Sabor a caramelo.

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Tiro ligeramente de su labio inferior entre mis dientes, provocando un gemido de ella. Sus manos estaban enredadas en mi propio cabello. Con la mano no tenía alrededor de su nuca la deslice por su figura hasta su culo y atraerla más a mí para que envolviera su pierna alrededor de mi cadera, juntando nuestros cuerpo y al momento que mi erección se encontró con su centro un gemido simultaneo escapo de nuestros labios.

Besarla se sentía tan bien, cuando mis labios se deslizaron por su cuello en busca de más piel un pequeño temblor recorrió su cuerpo. Tomando su culo con ambas manos la cargue apoyándola en la pared, una de sus manos sin querer empujo uno de los jarrones de Lulú y el estruendo que hizo al caer contra el suelo nos sacó de la burbuja que estábamos.

—No, no, no. —me empujo. Por un momento me quede ahí de pie, casi como si estuviera en blanco. Creo que ese fue uno de los besos más explosivos que he tenido en mi vida.

Y eso como asusto la mierda de mí.

Me recosté en una de las paredes y me pase una mano por mi cabello, seguramente alborotándolo aún más, tenía mi respiración acelerada y mi ropa estaba algo desarreglada, miro a Sara quien parece encontrar increíblemente interesante el suelo.

—¿Hola? —La voz de mi tía hizo que ambos nos tensáramos y miráramos hacia donde estaba la puerta de su habitación—¿Quién está ahí? ¿Niños?

—Soy yo tía. Todo bien. No salgas, sin querer rompí un jarrón. —me apresure a decir. —No te preocupes que yo lo recojo.

—Oh, bien. Ten cuidado que Sara está durmiendo, creo. —mire a la mencionada, tenía una sombra rosada en sus mejillas.

—Tranquila, no la voy a despertar.

Cuando escuche su puerta cerrar fui a buscar el cepillo y una bolsa para recoger los recortes del jarrón, no fue sorpresa que para el momento que regrese Sara no estaba. En silencio me encargue de limpiar y tirar la basura, cuando llego el momento de entrar a la habitación me detuve con la mano en la manilla ¿Qué pasara cuando cruce es puerta? ¿Estará dormida? Una parte de mi quería entrar, es decir, quien en su sano juicio no quisiera continuar lo que dejamos, pero otro lado...

La intensidad con la que Sara y yo nos besamos no la he sentido nunca y eso me asusta en sobremanera, soy lo suficientemente hombre como para admitirlo. No sé si estoy preparado para averiguar que más hay entre nosotros.

Pegando mi oreja a la puerta intento escuchar algún ruido, pero no oigo nada. Tomando un fuerte respiro me adentro en la habitación para encontrarla vacía, mientras estoy indeciso si buscarla o no la puerta se abre nuevamente para dar paso a Sara. Nuestros ojos quedan fijos en el otro.

Ninguno pronuncia palabra, ella me rodea hasta llegar a la cama y arroparse, supongo que no hablaremos hoy, siguiendo su ejemplo me cambio quedando solo en un chándal y me recuesto, pero esta vez en el sofá-cama para evitar cualquier posible discusión.

Mañana veremos que sucede.

***

Creo que desperté primero que todos en la casa, cuando salí de la habitación Sara aun dormía y por el silencio que recorría la casa mi tía aún estaba dormida. En la cocina preparo café para todos y con mi taza me recuesto en la encimera permitiendo que mi mente se despeje con la cafeína para así afrontar el día.

Mi tía es quien primero me saluda con un beso en la mejilla y a diferencia de mí se prepara un té en vez de café. Viendo que al parecer íbamos ha ser solo nosotros por un rato pregunte:

—¿No te incomodo recibir a dos extrañas en tu casa? —me miro—Es decir, cuando llegaron aquí eran prácticamente unas niñas y aun así decidiste brindarles un techo, pero eran desconocidas.

Un cavernícola enamorado.Where stories live. Discover now