según tus datos, es un tutor quien te representa, el señor Jack Morgan. Como verás, el proceso contigo aquí es muy diferente al que hacemos con el resto de estudiantes...

— Con todo respeto — me adelanto a decir sabiendo cual es el camino que esta charla va a tomar — Sé que es lo próximo que dirá: Simplemente que soy diferente al resto de estudiantes por el hecho de que no tengo padres de familia o cosas como esas, solo es un tutor que me representa y bla, bla, bla. Es más, sé que un tal Norman Rivers fue quién dio la cara ante usted para la matrícula.

Edward queda en silencio mirándome, como si analizara todo lo que yo acabo de decir.

¿Así o más directo? 

— Parece que está bien enterado de su situación — continúa — También está el hecho de que es mayor de edad. Entiendo si este tema te irrita, Jean, y puedes estar seguro que mi intención no es incomodarte, es lo menos que yo quiero — mira por la ventana unos segundos y luego vuelve a clavar su mirada en mí — Las reglas aquí en Monroe son fáciles de aprender, la primordial de todas es "No te metas en problemas que impliquen que estés nuevamente aquí" en resumidas como no. No armes escándalos, no uso de cualquier aparato electrónico en clases y la más importante, no agresiones verbales o físicas entre el alumnado ¿estamos?

— Todo captado.

— No siendo más, se puede retirar a sus respectivas clases, Jean. Espero que la próxima vez que nos veamos aquí sea por algún trámite con tu registro académico.

Me coloco de pie y veo que el tipo extiende su  mano. Por un momento miro sin entender qué demonios quiere. Eso hasta que levanto mis cejas y me doy un golpe mental. 

Idiota. 

El famoso gesto que también tiene Norman, el de estrechar la mano. Con algo de duda estiro  mi mano y la estrecho con la de ese hombre. Sin decir nada más, salgo de su oficina rumbo a clases.

Los pasillos ya están completamente vacíos, o no tanto, nunca falta esos que se las quieren dar de malos y están solo por ahí vagando, creyéndose lo mejor de lo mejor. Los que se limpian el trasero con las reglas. 

No me impresiona.

Con facilidad logro orientarme por el lugar. Viendo cada flecha de pasillos y números en las puertas.  Doy  con el famoso salón de química. Y para mi mala suerte, la puerta estaba cerrada.

Toco tres veces de forma cordial para no llamar mucho la atención. Aunque sé muy a mi pesar que no será así. La puerta se abre dejando ver una mujer que no aparenta más de cuarenta, de cabello rubio ondulado y  una bata blanca puesta.

— Debes ser el recién llegado — dice con una sonrisa — Ya me habían notificado de tí. Pasa por favor.

Entró sin decir nada y fijo mi mirada en la banca vacía que hay en la parte trasera del salón. Muchos colocan sus miradas en mí y aunque eso me molesta bastante, aparento que no lo hace, seguridad ante todo como dice Jack.  

Puedo casi adivinar que  mi expresión debe verse relajada. No me gusta que me miren o centren su atención en mi, pues mi trabajo en este mundo es pasar sin ser visto. 

— Bueno — llama la atención la maestra al resto del grupo... lo que me faltaba, las estúpidas presentaciones.

Ah claro, seguramente me presento diciendo: "Hola, soy Jean Rousseau Gruonie, tengo dieciocho, soy un aficionado por las armas blancas y de fuego, mi pasatiempo favorito es planear minuciosamente asesinatos, con el fin de acabar gente que se mete en el camino del jefe o del mejor postor. Solo eso como no jaja ¿lindo clima el de hoy, verdad?" 

Rousseau: La sombra de un caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora