Capitulo 13

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Todos tuvimos un amor.

Que atesorábamos. Que potenciaba el brillo de la realidad. Que era decisión, pasión y lucha.
Un amor que jurábamos duraría por toda la eternidad. Que lo cuidaríamos, que no dejaríamos morir.
Todos tuvimos amores pasajeros, amores profundos que dejan una marca para siempre.
Amor del bueno, amor del terrible. Amor que te impulsa a crecer o amor cuyas huellas son conflictos que cuestan sanar.
A veces uno se lo pierde por olvidar que incluso la rutina puede tener su magia desde el amor, mientras que al otro le toca preguntarse qué hizo mal, qué pudo haber hecho para mantener su alimento vivo y constante.
En otras ocasiones toca la confusión, la mentira que cosquillea en los huesos y nos hace temblar ante la verdad que encontramos allá afuera. La traición mueve montañas de lodo y uno debe aprender a remar con fuerza aunque sin vitalidad.
Todos tuvimos un amor que con tal de no sufrir el dolor de dejarlo ir fuimos tomando migajas o terminamos por creerlo todo incluso sin confianza.
Es dificil el amor y siempre es el mismo, van rotando los escenarios y van cambiando los papeles y los actores.
El amor es siempre un desafío, una renuncia... una ganancia y sobretodo un aprendizaje. Se aprende muchas veces a partir de la colisión.
Es tan complejo el amor que puede quebrar y sólo él te puede curar.

No quiero volver a ver a Daniel, no quiero volver a escuchar su voz, no quiero tenerlo cerca nunca más. Hace seis días intenta comunicarse conmigo y me las ingenio para que no me encuentre en ningún lugar. Corina me cubre a la salida del trabajo, cuando Daniel está afuera esperando ella le dice que me fui temprano. Me desesperan sus mensajes y sus preguntas en mi correo electrónico. Anoche cuando llegué a mi departamento él estaba en mi puerta, por suerte lo vi a tiempo como para alejarme sin ser vista. No soporto el nombre de ese hombre, ese hombre me falló como nunca nadie lo había hecho. Lo peor de todo esto es que él ni siquiera lo sabe. Le pedí a Cecilia que tampoco respondiera sus mensajes, ella insiste en que debería hablarle, que no cree que haya tenido intenciones ocultas si no hacía más que ser mi compañero ante todo lo que pasa últimamente.

Creo que estoy a punto de perder mi trabajo, mi jefe no me soporta y yo no lo soporto a él. La semana pasada entrevisté a Lorena, la cantante que hace furor entre los adolescentes, cuando le pregunté qué mensaje le gustaría dejar a sus seguidores dijo que lo más importante en la vida es divertirse y que nada opaque nuestra luz interior, me pareció el comentario más trillado que escuché en estos tiempos, ¿divertirse y nada más? No señorita, usted está muy equivocada, la revista es leída por miles de adolescentes que están insertos en el mundo real, no en el mundo de fantasía que usted parece vivir, ellos están en una realidad que duele, una realidad en la que los adultos están muy ocupados como para atender a sus necesidades afectivas, un mundo en el que no importa lo que hagas... la diversión siempre tiene un final y cuando hay que tener los pies sobre la tierra el mensaje que necesitamos va más allá de una luz que no se tiene que opacar, porque si lo que nos caracteriza es tener luz interior, esa es una luz que no siempre brilla, una luz que por momentos parece desaparecer, porque la vida duele y esa es la verdad, puede que no nos guste, puede que intentemos evadir de mil y un maneras lo que sentimos, pero el dolor ahí está y si cuando buscamos respuestas a los diecisiete años el mensaje final es que hay que divertirse y nada más... ¿Cómo se puede crecer? ¿Cómo se pueden enfrentar los problemas que tarde o temprano aparecen? ¿Cómo se puede asumir la responsabilidad sobre los propios actos? ¿Cómo se pueden tomar decisiones acertadas?

Lorena se negó a continuar con la entrevista, no supo siquiera responder ante mis últimas preguntas existenciales, pero yo no estaba hablando con ella, estaba hablando conmigo misma. Con Gabriela, la niña de diez años que se pregunta por qué no tiene primos con los cuales jugar, por qué no tiene tíos ni abuelos que la consientan, por qué las familias de sus amigos están completas y la suya no. Gabriela, la joven de diecisiete años que lo único que quiere es ser una adolescente normal, poder salir a disfrutar de su edad sin tener que explicar un millón de veces a su madre que no estar en casa no es el fin del mundo, que la amenaza más grande se encuentra adentro y es su propia libertad la que es constantemente ultrajada. Gabriela, la mujer que se pregunta por qué la relación con su madre tuvo que ser tan tortuosa, por qué tuvo que pasar años lidiando con las mismas discusiones, por qué siempre sintió que le faltaba algo. Estaba hablando con la persona que me devuelve una mirada que no logro reconocer a la mañana cuando me encuentro frente al espejo y me pregunto qué es lo que he hecho conmigo misma y por qué tengo que ser tan egoísta. Una mirada que está cansada de cuestionar todo lo que la rodea desde que tuvo conciencia de su propia existencia, cansada de llorar por una madre que se fue antes de explicar todo lo que nunca pudo cuando sus preguntas lo único que lograban era hacerla quebrar en llanto.

El secreto de HelenaWhere stories live. Discover now