Esto es lo nuestro

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Sara:
¿Qué estoy haciendo? ¿Qué –en el nombre de todo– estoy haciendo?
Trenzo mi cabello mientras bajo en el ascensor hasta el lobby, para poder pensar un poco más calmada sobre todo decidí ir al restaurant del hotel y tomar una copa de vino. Soy consciente de  que mi mente está hecha un caos. No es la mejor época, Agatha discute todo y nada a la vez y lo peor de todo, la cereza del pastel, el punto más alto de la montaña, es que mis sentimientos por Dylan –el cavernícola– ya no creo que estén del lado del odio.
Sonrió al mesonero cuando me entrega la copa de vino tinto. Bebiendo un sorbo intento poner todo en orden.
Agatha.
Su actitud y sus discusiones absurdas sé que vienen a raíz de las fechas. No hay mucho que pueda hacer para ayudarla o intervenir, depende de ella lo que quiera hacer.
Respecto a la época; es difícil olvidar o dejar pasar algo cuando está grabado tan firmemente sobre ti, sobre tu corazón, alma y memoria. A pesar de que ciertamente el pasado es pasado y no hay mucho que pueda hacer, simplemente aceptarlo y trabajar en función a eso.
Quisiera poder borrar nuestro pasado, pero sé que es imposible.
Finalmente, abordemos al cavernícola en la habitación. Dylan.
Dylan ha demostrado ser un idiota en repetidas ocasiones, no sabe cuándo debe parar de hablar, hace que me irrite y quiera ahorcarlo con una de sus corbatas, pero… El gran y mágico “pero”, cuando no es un cavernícola, en realidad es alguien agradable. Dejo la copa en la mesa, negando una nueva cuando el mesero pregunta.
Es posible que me esté volviendo loca, reflexiono. El que este considerando a Dylan como agradable e incluso lindo, debe ser una clara señal de necesitar un psiquiatra.
El sonido de la silla a mi lado siendo arrastrada me distrae de mis pensamientos. Sorprendida veo a la persona frente a mi.
—Mira lo que arrastro la marea. —la aguda voz de Jessica perturba mi tranquilidad.
—Jenny, ¿no?
—¡Jessica! —masculla entre dientes. No suelo ser de las personas que disfruta molestando a los demás, pero cuando alguien me mira o me trata como si fuera el polvo más insignificante en la suela de sus zapatos suelo ser igual de sarcástica y devolver el golpe.
—Bueno, suena igual. —Sonrió, me pongo de pie para irme. No estoy de humor para sumar su mala vibra a mi día. —Disfruta la mesa, yo ya me iba.
—No, no, no. Tú y yo debemos hablar. —Sin entender, la miro aburrida mientras le hago un gesto para que continúe. —Te recomiendo mantenerte alejada de Dylan, no eres alguien para él y sin dudas, tú —puntúa la palabra clavando su dedo contra mi hombro. —no eres para él.
—No me vuelves a tocar, —sacudo su mano sobre mí. —El hecho de que necesites enfrentarme para intentar retener a Dylan solo demuestra lo insegura que te sientes.
—¿Insegura? No puedes estar más equivocada, ¿acaso me has visto?
—¿Acaso te has escuchado? —Niego incrédula. Cansada de todo esto, finalmente digo. —Si realmente Dylan quiere estar contigo, ni yo ni nadie lo alejaría de ti y si crees que amenazándome lograras retenerlo, no es así. Eres muy guapa, Jessica, no seas de esas que se enfrascan en una relación y se obsesionan.
Dicho esto, me alejo. Puede que fuera algo dura con ella pero no me gusta que me amenacen mucho menos por un hombre. Regreso a la habitación, irritada por el comportamiento de Jessica y por haber estado pensando que Dylan era lindo. No puedo evitar desquitarme con él cuando le veo relajado en el sofá cuando entro a la habitación.
—¡Dylan! —Me para frente a el con las manos en mi cadera. —Te agradezco que le aclares las cosas a tu pequeña Barbie pelirroja.
—¿Qué? ¿De qué hablas? —Deja de lado la revista que estaba leyendo y se pone de pie. —No te estoy entendiendo, brujita. —me mira extrañado.
—¿De que puedo estar hablando? ¡De Jessica! Tuvo el descaro de abordarme en el restaurante del hotel y amenazarme.
—¿Amenazarte? ¿Jessica?
—No actúes como si no supieras que estaría aquí. Y si, fue muy clara cuando dijo que me debía mantener alejada de ti. —Imito su postura. Cruzo mis brazos frente a mi y ladeo la cabeza como si no entendiera nada. —Muy amable, por cierto.
—Sara. No tenía idea de que haría tal cosa. Incluso, no recordaba que iba a estar aquí. Al parecer lo menciono en un almuerzo, pero no le preste atención. —Luce realmente sorprendido. Un poco de mi molestia disminuye. —Hablare con ella. Descuida.
—Bien. —giro para irme a la cama, cuando me entra una duda. —¿Dylan? —gira a verme— ¿Por qué no la invitaste a ella?
—Simple. No quería venir con ella. —se encoje de hombros.
—Mmhm. Yo tengo otra teoría. —frunce el ceño. —Creo que te gusto.
—¿¡Que!? —Da un paso atrás alejándose apresuradamente tanto que tropieza con el sofá y cae sentado. —No sé de qué hablas.
Sonrió.
—Ay cavernícola, —juego un poco con él. — no lo niegues. Te mueres por mí.
Me alejo con un guiño escuchándolo a mis espaldas.
—¡Solo si me embrujaras!
Viendo el reloj en la mesita de noche al lado de la cama, decido comenzar a prepararme, así que abro el agua caliente y dejo que las gotas recorran mi cuerpo. Mi mente vaga mientras estoy bajo el agua, debo pensar que por motivo a los acontecimientos recientes y el agotamiento físico y mental los recuerdos abundan mi mente haciéndome estremecer.
Mis padres no fueron buenas personas. Mi madre se casó para poder huir de su casa, donde sus propios padres  eran fanáticos religiosos que creían en el castigo físico y aun así… no parece que sirvió de nada.  Ella no solía hablar mucho sobre su hogar de la infancia, pero los pequeños fragmentos que pude escuchar, no era un lugar muy amable. Era machista, los castigos crueles y como muchos fanatismos, voltearon las palabras de la biblia para hacerlas ver a su conveniencia. ¿Pero de qué sirve salir de un infierno si terminaras en otro?
Algunas veces pienso que no debo culparla por elegir al hombre con el que se casó, al final fue solo una chica de un pueblo pequeño que huía y se encontró con un hombre mayor dispuesto a alejarla de su pesadilla. No conocía otra cosa, nunca se había enamorado o tenido algún roce con otros hombres. Cayó rápidamente en su red.
Justin Thomson fue mi padre y el monstro de nuestras pesadillas. 
Para mi padre los puños, las drogas y el maltrato psicológico eran las respuestas para todo. Lo bueno y lo malo.
Cierro el agua caliente y tomo la mullida toalla que reposaba afuera de la ducha. Enrollo una alrededor de mi cabello y salgo a la habitación.
Mi madre nunca tuvo un chance contra él, pero aun sabiendo lo que hacía, lo que nos hizo a las tres continuo con él y muchas veces se hizo a un lado. Eso es algo que no logro comprender, ella escapo de lo mismo entonces ¿Por qué se quedó? ¿Por qué no nos fuimos?
Las emociones y los recuerdos me saturan y no puedo evitar que las lágrimas corran libres. Sentada en una esquina de la cama, apoyo mis codos sobre mis piernas y presiono las palmas de mis manos contra mis ojos dejando que las lágrimas mojen mis mejillas.
No entiendo porque lloro, hacía más de cinco años que no derramaba una lágrima y heme aquí. Como aquella niña de dieciséis años que tuvo que se defendió hasta más no poder. Una mano cae pesada sobre la piel de mi hombro sobresaltándome. Dylan está parado frente a mí con sus cejas oscuras fruncidas y una mirada preocupada en su rostro.
—¿Sara? ¿Brujita, que sucede? —Se agacha tomando mis manos entre las suyas.
—Nada. —muy a mi pesar se me quiebra la voz.
—Vamos, no llorarías por nada. ¿Qué está mal?
—¿Qué te importa, Dylan? —mi respuesta es cortante.
—Me importa más de lo que crees. Sea lo que sea que te puso así, quiero arreglarlo.
—No puedes a menos que tengas una máquina del tiempo.
—Puedo hacerla, dame unos minutos y la tendré lista para ti. —Me hace reír con su broma. —¿Ves? Incluso llorosa y moqueando, luces hermosa con una sonrisa.
—¡Yo no moqueo! —Digo indignada ocultando mi rostro.
—No, no lo haces, pero si eres hermosa. No dejes de sonreír, brujita.
Me quedo en silencio observándolo fijamente. Sus ojos azules muestran la sinceridad en sus palabras.
—Haces que sea difícil, cavernícola.
—¿Qué cosa? —ladea su cabeza ocasionando que un mechón de cabello negro caiga sobre sus ojos.
—Ponerte en la casilla de imbécil insensible. Por más que lo intente sigues sorprendiéndome y no logro saber si eres un idiota o no. ¿Dónde encajas?
—Mmhm. —parece pensarlo unos segundos antes de responder: —Si te lo dijera perdería la gracia, ¿no crees?—se encoge de hombros con una pequeña sonrisa. —Esto es lo nuestro y si te respondo ya no tendríamos nada para divertirnos.
—¿Qué es lo nuestro?
—Tu intentando descifrarme, yo dándote señales sin sentido y nosotros siendo tontos el uno con el otro como niños de primaria. —sonrió con él. Tiene razón. —Eso es lo nuestro.
—Eso es lo nuestro. —repito sus palabras. —De acuerdo.
Las lágrimas quedaron atrás, ahora reemplazadas con una sonrisa y un nuevo propósito: descubrir donde encaja el cavernícola. Me pongo de pie y siguiendo el espíritu de nuestra relación digo:
—¡Cavernícola! Vete, no puedes verme mientras me cambio, pervertido. —Suelta una profunda carcajada mientras se pone de pie y camina fuera del cuarto. —Vete, vete. Nos vemos más tarde.
—Apúrate brujita, porque tu escoba puede irse volando sin ti. —Es todo lo que dice.
Mientras comienzo a vestirme, una sonrisa queda plantada en mi rostro. Dylan es una caja de sorpresas. Comienzo a prepararme, me maquillo suavemente, decidida a mantener un estilo más natural por lo que delineo mis labios en un color claro y enfoco el protagonismo en mis ojos.
Ondulo mi cabello y dejo que caigan sobre mis hombros. Luego de ponerme un conjunto de ropa interior, puedo ponerme el vestido. Cae a la perfectamente en mi silueta y la tela no se siente para nada pesada. Completo el vestido con unos tocones rojos y me miro al espejo. Mi vestuario está listo. Me siento elegante, confiada y hermosa. Mirando el reflejo de mis ojos ante el espejo me digo:
—Disfruta. Deja atrás el pasado y vive tu vida. —me doy una sonrisa de aliento. Unos suaves golpes suenan a través de la puerta. —Ya salgo.
Tomo un pequeño bolso de mano donde guardo mi identificación y teléfono antes de salir. Dylan me espera del otro lado, vistiendo un traje gris. ¿Blanco y negro? Bastante acertado para nosotros. Su mirada me recorrer entera y tomo la oportunidad de hacer lo mismo.
Lleva un pantalón y saco de vestir grises y una camisa blanca, su cabello esta peinado hacia atrás pero aun así, dándole la ilusión de estar desprolijo, afeito su rostro por lo que no hay barba, sus labios se curvan en una sonrisa. Subo la mirada hasta encontrar su rostro. No lo admitiré en voz alta, pero se ve sexy.
—Luces… luces bien brujita. —Su brazo rodea mi cintura atrayéndome a él. —Perfecta para mi.
—¿Para ti? —lo miro divertida. —¿Qué te hace pensar que esto—me señalo—es para ti?
—Dulzura, —se inclina quedando su mejilla contra la mía y sus labios cerca de mi oreja. Su aliento me da escalofríos. —no hay forma que hoy seas para alguien más. Tu y yo pasaremos una noche increíble, pero solo nosotros. Nadie más— descansa un beso contra mi piel.
No digo nada, pero sonrió negando con la cabeza. Salimos de la habitación y tomamos el ascensor. Dentro de la caja de metal dice:
—Realmente luces preciosa.
—Gracias. —respondo sorprendida. —Tú igual.
Me guiña un ojo y se gira a las puertas abriéndose. Creo que hoy pasaremos una noche interesante, es todo lo que puedo pensar cuando siento su mano deslizarse hasta posarse en la curva de mi cadera.
Veamos que tienes para hoy, cavernícola.

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⏰ Недавно обновлено: Nov 22, 2021 ⏰

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Un cavernícola enamorado.Место, где живут истории. Откройте их для себя