Expediente 1: Samara Jones

Start from the beginning
                                    

—¿Y le descubrieron ser cómplice del ataque?

—Realmente no. Samara salió libre a los pocos días de arrestarle por escasas pruebas, pero jamás le dejamos de vigilar. Con el tiempo nos dimos cuenta de que tuvo una hija y casi siempre no se quedaba estable en un solo sitio. Constantemente se mudaba de una parte de Inglaterra a otra, y eso nos preocupaba mucho.

—Era como si estuviera huyendo —susurró curioso John.

—Tal vez sabía que la teníamos vigilada, no obstante, fue acusada de un delito grave y en su juventud no fue una chica modelo. Como le dije, un dolor de cabeza para nosotros —finalizó con desprecio.

—¿Y Rupert Casey es el padre de Bell? —sin pensarlo preguntó John.

—Por desgracia, Doctor, desconocemos esa información. Samara jamás registró el nombre del padre.

—Entonces... Bell está sola —aludió sorprendido y tristeza a la vez.

—No realmente, Doctor Watson —rápidamente John alzó su mirada hacía él—. Samara tiene una hermana. Cuando la arrestamos por el caso Casey, la hermana movió sus influencias para que saliera en libertad.

—¿Y dónde está la hermana?

—Cuando nos enteramos de la muerte de Samara, estuvimos buscando a la hermana y hasta ahora, nada. Es como si se hubiera desvanecido de esta tierra.

—¿Creen que este...? —preguntó nervioso.

—No sabría decirle si está muerta, Doctor Watson. Lo único que sabemos es que se fue a Norte América y de ahí le perdimos el rastro.

—¿Ella estaba también involucrada en los casos de terrorismo?

—No, la hermana tiene otro tipo de historial, algo más similar al de aquella mujer —respondió muy serio el mayor de los Holmes y John se vio confuso.

—Se refiere a... —pausó. Pensó por un largo minuto hasta que su cerebro logró una conexión—. ¿A Irene Adler?

Mycroft alzó su cabeza afirmativamente.

—Solo que la hermana Jones no está tan revuelta en casos llamativos, no al menos como aquella mujer. Es más sutil en lo que hace.

—¡Dios, que familia! —Exclamó John—. ¿Algo más que deba saber?

—Así es, Doctor Watson. El último empleo registrado de Samara Jones fue ser secretaría de Charles Augustus Magnussen.

Y al oír aquel nombre John se alzó del sillón y miró aterrado a Mycroft Holmes.

El silencio que había en el 221B de Baker Street se vio abruptamente interrumpido por los gritos de la pequeña Isabelle

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El silencio que había en el 221B de Baker Street se vio abruptamente interrumpido por los gritos de la pequeña Isabelle. Al escuchar el grito desesperado de la niña, Sherlock dejó caer todo lo que tenía en sus manos y se alzó espantado de su sofá.

—¡¿Qué te pasa?! —vociferó nervioso y disgustado.

Bell seguía gritando hasta que las lágrimas salieron de sus ojos. Sin comprender aún el grito, el detective comenzaba a alterarse. Él no sabía cómo actuar con los niños y mucho menos estando ellos en una crisis de nervios.

Al living room llegó una preocupada señora Hudson gracias a aquel grito que se oía por todo el lugar. Al entrar descubrió a Bell gritándole a un periódico y a Sherlock caminando como loco de rincón a rincón y tapándose las orejas con sus manos.

—¡¿Qué es lo que pasa?! —demandó alterada la señora Hudson mientras se acercaba a la niña.

—¡No lo sé! —Gritó Sherlock—. ¡Ella empezó...! ¡De la nada!

—¡Bell, cariño! —Exclamó la señora Hudson mientras la abrazaba—. ¡Pequeña, tranquilízate!

Al sentir los brazos de la señora Hudson, la niña se sostuvo de ellos y se recargó en su pecho para poder ahogar el grito. Cuando los chillidos de Bell se convirtieron en sollozos, Sherlock paró su caminar y destapó sus orejas. Aún aterrorizado ante el repentino ataque de la niña, se acercó a ambas y las miró exaltado.

—¡¿Por qué fue eso?! —cuestionó molesto. Bell le miró con esos ojos llenos en lágrimas.

La señora Hudson frunció su ceño ante esa pregunta.

—¡Sherlock! —Exclamó molesta—. Sé más sutil.

—¿Sutil? ¡Ja! Quiero saber, ¿por qué gritaste, Isabelle? —exigió.

Ella le observó con coraje al pronunciar completo su nombre, no obstante, Sherlock le ignoró. Apreciando el comportamiento del detective, la niña le obedeció y apuntó a una hoja de los periódicos. Curioso por ello, Sherlock miró la hoja a la cual la pequeña apuntaba y quedó desconcertado al ver el contenido de esta.

Era una fotografía de Magnussen.

Era una fotografía de Magnussen

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Where stories live. Discover now