Bon regresó a su casa temprano. Su padre no estaba en el salón como era usual, pero Bon no le dio demasiada importancia. Se recostó sobre su cama junto a su guitarra, y se dejó llevar por las notas que improvisadamente salían de ella.

El sonido de su teléfono móvil lo alertó, y se sorprendió al ver que era Bonnie, y no Toddy, quien estaba llamando.

Pero si hoy no tenemos práctica.

-¿Diga?

-¿Bon? -le había llamado por su nombre, y eso no le dio buena espina. No debía de tratarse de la práctica.

-Bonnie, ¿Qué ocurre?

-Emm... Esto, yo... -le temblaba la voz-. ¿Puedes venir a mi casa un segundo?

-Claro, pero ¿Qué te sucede?

Se escuchó un quejido. ¿Estaba llorando?

-Bon, ven, por favor... te necesito.

Y Bon ya estaba saliendo por la puerta, corriendo todo lo que sus piernas le permitían.

-Ya llego, Bonnie, tu solo aguanta.

-Vale...

Recordaba con bastante precisión donde se encontraba la casa de su amigo, y no tardó en llegar. Llamó al timbre insistentemente, pero nadie le respondió. Un mensaje vibró en su teléfono

"Sta bbierta, sube esty enel baño de ariba"

Habían algunos typos en el mensaje, lo que indicaba que a Bonnie le estaban temblando las manos al escribirlo. Bon empujó la puerta y esta cedió con facilidad. Subió los escalones de dos en dos.

-¡Bonnie! -gritaba-. ¡Bonnie ya estoy aquí!

Encontró a su amigo tirado en el suelo del baño. Se sostenía como meramente podía de la taza del retrete, y se giró pausadamente a ver al otro en cuanto llegó.

-Bon...

-¿Qué ha pasado?

Corrió a abrazarlo fuertemente, y Bonnie se aferró a su espalda con ambas manos. La respiración era entrecortada, y Bon podía sentirla en su pecho a través de la camiseta. Bon divisó una cuchilla pequeña y afilada junto a ellos en el suelo, y la expresión se le desfiguró.

-Bonnie, no me digas que has vuelto a...

-¡No! -Bonnie se enterró más en el pecho del otro-. No he hecho nada... por eso te he llamado. Ya no quiero hacerlo... pero...

-Ya está, Bonnie, ahora estoy aquí contigo, y no voy a dejarte. Ya no va a pasarte nada.

Se quedaron unos segundos en silencio, aferrados el uno al otro, hasta que Bonnie se separó lentamente. Había dejado una mancha de lágrimas y mocos en la camiseta de Bon, pero este no pareció darle importancia. Al contrario, tomó un mechón de su cabello que le caía por la cara, y se lo colocó detrás de la oreja. El tacto de sus manos frías le hizo encogerse.

-¿Estás mejor?

Bonnie asintió con una sonrisa tímida, la respiración ya se le estaba normalizando.

-Siento haberte molestado, maestro... Pero no sabía a quien llamar.

Bon le tomó las manos rápidamente y lo miró a los ojos.

-¡Gracias, muchas gracias por haberme llamado!

-¿Pero por qué me agradeces...?

-¡Si puedo evitar que te lastimes, entonces soy la persona más feliz del mundo! -Bonnie se sonrojó y apartó la mirada avergonzado, Bon hizo lo mismo al darse cuenta-. Lo-lo lamento... a veces puedo ser un poco...

-Gracias.

Al cabo de un rato finalmente Bon logró que Bonnie se levantara. Lo sentó en la cocina y le preparó un té. Bonnie se pasaba los dedos por las cicatrices de los brazos. Resultaba extraño verlo con las mangas subidas, pues siempre hacía que le cubriesen hasta la mano.

-Aquí tienes -le empujó la bebida caliente a través de la mesa-. ¿Has hablado de esto con tu madre?

Bonnie negó con la cabeza.

-Solo lo sabe Foxy, y bueno, ahora tú también.

-¿Foxy lo sabe? -Bon sintió algo entre la furia y los celos. ¿Foxy lo sabía y no había hecho nada para ayudarlo?

-Sí, sabe que lo hacía, pero no sabe que lo retomé. Me descubrió un día, y se enfado mucho.

Bon se rascó la nuca, realmente no tenía ni idea de qué hacer en un caso así.

-Y... ¿Por-por qué lo haces?

Bonnie se encogió de hombros mientras daba un sorbo a su té.

-No lo sé... cuando llego a casa y estoy solo... me entran ganas de golpearme. Cuando veo la cuchilla en el baño... quiero que me duela. Pero ahora solo quiero que pare de doler.

Bon realmente no sabía qué responder. Pero debía decir algo, ¿cierto?

-¡Bonnie, ven conmigo al baile!

-¿Eh?

La habitación se quedó en silencio. ¿Por qué, de todas las cosas, tenía que haber dicho aquello? No era el momento, y ya de por sí la pregunta era rara. Bon ni siquiera le había confesado sus sentimientos a Bonnie, ¿Pero qué decía? ¡Ni siquiera le había dicho que era gay!

-Yo... eh... lo que quería decir...

-Sí.

-Espera, ¿Qué dijiste?

-Está bien. No tenía pensado ir, pero ya que me lo has pedido, sí, iré.

¿Acaso estaba soñando? ¿Bonnie le había dicho que sí?

-¿D-de verdad?

-Ajá -afirmó con un golpe de cabeza y le dedicó una sonrisa.

-Bu-bueno, no te sientas presionado... Si hay otra persona que te lo pide y quieres... a mi no... no me importa, tu puedes...

-Iré contigo -Bonnie sonaba decidido, y, para que mentir, bastante divertido. ¿Se estaba quedando con él?-. Nadie me había invitado nunca, así que... me hace feliz que quieras ir conmigo.

El corazón de Bon, que ya amenazaba con sufrir un ataque cardíaco, ya no pudo más y reventó. Bon sentía cada milímetro de su piel arder como si le estuvieran prendiendo fuego, y su mente estaba nublada. Le hace feliz. Le hace feliz que se lo haya pedido. Quiere ir conmigo. Al baile. Le hace feliz ir conmigo al baile.  ¿Será que...?

No, no de nuevo. Esto ya lo había vivido, y no quería desilusionarse otra vez. Bonnie y él iban a ir como amigos. Nada más, no había nada más que eso. 

-Me tengo que ir, Bonnie. Mi padre me estará esperando.

-Ah, sí, sí, claro. 

-Esto... Si te vuelve a pasar lo de hace un momento... llámame. Justo como lo has hecho. Estaré aquí en un periquete.

-Sí. Pero tranquilo, ya no quiero cortarme. Después de todo, si me sigue doliendo cuando alguien me toca no podremos bailar bien.

Y ahí Bon ya se había muerto.


¿Me concedes este baile? (Bon x Bonnie) FNAFHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora