44 // día de helados I

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» harry.



— ¡Harry! ¡¿Ya entregaste la orden a la mesa 5?! —gritó. Bienvenidos al mejor trabajo del mundo con aquella adorable mujer que tengo como jefa. Cuando la veías era el ángel en persona, con unos ojos aceitunados que te cautivaban al instante y un hermoso cabello negro lacio. No lo negaba, era muy bella. Pero toda su sensualidad caía al fango cuando abría su bocota. Se llegaba a convertir en la misma diabla con ese humor de perro.

Revoleé los ojos, cuidando de que no me viera y volví en la maquinita de helados para ordenar lo de aquella mesa. Aburrido.

— ¡Inútil! —salté del susto. ¡Válgame, casi me da el patatus!—. ¡Pidieron el de menta! ¿Qué haces poniendo chocolate?

— Lo siento, es que...

— Sál de acá, yo misma lo haré. Ve a limpiar las mesas —me quitó el vaso con todo el odio del mundo y me empujó afuera. Volví a revolear los ojos por décima vez en el día. ¡Que exasperante! Removí todo mi cabello intentando desquitarme.

Tenía que renunciar. Esperen, no. No puedo. Necesitaba el trabajo. De lo contario, tendría que volver a casa. No iría a casa por nada del mundo. Al menos, no por ahora.

Pero tampoco podía andar toda la vida con la misma ropa, y pidiendo comida a la casa de Zayn. O durmiendo en la escuela. Ayer me salvé estando con Louis, durmiendo por fin en una cama muy cómoda después de días.

Mi pecho se apretó un poco cuando recordé haber estado en el sofá jugando sólo, esperando como un idiota por Louis. Y al pensar en Louis también venía a mi mente las mismas palabras de aquella mujer que odio por crear tantas dudas en mi cabeza.

Eh niño. Creo que estás enamorado.

Enamorado.

Esas palabras estuvieron día y noche de cada maldito día en mi mente. ¿Lo estaba? Reí. No. No podía estar enamorado. Era sumamente imposible. Desde un principio lo había visto como el chico que debía regalarme chicles. Luego se convirtió en el chico que podía confiarle mis problemas. Y más adelante como el mejor amigo que nunca tuve, y del que me puedo entender perfectamente. Pero, ¿enamorado? No me imaginaba a mi, enamorado de Louis.

A menos que no me haya dado cuenta.

Recordé las veces que habíamos visto películas hasta la madrugada, las noches en que había dormido en su casa, las tardes en que habíamos reído mientras veíamos los Simpsons. Sonreí ante el recuerdo de las mejillas sonrosadas de Louis cada vez que bromeaba con algo subido de tono, o cuando rozaba su mano cada vez que me entregaba los chicles. No lo podía negar, me gustaba sus mejillas, sus arruguitas que se formaban en sus ojos cuando sonreía, o cuando se ponía de mal humor como una chica en sus días. ¡Incluso me gustaban sus muecas raras!

Pero sólo debía gustarme eso.

Louis es tu mejor amigo, el cual está enamorado de Alicia. Tú sobras.

Ag, Alicia. Ahora sólo me la imagino a ella partiendola un rayo. ¡Ella es la que sobra! Ahora no sólo me quita mis chicles, si no a mi mejor amigo. Porque, es decir, yo merezco su atención, ya que soy su mejor amigo, y los mejores amigos no tienen amigos terceros.

¿Verdad?

Dah, claro que sí. Sólo no me acostumbro a la poca atención del castaño. Pero a medida que pasen los días todo este lío en mi cabeza pasará y todo saldrá bien. Volveremos a ser los amigos inseparables que siempre fuimos. Y Alicia sólo será una pequeña hormiga que estorba.

Louis, dame un chicle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora