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En BTS había muchos secretos.

Eran siete chicos conviviendo juntos, había mucha confianza entre ellos y si les preguntasen a los miembros cuanto sabían de los demás, todos responderían lo mismo:

«TODO»

Y no sería una mentira, sino más bien una verdad a medias, pues había muchas cosas que los chicos ocultaban y escondían, cosas que les daba vergüenza comentar o que, simplemente, querían guardarse para sí mismos, cosas que no eran necesario compartir.


En BTS había muchos secretos.

Pensamientos que los miembros se reservaban, cosas que les costaba confesar. Pero todos habían tenido momentos de debilidad, instantes en los que el estrés era tan grande que, o hablaban, o estallaban. O simplemente se dejaban llevar por la intimidad y un instante de flaqueza en el que sacaban a relucir uno de esos oscuros secretos.

Y para esos momentos, siempre buscaban a la misma persona.


JiMin pertenecía a la maknae line, era el tercero más joven del grupo, y sin embargo, hasta sus mayores lo buscaban para hablar.

JiMin podía ser inexperto, juguetón, un poco egocéntrico y aparentemente despreocupado, pero sabía escuchar como ninguno. Su sonrisa siempre aliviaba las tensiones, y aunque no tuviera palabras para ofrecer consejo en todas las ocasiones, siempre, siempre brindaba consuelo. Una sonrisa, una caricia, un abrazo, un beso. JiMin siempre tenía de eso para ellos.

JiMin era el que liberaba el estrés del grupo, esa era su función principal, el rol que había desarrollado, mucho más importante que su voz o su baile. Y a JiMin le encantaba, porque sabía que era el único que podía hacerlo.


En BTS había muchos secretos, y JiMin podía decir, orgullosamente, que sabía la mayoría de cada uno de ellos.

Sabía que J-Hope se iba a pasear por la noche cuando había discutido con Suga y no tenía ganas de fingir una sonrisa. Sabía que Jin se levantaba algunas noches cuando creía que todo el mundo dormía para meter los dedos en su garganta y vomitar porque se había dado un atracón del que se sentía culpable. Sabía que JungKook tenía gigas y gigas de porno en su ordenador. Sabía que V molestaba el doble a JungKook que a ninguno de los demás porque a veces envidiaba que sus hyungs le prestaran más atenciones al menor en lugar de a él.

Y sabía más, mucho, mucho más.


Pero los secretos que más le gustaban a JiMin eran los morbosos, los que hacían que los mayores se sintieran incómodos de contar y que los menores rieran con sus caras sonrojadas.

Los secretos que más le gustaban a JiMin eran los fetiches, sus deseos más oscuros y primarios, aquello que les gustaba imaginar cuando se masturbaban en la ducha o cuando se les llenaba la mente de sucios pensamientos.

Era tan divertido... Se reía tanto con ellos... Nunca se cansaba de escucharlos.

A JungKook le encantaban los pechos grandes. Enormes. A su edad, era virgen como un santo, pero su juvenil mente se dejaba llevar demasiado por las hormonas, y su gran sueño era enterrar la cara en los grandes senos de una mujer.

J-Hope tenía un algo con el contacto visual y quería mirar a los ojos a la chica cuando le hicieran su primer oral. A medio camino entre lo romántico y lo obsceno, añadió la puntilla al aclarar que también quería terminar en su cara.

A Suga le gustaban las mujeres ruidosas en la cama. Algo extraño para un tío tan silencioso como YoonGi. Tal vez por eso, su excitación aumentaba al imaginar darle tanto placer a su chica que la hiciera gritar.

V se había imaginado muchas veces haciendo un trío. Un trío con un chico y una chica. V tenía muy pocos tabúes al respecto de su sexualidad, no tenía muy claro si prefería a los hombres o a las mujeres, y puestos a experimentar, quería experimentar con los dos.

Ninguno tenía un fetiche tan simple como el de Jin, que le bastaba con que su futura novia llevase ropa interior rosa y le dijera cosas bonitas al oído.

Pero, sin dudar, el que menos gracia le hacía era el fetiche de Rap Monster, no porque fuera menos interesante o divertido, si no porque a JiMin lo que le gustaban eran las exclusivas, y aquello era un secreto a voces. Más bien, lo sabía el mundo entero. NamJoon había escrito una canción y había convencido a todo el grupo para cantarla. Había conseguido que el puto Bang Shi Hyuk la incluyera en uno de sus albums y lo peor es que había sido un éxito.

A Kim NamJoon le ponían como una moto las Converse All Star. Cualquier tipo de Converse le valía, pero en especial, las Converse altas de color rojo.

Todo el mundo lo sabía. Los miembros habían acabado aborreciendo tanto ese tipo de calzado por culpa de Rap Monster que todos habían tirado las Converse que tenían. Por la ventana. Y preferiblemente a la cabeza de NamJoon.


JiMin sabía todos los secretos de los chicos de BTS, pero ellos, a pesar de que JiMin parecía el más transparente y sincero de todos, no sabían ninguno de los suyos.

A veces, los que mejor escuchan son los más reservados y JiMin tenía más secretos que todos ellos juntos.

El peor, el que más quería ocultar, era que JiMin quería llevar Converse altas de color rojo. No porque le gustara especialmente el calzado. Sino porque le gustaba NamJoon, y la forma en la que miraba sus pies enfundados en Converse.

Converse High | MinJoon |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora