Capítulo 33: Fin

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Al final, ¿Qué importa más: vivir o saber que se está viviendo?

Clarice Lispector

† † †

Como si de un show se tratara, Angélica trasteó su móvil con una reconocible funda de gato de Killstar y empezó a sonar End de The Cure.

Alzó los brazos y empezó a bailar sobre sus grandes plataformas con hebillas. Su sonrisa era perturbadora. Realmente disfrutaba con esa situación.

- ¡Estás loca! - solté.

- ¡Me alegra que lo hayas notado, querida Lyla! - respondió sarcástica. - Llevo mucho tiempo esperando este momento. El momento en el que al fin me harás feliz. Con tu muerte.

Dicho eso, se dirigió al cajón de su escritorio y sacó una pistola. Los pálidos nos pusimos pálidos de verdad. Angélica se la miraba como si fuera su juguete nuevo favorito.

- ¡Será puta loca! QUE TIENE UNA PISTOLA LA MUY ZORRA. - gritó Verónica.

- CIERRA ESA BOCAZA, ANORÉXICA DE MIERDA. - Angélica apuntó sin dudarlo hacia Verónica. Ésta abrazó con más fuerza a Alex.

- ¡Lyla estaba muy preocupada por ti! ¡Ella te quiere, eres su amiga! ¡Cómo haces esto por una mierda de motivo! - dijo Alex, abrazando a Verónica de forma protectora.

- ¿Mierda de motivo dices? - pasó a apuntar a Alex. Verónica abrazó más fuerte a Alex, temblorosa.

- ¡Basta de esta locura! - me alcé temblorosa - ¡Si quieres matarme a mí, hazlo y punto! Pero no les metas a ellos en medio.

- Se han metido ellos solitos. ¿Te crees una heroína mártir? ¿Y vuestro grupo un puñado de investigadores profesionales a lo CSI Miami? No me hagáis reír más por favor. - Sonrió mostrando sus perfectos marfiles blancos. - Por supuesto que te mataré, pero esta escena no me acaba de convencer. La composición no es adecuada para fotografiarla en mi retina. Además que todo el mundo oiría el disparo.

Angélica no era estúpida, eso seguro. Parecía tenerlo todo muy claro y calculado hasta el más mínimo detalle. Se notaba que su padre trabajaba en la policía. Seguro que el arma era la reglamentaria del cuerpo y se la robó vete a saber cómo. Pasó a mirar a Alex con frialdad, apuntándole en la cabeza.

- Tú, sé que tienes una furgoneta grande y que has venido con ella. Vas a llevarnos a todos a un sitio sin rechistar. Y nadie va a hacer ninguna tontería mientras posea el arma y una cabeza a la que apuntar. Vamos. A los muertos no se les hace esperar.

† † †

Íbamos todos tensos en el vehículo a excepción del séquito de la Mamba Negra y ella misma, con la pistola apuntando a Verónica. Había visto que era la pareja de Alex y era el mejor rehén que podía tener mientras él conducía bajo presión. Dídac iba de copiloto guiando a Alex por la autopista, como voz de la Mamba Negra que era. Cogimos la C-17 camino a la Ronda Litoral de Barcelona. No entendía por qué estábamos yendo hacia la ciudad. Ni yo ni ninguno de los pálidos. Eric y Jack parecían estar muy mal, sobretodo Eric, aguantando lo que el cuerpo humano les permitía. Estábamos todos en silencio.

Retrum 3: Labios de Ébano [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora