Capítulo 1 El primer beso

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CAPITULO 1

El primer beso

Bruce

Superman saltó hacia Batman justo cuando las vigas iban a desplomarse sobre él.

El murciélago quedó debajo mientras el hombre de acero apretó los dientes con fuerza al sentir las toneladas de escombros que chocaron contra su espalda. Lanzó un grito sordo y Bruce sintió el aliento del kriptoniano en la sien y no solo eso, sino también el aplastamiento del kryptoniano contra su cuerpo. Apenas le dejaba respirar.

Después sólo hubo oscuridad, sepultados entre los restos de la vieja fábrica.

¿Quién iba a pensar que Metalo estaría ahí? Y ¿quién iba a pensar que Superman también lo estaría?

-Muévete Clark, no puedo respirar – Dijo el murciélago entre intentos infructuosos de separarse del cuerpo de Superman.

Superman no respondió.

Bruce supo entonces que el kriptoniano estaba peor de lo que parecía. Metalo le había golpeado duro. Debió de ser ese directo a la mandíbula. 

–Aggghh - Bruce no podía ni pensar. Su vista se empezaba a nublar por la falta de oxigeno - ¡Clark, despierta! – le gritó con el poco aliento que le quedaba.

Superman estiró los brazos y las piernas y  las vigas emepezaron a crujir, las rocas se desplazaron y dieron algo de aire al murciélago que inhaló profundamente sabiendo que la vida le iba en ello.

Bruce sacó una pequeña bengala del cinturón, la partió y la oscuridad cobró un tono anaranjado. Alzó la vista y vio al hombre de acero a escasos centímetro, sudando frente a él. Era muy consciente de que estaba utilizando el poco poder que le quedaba después de estar expuesto a la kryptonita.

-Aguanta Clark, sólo un poco más. Metalo se irá pensando que hemos muerto sepultados.

Superman asintió casi imperceptiblemente, sin fuerzas para articular palabra.

Allí estaba Bruce, el caballero oscuro de Gotham y Clark, la luz de Metrópolis, piel sobre piel.

Lo tenía tan cerca que sus mejillas se rozaban levemente. Clark tenía una temperatura mucho más elevada que la de cualquier humano. Quizás unos 42 o 43 grados y ahora, enfermo por la radioactividad de la piedra verde, quizás superara los 45. Pero el contacto del kryptoniano no molestaba a Batman, al contrario, sintió que le gustaba ese calor asfixiante.

El vello de su espalda se erizó en un calambre que le recorrió todo el cuerpo, exhaló violentamente y su corazón se aceleró.  Notaba sus propias palpitaciones, sin poder ocultarlas, y mucho menos a Superman.

- ¿Qué te pasa? – preguntó el hombre de acero, ya bastante más recuperado.

- Nada – le contestó Batman furioso, más con él mismo que con Superman.

- Tienes dos costillas fracturadas.

- Deja de utilizar tu visión de rayos X conmigo Kent –le dijo molesto el murciélago. Aún así, agradecía que sus costillas rotas hubieran desviado  la atención del kryptoniano.

Superman era tan imponente y lo peor es que no se daba cuenta de ello. Era tan modesto, tan intimidante... Bruce se sentía pequeño a su lado, débil e insignificante. Eso le molestaba a sobre manera aunque no fuera culpa de él por ser lo quien era, lo que realmente le daba rabia es que parecía no darse cuenta.

El Dios y el mortal. Superman y BatmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora