Capítulo 1 La Pequeña que provino de Northampton

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—Señora... Hudson, le dije... que se marchara... —mencionó entre balbuceos.

Cada vez que se sentía cerca de esa silueta, sus pies le jugaban muy mal y hacía que se tambaleara, pero no podría rendirse ante una poca cantidad de droga. Tenía que ver quien era esa persona. Con más pasos y haciéndose más torpes, Sherlock notó que la silueta pertenecía a un ser masculino. Frunciendo su ceño con curiosidad no hizo más que reír ante lo drogado que estaba.

—Je, ¿eres tú John? —Cuestionó sin borrar su enorme sonrisa—. No puedo creer lo rápido que te aviso la señora Hudson, es toda una chismosa de primera —no respondió. Solo sentía el peso de la mirada en esa silueta—. Ya sé... ya sé lo que dirás, pero quiero que... de una vez lo sepas. Es parte de una investigación... esto no tiene nada que ver con lo de Magnussen o con lo de...

Guardó silencio.

Sherlock desvió su mirada hacia un lado y aquellas palabras se habían atascado en su garganta, comenzando a quemarle dolorosamente. Cerró sus ojos y buscó una manera de escupirlas, sin embargo, le era imposible. Ardían como mil fuegos.

¿Lo de Moriarty? —preguntó una voz y al escucharle lo dejó helado.

Sherlock abrió los ojos de golpe y los movió en donde provino aquella voz que, mientras él siguiera con vida, la reconocería por doquier. Visualizó mejor a quien era el que se encontraba en su habitación.

—No... —arrojó con miedo.

¿Me extrañaste? —cuestionó mientras salía de aquellas sombras y mostraba su identidad.

—¿Me extrañaste? —cuestionó mientras salía de aquellas sombras y mostraba su identidad

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El detective había palidecido y el miedo le había abrazado por completo. Al ver que quien salía de entre esa oscuridad era nada más que su mayor rival. Jim Moriarty.

—No puede ser —respondió, mientras con sus manos cubría parte de su rostro.

He vuelto Sherlock, y esta vez te haré arder... —El detective cerró sus ojos y comenzó a buscar la manera de salir de este efecto generado por la droga—. No puedes huir, Sherlock —continuó Moriarty mientras se acercaba a él—. Esta vez el juego realmente ha comenzado y arderás... ¡Arderás como nunca! —rugió.

Aquellas últimas palabras resonaron con mucha fuerza en sus oídos y Sherlock no lo toleró. Muy dentro de él no entendía cómo es que Moriarty había regresado de entre los muertos. ¡Él se mató delante de sus ojos! No, no era posible. Llevó sus dedos a sus sienes y comenzó a pensar con más fuerza, no obstante, la voz de Moriarty masticaba su cerebro y sentía como derribaba las enormes paredes de su palacio mental.

—¡Sal...! ¡De mi cabeza! —exclamó colérico.

¡Oh, Sherlock! —Continuó frente a él—. Solo déjame ver ese corazón tuyo quemarse en las vivas llamas del más horrible fuego... —y acercó su rostro hacía su oído—. Déjame verte sufrir, verte decepcionado, verte volver loco...

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora