"-vales mucho más, Yasha"

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- Yasha...

- me mataron a latigazos, por ser un ladrón y perro, un descarriado... o eso decían, pero cuando mi madre murió nadie en esa maldita aldea me ayudó...- empezó, intenté que me soltara, que nos sentáramos en el sofá y habláramos, pero no sirvió de nada- Me mataron a latigazos después de una semana sin comer, ni siquiera esas putas damas de la nobleza quisieron rescatar a su amante, ninguna movió un dedo... no las culpo, nadie lo hizo...

- Yasha...- aflojó el agarre y mi meno se libró de ella para acercarla a su mejilla, dándole ánimos, me estaba contando su vida, sus recuerdos, era una cosa importante.

- me habían vendido tan bien la vida después de la muerte, con un cielo azul, al lado de todos tus seres queridos, en paz... sin dolor...- suspiró y sonrió de manera sarcástica, tan sarcástica que parecía hiriente.- Pero, nada fue así, me quedé a las puertas de ese paraíso y caí al infierno...¿sabías que cuando mueres te olvidas de los momentos dolorosos, como si nunca hubieran existido? Pero en cuanto entré en el infierno, lo recordé todo, las alas del alma de un no pecador se evaporaron y las marcas de latigazos volvieron a mi cuerpo...

-¿qué pasó entonces?

- me dijeron que era un demonio, que estaba condenado a ser infeliz toda mi vida... y me pasé los días allí, recordando cada segundo de la tortura que pasé. Hasta que un día, se me juzgó por mi pecado capital, la lujuria, el hecho de haber estado con mujeres, demasiado jóvenes, casadas, solteras, extranjeras, de ser un prostituto, de vender mi cuerpo por dinero...- Mi mano seguía en su mejilla y ahora sus brazos pasaban por mi cintura, abrazándome-... pero era eso o suicidarme, y había gente que dependía de mi, mis hermanos...

- ¿tenías hermanos?

- No de sangre, solo eran niños huérfanos, sin hogar, sin nada... éramos un grupo de niños en busca de comida, y yo me sacrifiqué por otros, una señora me acogió en su casa, me desnudó y cuando estuvo satisfecha, me tiró a la calle, como un perro, para después darme un mendrugo de pan duro... ¿eso es lo que vale la pureza de un niño, un maldito mendrugo de pan?

- vales mucho más, Yasha, no te preocupes...

Acunó su cara en mis manos y se amoldó a ellas...

- Cuando te juzgan, te ponen un castigo que durará toda la eternidad, pensé que el mío serían latigazos pero... fue convertirme en incubo, y tener que servir a mujeres sin que ellas llegaran nunca a amarte...

- Pero, yo no te llamé, no te invoqué...- le digo

- nos ponen un listado de chicas, que yo estuviera aquí, ahora, contigo, ya fue escrito desde el día que naciste, es el destino, no se puede controlar

Sonreí y acaricié sus mejillas.

- pero si cambiar...

Sus brazos me rodearon mientras mis manos se apoyaron en sus hombros mientras nos abrazábamos.

Yasha, el incubo.Where stories live. Discover now