Perpetuos

Una lágrima

Osmany se disculpó por la herida en la cabeza de Sergi, aunque no eran necesarias las disculpas, en la frente de Sergi no quedaba el mínimo rastro, ni la más pequeña cicatriz. Bueno, no podemos decir que no quedaba absolutamente nada, había aún un leve dolor. Fue un cabezazo muy fuerte. Aunque con todos los años vividos por Sergi, había aprendido a elevar su umbral de dolor y tenía técnicas para controlarlo y soportarlo, tampoco es que era hecho de adamantium. Aun así, el dolor más fuerte había pasado y ahora estaba todo muy bien. Sobre todo una vez que con la impresión, lograron tener la atención de Osmany y éste dejó de pelear.

Sergi puso al tanto a Osmany de lo que estaba pasando. Damian, mientras conducía, escuchaba atentamente la historia. No era la primera vez que la escuchaba, pero igual prestó toda la atención del caso a cada detalle, pues la situación lo ameritaba. 

Orianna observaba a Osmany con mucha atención y parecía que hasta con ternura. Esto incomodó un poco a Damian que no se perdía detalle de la historia de Sergi ni de la mirada de la chica al gigante negro.

El cielo estaba nublado. Habían alquilado un auto con las identidades falsas que el contacto de Sergi les había conseguido en Medellín. Obviamente, revisaron minuciosamente el vehículo. Era un Sedán negro de 8 cilindros y 600 cc, un auto bastante común, pues no querían llamar la atención, como si un tipo caucásico, uno moreno de larga cabellera y barba abundante, una chica de cabello blanco que se vestía raro y un negro gigante no eran ya motivo suficiente como para llamar la atención de todas las personas que los vieran. Se aseguraron de que las llantas estuvieran en perfecto estado y que sean idóneas para circular en una carretera con esas condiciones climáticas. El líquido de frenos estaba bien, el hidráulico de la dirección también. No se les escapó ningún detalle.

Todo lo anterior, les permitiría moverse con más facilidad y al mismo tiempo evitarían cualquier eventualidad como la descrita por Orianna al despertar esa mañana.

En la vía entre Madrid y Sevilla, se encontraron con un accidente y tuvieron que detenerse, pues las autoridades habían cerrado momentáneamente la vía. Se trataba de un choque entre el bus que ellos habían abordado y luego abandonado y un camión volcado que transportaba vigas metálicas. El cuadro era feo. vigas regadas por la vía, cristales rotos, la parte derecha del bus destrozada. Afortunadamente, no hubo víctimas fatales a pesar de las dos vigas que se incrustaron por el lateral del bus. Fue algo bueno que justo haya sido en los lugares vacíos que debieron ocupar Orianna y Osmany.  

Todos, excepto Orianna, podían imaginar lo sucedido. Ella lo vivió. Osmany que aún estaba procesando la historia de Sergi, empezaba a aterrizar más en la idea de todo lo que estaba sucediendo. La joven, que recordaba el accidente como un sueño, uno muy malo, en ese momento lo volvió a sentir tan vívidamente que se sobresaltó, algo que normalmente no ocurría. Cabe recordar que el accidente antes descrito, con la muerte de Osmany incluida queda sólo en la mente de Orianna como un sueño. Los demás de nuestros amigos no tienen registro alguno de ese suceso, sólo tienen como evidencia el testimonio de Orianna y el los vehículos destrozados en la carretera. Ahora es un suceso que no sucedió para ninguno de nuestros gracias a la intervención de Orianna, o como la llama Sergi, Oráculo. Ahora estaremos todos de acuerdo en que tiene bien merecido ese sobrenombre.

Una lágrima se deslizó por su mejilla derecha, la joven era normalmente muy dura, por lo que esto sorprendió mucho a Damian. Fue entonces que el hombre entendió que esta chica a quien él tanto admiraba y se sentía tan atraído, era muy fría, intrépida y sin miedo a la muerte, pero si se trataba de alguien más, aún un desconocido como Osmany, le afectaba en demasía. Esto no hizo otra cosa más que incrementar el enamoramiento que sentía por ella. Osmany acababa de conocerla y Sergi ya había visto este tipo de reacciones antes. Orianna no temía a su propia muerte, pero ver morir a otras personas siempre le causaba conmoción.

Osmany, el negro y corpulento cubano de casi dos metros, a pesar de ser nuevo en este grupo de amigos, ya prácticamente formaba parte de lo que ellos consideraban como una familia. Lo único que tenían era los unos a los otros. Más aún en tiempos en que estaban matando a los inmortales.

Antes de ellos, Osmany no había confiado su condición a nadie, además del Padre Alfonso, y eso porque se vio forzado a explicar su aparición de la nada en el altar de la capilla ante los ojos incrédulos del sacerdote. Ni siquiera a su querida Emily en quien confiaba tanto, había contado nada de lo concerniente a su inmortalidad. Pero a sus nuevos amigos, sobre todo luego de escuchar las historias de Sergi y Damian, no escatimó en contarles los detalles de sus episodios, como la vez que cayó de un edificio practicando parkour, o cuando el ex de una de sus antiguas novias le destrozara el cráneo con un bat de béisbol y cómo sobrevivió a estos eventos. Obvamente no podía dejar de lado el cuello roto de hace un par de  días y la extraña visita del misterioso extranjero en el bar. Seguro eso tenía que ver con todo lo que estaba pasando alrededor del mundo.

-Entiendes ahora nuestras inquietudes- Dijo Sergi. -Vamos con el profesor Seagan. Él nos ayudará a entender mejor todo lo que está sucediendo.

Nuestros amigos hicieron un alto en un paradero de la carretera. Comieron un poco y Sergi aprovechó para llamar al profesor Seagan desde una cabina  telefónica indicándole que hubo un pequeño contratiempo y que pronto se reunirán para analizar los últimos eventos. 

-Estamos solo a un par de horas profesor.

-Estoy esperando por ustedes, Sergi.

-Además le tengo una noticia, encontramos a otro inmortal, un joven cubano que está muy asustado porque piensa que alguien lo está buscando.

-Vaya, vaya. Eso sí es una verdadera sorpresa. Los espero con ansias acá en Sevilla.- Respondió el profesor hablando en un perfecto español.