Ego herido y rey de los imbéciles.

18.2K 1K 23
                                    

Adam y Víctor habían llegado hace un rato y desde ese momento se habían pegado a Dylan como si fueran conocidos de toda la vida. ¡Eso es traición! Se supone que deberían odiarlo igual que yo, no ser sus mejores amigos.

Lo peor de todo es que pareciera que les divierte mi mal humor.

Si poder escucharlos más tiempo riéndose me voy a la cocina. El muy cavernícola tenía que ser encantador con todos los invitados haciéndome parecer una loca, ¿Por qué parecía ser la mejor persona con todos menos conmigo?

Lo de ayer... Eso es algo que no volverá a pasar. Me niego a repetirlo. Fue un lapsus mental. Uno que se sintió muy bien. No voy a negar que él sabía besar, pero es de esperarse por parte de un hombre con fama de mujeriego, pero me gusto, mucho. Aunque quiera engañarme a mí misma eso es algo que no se puede negar y las reacciones de mi cuerpo a su alrededor son señales de alarma, sé que pasar tiempo con él a solas es un riesgo muy grande y planeo evitarlo a toda costa.

Pero Lulú nos puso en un aprieto.

Ser su cita será todo un desafío si planeo evitarlo. La puerta de la cocina se abre y por un momento considero esconderme bajo el mesón pero resulta ser Víctor.

—Nena, ¿Por qué te escondes aquí?

—No me escondo, Víctor. Solo que me canse de verlos encandilados por un pequeño idiota.

—Un idiota que esta para chuparse los dedos.

—¡Víctor! Tu esposo esta en esa habitación. —Le señalo.

—¿Realmente crees que no sé cómo Adam se lo come con los ojos? —pone sus ojos en blanco. —Dios mío si prácticamente está babeando sobre mí.

—¿No te molesta? —Lo miro extrañada.

—No, sé que solo se muere por mis huesitos. —Víctor era un hermoso ejemplar, su piel era de un lindo color canela pasión como le gustaba referirse a sí mismo, estaba rapado y aunque no fuera alguien musculoso tenía la contextura de un corredor, sus ojos eran de un profundo marrón casi negro. — Creo que la celosa puede ser otra.

—¿Quién?

—Sara, por favor. —toma mis hombros y me sacude suavemente. —Obviamente tu.

—¿¡Yo!? —me sacudo sus manos y tomo el vaso de agua que estaba sobre la mesa. —¿Por qué tendría celos? No seas absurdo.

—Absurdo no, cielo. Realista. —pronuncia cada una de las silabas resaltándolas. —Durante toda la cena estuviste lanzándonos miradas asesinas.

—Eso es falso. Sí, estaba molesta porque ambos están como hipnotizados por él y Dylan es todo encanto con los demás. Me hace parecer loca cuando digo como se porta conmigo. ¡Parece que lo hace apropósito!

—No creo que ese sea el caso, pero no te preocupes que por mucho que lo quisiéramos esa belleza batea para el otro equipo. Y por si no fuera obvio, no te ha quitado la mirada en toda la cena.

—¿De verdad?

—Si no te conociera tan bien diría que estas emocionada. —me guiña un ojo y tira de mi mano para ir de nuevo a la sala. — Cuando tu no lo estás viendo él te mira fijamente, es algo gracioso de ver.

No tengo oportunidad de responder, en un principio porque no sé qué decir y segundo porque Adam y Víctor ya estaban listos para irse. Cuando nos acercamos Adam envuelve su brazo alrededor de los hombros de Víctor, tirando de este hacia él.

—Nos gustaría quedarnos más tiempo pero nuestra niñera tiene examen mañana y nuestro pequeño es bastante inquieto. —dice Adam, con su mano disponible se la tiende a Dylan. —Fue agradable conocerte.

Un cavernícola enamorado.Where stories live. Discover now