El pájaro que no vuela

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23:55

|Estaba sentado como todos los días en la alcoba, observaba el cielo negro. La noche estaba perfecta, pues había llovido, al igual que aquella vez.|

Desde que se había cruzado con el ave que no volaba, su vida había cambiado. Era veterinario en uno de los principales zoológicos del país, muy respetado entre sus colegas y su vida iba color de rosas. Tenía una preciosa novia, que era escritora, un hermoso departamento y un trabajo que le apasionaba.

Una mañana llegó proveniente del sur del país, un pájaro carpintero rojo, que se encontraba en peligro de extinción. Esta ave al parecer no tenía nada de extraño, uno lo observaba un instante y no encontraba el daño que tenía, su pico estaba fornido al igual que su cuerpo, sus plumas negras brillaban aquella mañana, pero lo que lo hacía especial, era que este pájaro no podía volar, simplemente no sabía volar, nunca había aprendido, aunque estas aves, como la gran mayoría, lo hace por instinto, pero esta ave simplemente no había podido, la morfología de sus alas era la adecuada, le habían hecho muchas radiografías ,pero ninguna apuntaba a que tuviera un problema en su estructura ósea, esta ave no había nacido para volar y por esta razón estaba en el zoológico. Al tomar al pájaro, este le clavó sus negros ojos durante unos interminables cinco segundos, desde ese momento el veterinario no pudo llevarse bien con esta extraña criatura.

Al llegar la noche no dejaba de pensar en ese pájaro, su cabeza roja rondaba todos sus sueños, sentía que le picoteaba el cuerpo, le clavaba la punzante mirada, y caminaba.

-Lo siento no puedo seguir cuidando a esta ave, me es imposible, no me especializo en este tipo de especies y menos en este estado -le dijo al director del zoológico-.

-Lo entiendo, sé que es complicado, pero va tener que esperar tres días, solo tres días y no tratará más a esa ave -explico prometedoramente el director-.

Esto no significaba que dejaría de ver al pájaro carpintero. El ultimo día que trato con él, este lo volvió a mirar como lo había hecho la primera vez, pero esta vez fijo con brusquedad su pico contra su mano, mientras el veterinario le daba de comer, no le dejó ninguna herida ni rasguño, solo le dolió.

Las noches siguieron iguales, a pesar de que ya no trataba con el pájaro lo seguía viendo todos los días, aunque no dirigiera su mirada hacia él, aun así, sentía su presencia. Continuaba soñando sobre este pájaro, que lo atormentaba en sus sueños, sentía su picoteo insistente contra los troncos y el ruido seco que emitía. La última noche antes de la tragedia, soñó que el pájaro se posaba en un árbol. En la copa, estaba el veterinario esperándolo con las semillas en la mano, para que este pudiera picotearlas, pero como esta ave no podía volar, se quedó abajo esperando a que bajase el hombre. Sin previo aviso el ave comenzó a mover sus negras alas, que parecían hechas de aire por el rápido y fácil movimiento de estas, comenzó a pasearse por todo el lugar y por último se dirigió a la copa del árbol, ahí se detuvo frente al veterinario, lo observó con su tétrica mirada durante cinco segundos, luego picoteó con fuerza la comida y comenzó a hablar con el veterinario como si fuese de lo más normal.

-Sé que no te caigo bien, soy muy fastidioso y como ya sabes, no se volar, pero hoy no tengo la menor idea de cómo lo he logrado -le dijo el pájaro de cabeza roja, con una voz horriblemente tosca-. Sé que no querías seguir tratando conmigo, por esa razón le pediste a tu jefe que te removiera de tu puesto, pero lamentablemente me seguirás viendo, ni siquiera la muerte te va a salvar -esta vez su voz se volvió dulce, pero a la vez maliciosa-.

Como último acto dirigió con violencia su pico hacia la mano con la que le daba alimento, luego retomo su irreal vuelo.

Se despertó sobresaltado sentía que se le iba a salir el corazón, ya no podía seguir así. Un pájaro del demonio lo estaba dominando, decidió de manera involuntaria, como si quisiera con todas sus fuerzas, escapar de todo lo que le rodeaba, de esta manera se libraría del pájaro. Tomó un avión sin destino. De esta manera la compañía aeronáutica nombraba su extraña promoción, lo que era una bendición para todos los desesperados, incluido el veterinario, "viaje a un destino sin destino y líbrese de sus problemas". Ya en su asiento percibió el ambiente que se vivía en el avión, todas las personas parecían haber venido del regreso de un funeral. En el momento en el que el avión despegó, se dio cuenta de que ese avión sin destino caería a tierra o a mar y moriría, o eso creía. Las turbulencias movían el avión como si fuese una mecedora, los pasajeros no se alarmaban y seguían ensimismados en sus pensamientos. Afuera llovía intensamente.

El pájaro que no vuelaWhere stories live. Discover now