6. Debilidad

257K 28.5K 39.9K
                                    



— ¿Podrían dejar de mirarme como si estuviese a punto de asesinarlas a todas? —Rael, el ángel, es el primero en romper el silencio tenso que se ha apoderado de la estancia en la que nos hemos instalado.

Nadie responde.

Todas -tanto las brujas como yo- estamos lo suficientemente nerviosas como para conseguir pronunciar una oración coherente.

Un suspiro cansino escapa del tipo que se encuentra sentado frente a nosotras y una negativa de cabeza le acompaña.

—No tengo intención alguna de desgastarme hiriéndolas —dice, pero ninguna de nosotras baja la guardia. Él lo nota de inmediato, ya que rueda los ojos al cielo y masculla un débil—: No sé porqué me molesto intentando explicarme. Son tan necias... Ya les he dicho que...

—Ahórrate las palabras tranquilizadoras —Zianya es la primera en recomponerse de la impresión sobre lo que ha ocurrido las últimas casi doce horas, y toma el control de la conversación y habla antes de que cualquiera de nosotras pueda reaccionar—. Si realmente quieres que confiemos en ti, habla de una vez.

Otro suspiro pesado escapa de los labios del ángel.

—De acuerdo —dice con aire derrotado—, ¿qué es lo que quieren saber?

— ¿Quién te ha enviado? —Zianya pregunta. Trata de sonar serena, pero el filo tenso en su voz la delata.

—Gabrielle Arcángel.

Una risotada carente de humor sale de la garganta de Daialee.

—No sé porque no me sorprende —suelta mi amiga, con aire venenoso.

Rael le dedica una mirada cargada de irritación, pero ella ni siquiera se inmuta.

— ¿Con qué orden específica estás aquí?, ¿te han mandado a asesinar a Bess? —Zianya ignora completamente el comentario despectivo de Daialee y retoma el hilo de la conversación.

— ¿Es en serio? —Las cejas del ángel se disparan al cielo con condescendencia—. Hace un rato les dije que estoy aquí para cuidar de Annelise. ¿Es que acaso no escuchan?, ¿la capacidad de retención de ustedes los humanos es así de limitada?

—El problema es, Rael —es mi turno de intervenir, antes de que Daialee escupa algo en respuesta—, que no creemos una mierda de lo que dices. Los de tu especie me querían muerta hace unos años. Gabrielle en persona me atacó para llevarme en ese entonces y, de no ser por Mikhail, lo habría conseguido. De no haber sido por él, ahora mismo el mundo como lo conocemos habría desaparecido.

—Pero las cosas son diferentes ahora. Nuestro interés por ti ha cambiado por completo, ¿es tan difícil de entender?

— ¿De verdad pretendes que me trague ese cuento cuando los tuyos no hicieron más que atosigarme hasta el cansancio?, ¿tienes una idea de cuánta gente inocente murió gracias a esa caza incesante? —Escupo—. Será mejor que empieces a hablar con la verdad de una maldita vez o vamos a acabar contigo.


El ángel deja caer su cuerpo sobre el respaldo del sillón, y frota su rostro con ambas manos antes de mirarme con irritación y decir—: En mis fantasías eras más callada. ¿Sabes cuántos sueños húmedos has arruinado para mí?

Sus palabras me sacan de balance. El rubor no se hace esperar y sube por mi cuello hasta mi cara; sin embargo, trato de mantener mi expresión en blanco para que no sea capaz de notar la vergüenza que me invade.

— ¿Quieres dejar de ser un imbécil y hablar claro de una buena vez? —Daialee suelta, con irritación—. No eres gracioso.

Rael posa su atención en Daialee y suspira con pesar.

STIGMATA © ¡A la venta en Amazon!Where stories live. Discover now