Cumpleaños

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La primera vez que Seokjin tuvo una fiesta de cumpleaños fue a los cinco años.

Jin quería vestirse de Aurora y un pastel de fresas en forma de castillo que midiera cinco pisos.

Su madre hizo una fiesta donde Seokjin fue Woody, hubo pastel de chocolate y contrataron a un payaso que hizo llorar a la mitad de los invitados.

[...]

Cuando Seokjin llegó a su casa esta se encontraba totalmente a solas. Sus padres habrían salido a algún lugar, no le extrañaría; cuando Seokjin decía quedarse en casa de Hoseok, regresaba a su hogar pasadas las tres de la tarde.

Entró arrastrando los pies, sintiendo pesado el cuerpo. Caminó hasta su habitación, sosteniendo fuertemente el cuaderno verde en sus manos.

Namjoon se lo había lanzado y con furia había cerrado la puerta de su auto, para después regresar a su casa. Seokjin, desconcertado y dolido, había arrancado el carro y condujo sin mirar atrás hasta llegar a su hogar.

El muchacho de cabellos castaños se tumbó en el mullido colchón de su cama y miró fijamente el techo de su habitación. Todo se sentía tan vacío, tan triste.

La garganta aún le quemaba por aquel veneno que había lanzado contra Namjoon, y aunque una parte de él se arrepentía de haberlo hecho, la otra, rota y lastimada, deseaba herirlo más.

Suspiró profundo.

No sabía bien qué pensar respecto a la situación, ni siquiera sabía cómo debía actuar a partir de ese momento. Su cabeza era un total caos que comenzó a dar un verdadero dolor.

Sintió entre sus dedos la lisa tapa verde del cuadernillo maldito. "Un libro se lee hasta el final", había dicho Namjoon. Mordió su labio inferior, debatiéndose entre leer el contenido o no.

— ¿Jin? —Le llamó una voz desde la puerta entre-abierta de su habitación—. Creí que llegarías más tarde, ¿todo bien?

— ¿Eh? —Los ojos achocolatados del muchacho evitaron la mirada de su madre, pues en realidad no tenía ánimos de contar su vida amorosa en aquel momento—. Sí, sólo... discutí con Hoseok, nada grave.

— ¿Con Hoseok? ¿Hoy?

— No importa, mamá. Ya pasará —susurró, cerrando los ojos y escondiendo discretamente el cuaderno.

La mujer no lucía convencida, pero terminó por dar concluido el tema. Sonrió sinceramente y entró al cuarto, tomando asiento al borde de la cama.

— ¿Por qué no salimos a comer tú, tu padre y yo? —Propuso emocionada.

— No tengo hambre.

La mujer abrió escandalosamente los ojos y soltó un gruñido por lo bajo.

— ¿Kim Seokjin no tiene hambre? —Preguntó divertida—. ¿Debería llevarte al doctor?

El castaño sonrió sin poder evitarlo. A pesar de todo lo bueno o malo que esa mujer pudo haber hecho en su vida, seguía siendo su madre, y seguía siendo la persona que más amaba.

— Estoy bien —se reincorporó en la cama—. Además, ¿no acaban de regresar de comer?

Er-... algo así —titubeó la mujer—. Sólo vine yo... tú padre aún nos espera para que comamos juntos.

La primera vez. [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora