Capítulo 3

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Comisaría de Policía - Distrito Tetuán, 13.03.16 - 12:47h

Carlos no tenía ganas de hablar con nadie. Recostado sobre la silla de la oficina, pensaba en la monumental cagada que había protagonizado esa misma mañana y en las implicaciones de lo sucedido. Se habían equivocado de víctima, eso era un hecho. Pero la verdadera hija de aquellos pobres padres, aparentemente, había desaparecido y eso también era un hecho. ¿Quién sería tan hijo de puta de elaborar un escenario tan macabro? Carlos no sabía qué pensar. Era evidente que no se trataba de un suicidio, por tanto, sólo quedaba la opción de asesinato. Quién lo hubiera hecho parecía tenerlo todo muy bien orquestado. La llamada al 112 alertando del falso suicidio había sido sólo el catalizador de la reacción. Cada vez que se acordaba de los gritos de aquella madre se le ponían los pelos de punta. La víctima no era su hija. ¿Qué diablos significaba eso? ¿Qué mente psicópata se molestaría en montar un suicidio falso, pero con una víctima real? No lo comprendía. Llevaba años trabajando en homicidios. Años bebiendo de la inquina humana, saboreando lo peor de la sociedad, pero aquello era distinto. Ésa había sido la primera vez que un asesinato le había dejado sin palabras. La segunda si contaba su propia experiencia personal. En aquella ocasión había perdido la capacidad de hablar a causa de una bala en la boca de su estómago. Y no a causa de ningún asesino anónimo; no, fue su propio padre, y su locura.

Carlos repasó sus últimas notas. Había sido una mañana intensa. Una muerta y una desaparecida: Amaia Martínez Poza. De la muerta, nada se sabía de momento. El juez había ordenado el levantamiento del cadáver y había sido trasladada al Anatómico Forense para su posterior autopsia, programada para mañana a las 10:00 am.

Como una única pista, Carlos contaba con la pulsera Biohealth que reposaba en una bolsita de plástico encima de su mesa. La sacó de su envoltorio y le echó un vistazo rápido, fijándose en el número de serie de la parte interior.

— 148635 —leyó.

Por instinto, se desabrochó la que llevaba puesta y comprobó su número. Sorprendentemente, el suyo era justo uno mayor: 148636.

"No es posible", dijo para sí. ¿Qué probabilidades había para algo así? Había comprado esa pulsera ayer mismo y resultaba que, de alguna manera estaba relacionada con la de la víctima. Era demasiada casualidad. Tenía que ser una señal. Pero ¿una señal sobre qué? ¿Qué tenía que ver él con todo eso? Necesitaba averiguarlo. Solo. Todavía no se lo podía contar a Marcos, no hasta saber más del asunto.

Se metió en internet y buscó la página web de Biohealth. No sabía si podría entrar únicamente con el número de serie, o si existía alguna manera de recuperar la clave con tan poca información. Pero, en cualquier caso, merecía la pena investigarlo. Nada más abrir la página, apareció una foto enorme de una chica de sonrisa preciosa, enfundada en unas mallas negras ajustadas, corriendo montaña arriba por una carretera vacía. Había un eslogan justo en medio que rezaba:

"Biohealth, llevamos el deporte hasta la última cumbre"

Sin ser muy consciente de ello, e ignorando el eslogan, Carlos se quedó embobado mirando a la muchacha, comiéndosela con los ojos. Era realmente espectacular. Tardó unos segundos en reaccionar, hasta que se fijó en el margen derecho de la pantalla. Allí había un pequeño formulario que invitaba a introducir el usuario y la contraseña. Evidentemente no tenía ninguno de los dos, así que optó por pinchar en la pequeña frase que venía debajo: "He olvidado mi usuario y/o contraseña" . Al hacerlo, se abrió otra página con otro formulario con muchos más campos que el primero. Ojeó las distintas alternativas sin resultado. Algo que, por otro lado, era lógico. Disponer de tan poca información no era suficiente para entrar en el perfil de la chica. Defraudado, cerró la página y, justo en ese momento, se dio cuenta de lo estúpido que había sido. No le hacía falta entrar en Biohealth con el usuario de la chica, bastaba con acceder a los datos de la pulsera con su propio usuario. Era algo que no había hecho nunca, pero, por alguna razón, estaba seguro de que funcionaría.

No es ellaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ