Siete minutos en el paraíso.

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— Bien, ¿Alguien quiere emp... — la botella yacía en sus manos, meneándola en el aire. Pero JJ intervino antes de que Mila pudiera terminar la oración y cogió la botella con rapidez.

— ¡JJ empieza!

El moreno dejó la botella en medio del círculo que habían formado entre ellos y comenzó a girar. Todos miraban expectantes ante lo que podría suceder y en la persona que menos imaginaban, la botella fue a parar.

Era Yurio.

Yuri no pudo evitar tapar su boca ante la impresión. ¡¿Yurio y JJ?! No lo podía creer y no le cabía en la cabeza lo que sucedería entre esos dos. Sabía que Yurio odiaba a JJ, o al menos, eso le daba a entender a los demás. Pero le sorprendió el hecho de que Yurio no protestó, tan sólo frunció un poco el ceño y se fue en dirección hacia el armario que se encontraba dentro de una de las habitaciones, junto con su acompañante.

Los minutos transcurrían. Cinco, seis, siete... Ocho. No daban señales de vida y pensamientos inapropiados agobiaron la mente de Yuri, por lo que sacudió bruscamente su cabeza e intentó olvidarlos. Pero luego de unos pocos segundos, ambos abrieron la puerta de la habitación y tomaron asiento nuevamente en el círculo, como si nada hubiese sucedido.

Y la sonrisa en el rostro de JJ, junto con el sonrojo que aún permanecía en el rostro del rubio, los delató. Pero nadie dijo nada sobre la situación.

Mila tomó nuevamente la botella.

— ¿Alguien? —inquirió Mila hacia los demás, nadie quería tomar la iniciativa.

Hasta que alguien habló.

— Yo lo haré.

Yuri palideció y no pudo evitar abrir los ojos como platos. Viktor había cogido la botella esta vez.

¡¿Es que acaso el alcohol le había afectado mucho esta vez?! Sí, quizá era lo más probable y esa era la razón por la cual Viktor se ofreció a jugar. Y Yuri no quería mirar a quien acabaría apuntando la parte superior de la botella.

Y no podía pensar con claridad en ese instante.

Tenía en cuenta sus sentimientos hacia Viktor, en realidad... Aún estaba un tanto confundido. Sucedieron tantos acontecimientos dentro de los últimos meses que, lo único que no había logrado hacer bien Yuuri, era cuestionarse sobre lo que sentía hacia su entrenador. Años atrás era una inocente admiración hacia su modelo a seguir, la ingenua idea de adquirir el talento necesario y aspirar a competir junto a él en el Grand Prix Final. Mantenía en cierta forma aquel sueño que había tenido desde pequeño, pero estaba presente en él que las cosas habían cambiado drásticamente entre los dos.

Aquellos roces accidentales, los abrazos que el de hebras platinadas le otorgaba sin razón alguna. Las sutiles caricias que le daba cada vez que entrelazaban sus manos y aquellas noches en que dormían juntos, en las que no solían ir más allá de un simple abrazo.

Y Yuri comenzaba a percatarse que sus sentimientos eran más que simple admiración o una amistad cercana.

Pero... ¿Y Viktor?

Una voz lo sacó de su trance, Mila llamaba su atención nuevamente. Fijó la mirada en la botella que detuvo su movimiento hace unos segundos atrás y quedó estático.

Se había posicionado justo frente a Yuri.

Desvió la mirada hacia Viktor y aún mantenía la sonrisa ladina que le había otorgado hace unos minutos atrás. Y podía jurar que moriría en ese instante.

Mientras los demás invitados los animaban, Yuri y Viktor se levantaron del incómodo suelo y fueron en dirección hasta el armario. No articularon una palabra en el camino, algún gesto, nada. Sólo caminaron, entraron a la habitación y posteriormente, se encerraron dentro del mobiliario.

7 minutos en el paraíso | Viktor x Yuuri |Where stories live. Discover now