6. Su fantasma errante.

296 26 8
                                    

Los segundos pasaban con calma pero ninguno de los dos hacía ningún movimiento. Ambos parecían ensimismados en el otro, sin apartarse la mirada, sin mediar palabra alguna. Aysha intentaba ordenar la oleada de pensamientos que azotaban su cabeza en aquel momento. Cuando había entrado en la capilla, la vestimenta del cura era de un  blanco reluciente, carente de manchas. Sin embargo, ahora un hilo de sangre tan roja como sus ojos brotaba de su boca, ensuciando su traje. Inmediatamente el rostro de Skull pasó por su mente con rapidez. El ceño de la joven se frunció, preguntándose si realmente la sangre era de un simple humano o pertenecería a su amigo. O a Christian. Ambos parecían haber desaparecido mágicamente del lugar. Quizá la sangre que descansaba en la ropa del vampiro fuera… Imposible. Aysha se negaba a pensar que ninguno de sus compañeros estuviera ahora desangrándose en cualquier otra sala de la iglesia… o muerto. Skull había sido entrenado específicamente para este tipo de situaciones, al igual que ella, y conocía a la perfección los puntos débiles de sus enemigos. Eran pocas las probabilidades que tenía de ser derrotado, y, por lo poco que había podido conversar con Christian en el trayecto hacia la iglesia, pensaba lo mismo que de Skull.

El cura miraba deseoso a la muchacha que tenía enfrente suya. Sostenía entre sus manos un libro negro, grande y fino que él conocía a la perfección. El libro que había estado custodiando durante tantos años, con esmero, protegiéndolo de gente como ella. Cazadores. Sin embargo, había podido observar en ella un pequeño halo diferente al resto de los cazadores, y, por supuesto, a los dos hombres que antes le guardaban las espaldas. Fragilidad. Entre tanta ropa negra y ajustada, maquillaje oscuro y marcado, y gestos serios y controlados logró ver un reflejo de debilidad en ella. Ella era… delicada. O eso creía ver él. Podía confundirse, pues estaba más pendiente del ritmo cardíaco de la muchacha que latía con tranquilidad, consciente de que estaba frente a un ser que podía desangrarla en meros segundos, que de psicoanalizarla. Sentía la sangre correr por sus venas, yendo de un lado a otro de su cuerpo. Y su olor… ¡qué olor! Era el más delicioso que alguna vez su nariz había aspirado. Deseaba a la muchacha. Deseaba sorber con quietud cada milímetro de su líquido vital. Y deseaba el poder y la fuerza que ésta le podía otorgar.

— ¿Dónde están? — preguntó ella, frunciendo el ceño. Su tono de voz, duro y frío, resonó de nuevo en las paredes del lugar.

El vampiro enarco una ceja, gratamente sorprendido. Era cierto que lo que menos pensaba era que la joven le preguntase por el estado de sus compañeros mortales teniendo un libro tan valioso como aquel en sus manos. ¡Humanos! Eran tan curiosamente impredecibles. Sin embargo, se vio obligado a mantener su postura firme, a pesar de que las ganas de lanzarse contra ella fueran creciendo por segundos.

— Te refieres a los muchachos que te acompañaban, ¿no? — la sonrisa del vampiro era ladina, dejando entrever unos filosos colmillos llenos de sangre. Un escalofrío recorrió la espalda de Aysha, quien no respondió a la pregunta formulada por su adversario. Éste soltó una estruendosa carcajada, que resonó por todo el edificio—. No creo que los vuelvas a ver, preciosa. Mejor quédate conmigo aquí… prometo que estarás bien.

Aysha miró fijamente a los ojos del hombre. Sabía perfectamente que aquella promesa no era cierta, pues si por algo se conocía a los vampiros, era por las mentiras que los labios de estas criaturas desprendían. Falsas promesas que garantizaban a los débiles humanos que estarían a salvo si se escondían bajo su ala, una protección eterna. Pero cuando ellos, temerosos y débiles, tomaban confiados su mano, acababan sirviendo como manjar a muchos de ellos. O aún peor, a tres metros bajo tierra.

— ¿No me crees, linda? — rió el vampiro, acortando la distancia entre ellos—. Tus amigos no lo hicieron. Arremetieron sus armas contra mí, un pacífico cura que quería ayudarles… — una mueca de tristeza fingida apareció en sus labios— Prefirieron luchar, y ahora están muertos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 23, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

AyshaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora