Capitulo 6 Mi Departamento, Mis Reglas

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Al escuchar la afirmativa de Sherlock, Bell no pudo ocultar su felicidad, su sonrisa había llegado de oreja a oreja y su repentina acción fue ir a abrazarle. Tomándole por sorpresa la acción de la pequeña sobre su cuerpo, Sherlock movió su cabeza con sorpresa y observó como la niña detonaba una felicidad incontrolable. Mary y John percibían aquel momento sin creérselo.

—Ah, Sherlock —habló John y este le miró—. ¿Podremos hablar un momento? En privado.

Frunciendo el ceño, miró a su amigo y luego extendió sus brazos para tomar los hombros de la niña, y sin saber cómo actuar, trató de moverla de su espacio vital, pero era inútil. Sherlock Holmes no sabía cómo comportarse ante un pequeño ser humano. Al notar el comportamiento del detective, Mary se acercó a ellos y tomó los brazos de Bell quien, al sentir aquellas suaves manos, movió sus ojos para ver a la rubia con su tan maternal sonrisa.

—Ven preciosa, estos dos adultos necesitan hablar.

Sin oponerse Bell dejo libre a Sherlock y tomó una de las manos de Mary para luego sentarse en el sillón y comenzar a comer los biscuits de la señora Hudson, junto al pan que John había comprado.

El Doctor hizo una seña a Sherlock para que lo siguiera y este le obedeció. Dejaron el living room para quedarse en las escaleras y John cruzó sus brazos mientras se acomodaba en la pared. En cambio, Sherlock colocó sus manos detrás de él y le miró con cierta duda.

—Sherlock... —habló muy seriamente.

—Sé lo que piensas, John —interrumpió—. No sé cómo cuidar de una niña.

—Bueno, me ahorraste la sutileza. ¿Sabes lo que implica cuidar de un niño, Sherlock? —Y este alzó su cabeza mientras apretaba sus labios, en busca de una respuesta—. No tienes la más mínima idea —John suspiró amargamente—. Sherlock —continuó con seriedad—, Bell va a necesitar lo indispensable como comida, cuidados, atención...

—Como un perro —volvió a interrumpir.

Escuchando aquella respuesta John abrió los ojos con una extraña mezcla de seriedad e impresión.

—¡¿Un perro?! —Exclamó sin creérselo—. Eso es Bell para ti, ¿un perro? Ya veo, ya veo...

—Alguna vez tuve un perro —continuó como si nada—, sé cómo cuidar de uno, alimentarlo

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—Alguna vez tuve un perro —continuó como si nada—, sé cómo cuidar de uno, alimentarlo... Solo que no podré darle atención, incluso jugar con ella, para ello tengo a la señora Hudson...

—Sherlock —le detuvo el Doctor con una peculiar sonrisa y Sherlock quedó curioso ante aquella expresión en el rostro de John—. ¡¡Bell, no es un perro!! —gritó—. ¡¡Bell es un ser humano, una persona!! Si lo asimilas, ¿verdad? ¿Si captas el hecho de que Bell es un humano? —Sherlock miró sorprendido—. Si sabes lo que es un ser humano, ¿cierto? —continuó molesto.

—No soy un estúpido, John.

—Pues eso me estás dando a entender —enfureció—. Sherlock, Bell es una responsabilidad muy sería. Más allá de lo que te acabo de decir, va a necesitar ropa, porque ¿si notaste que lleva puesto un vestido de la señora Hudson? —el detective puso una expresión pensativa—. También necesitará estudiar, probablemente estaba en la escuela antes que pasará lo de su madre. ¿Qué pasa si se enferma? O ¿si tiene un accidente? ¿Qué harás? No la llevarás a un veterinario.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Where stories live. Discover now