Perdón

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La primera vez que Seokjin pidió disculpas fue a los ocho años.

Un niño le había dicho que era feo. Y, aunque Seokjin sabía que eso no era cierto, no pudo evitar sentirse más que molesto.

Golpeó a su compañero de clases y la directora del colegio mandó a llamar a su madre. Después de un sermón y un castigo, Jin tuvo que ofrecer disculpas a su compañero.

Al siguiente día, Jin golpeó al mismo niño porque este le dijo gordo.

[...]

"No vayas, Jin. El que haya escrito eso no significa que nunca tuvo la intención de jugar con tus sentimientos" fue lo que dijo Hoseok; "Se detuvo a tiempo. Y... sí, tal vez trató de manipular tus sentimientos, pero jamás fue falso o actuó diferente de cómo es en realidad" le dijo Taehyung.

Seokjin se encontró de frente con la puerta de la casa de Namjoon el domingo por la mañana teniendo un serio debate mental sobre si tocar o no.

— Chico, llevas diez minutos ahí —le llamó una suave y seria voz a sus espaldas—. Si no quieres entrar, yo sí. Hace frío aquí afuera.

La madre de Namjoon se cruzaba de brazos, escondiendo las manos, tratando de mantener su temperatura. Seokjin se ruborizó un poco y se apartó rápidamente de la puerta, permitiendo así que la mujer abriera la entrada.

— ¿Y vas a pasar?

— Yo... —vaciló—. ¿Está Namjoon?

— No, hoy es domingo.

El castaño se golpeó mentalmente. Claro, los domingos Namjoon iba con su padre. Suspiró frustrado.

— ¿No quieres pasar entonces?

La cara seria de la mujer asustaba un poco al castaño y la insistencia en la invitación le daba la impresión de que la señora quería hablar con él. Y no le culpaba, seguro tendría un montón de dudas. Por ejemplo, ¿por que había salido con tanta prisa de su casa el día anterior? ¿Por que su hijo le seguía en tan malas condiciones? ¿Se habrían peleado?

Seokjin sintió la responsabilidad de darle explicaciones a la mujer, por lo cual, con una sonrisa débil y apenada, ingresó a la casa de Kim Namjoon. Dejó su abrigo en el perchero de la entrada, junto al de la mujer.

— Me gustaría invitarte a desayunar, pero el restaurante donde compro no abrió hoy —suspiró la castaña—. Malditas viejas holgazanas.

Jin retuvo el impulso de echarse a reír. Tanto por la ironía de la frase como por lo raro que era ver a una mujer tan seria soltando maldiciones.

— Tendré que cocinar algo —comentó ella, entrando a la cocina—. Toma asiento.

Seokjin caminaba detrás de la señora como si fuese un cachorro asustado. Ingresó a la amplia cocina junto con ella y se sentó en el banquillo alto frente al mesón de una barra, sin quitar su atención de los movimientos de la mujer.

La cocina de esa casa era amplia y completamente equipada, lo más sorprendente, sin dudas, era lo reluciente que se encontraba. Como si nunca nadie la ocupara.

— A ver... esto... cómo se prendía —mascullaba para sí la señora castaña, observando con extrañeza la estufa.

— ¿Le puedo ayudar? —Se atrevió a preguntar el invitado.

— ¿Luzco tan perdida e inútil?

— ¡No, no! Yo no quise decir-...

— Porque la verdad es que no sé cocinar.

La primera vez. [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora