Lanzó un rápido vistazo a su alrededor para situarse. A pesar del intercambio de balas, los escombros y los heridos, el praetor creía saber donde se hallaba.  Buscó con la vista el superviviente más cercano y corrió hasta él sin levantar la cabeza. Para aquel hombre ya era demasiado tarde, pues uno de los hierros le había atravesado el pecho, pero había otros tantos que algo más enteros, empezaban a reaccionar.

No muy lejos de allí encontró la figura ensangrentada de Adler. La explosión le había hecho saltar por los aires, abriéndose una enorme herida en la cabeza durante la caída, pero por lo demás parecía estar bien. Daga, la cual yacía en el suelo a su lado, en cambio, estaba inconsciente. Durante la caída se había golpeado duramente la cabeza contra la barandilla de la rampa, y ni tan siquiera respondía a las bofetadas.

—¿¡Estás bien!? —gritó por encima del estruendo de los disparos al alcanzarles.

—¡Sí! ¡Birgman y los suyos se retiran a la ciudad!

—¡Síguelos! —Kriegger señaló a Daga—. ¡¡Llévatela, y que todos huyan a la ciudad!! ¡¡Todos!! ¡Vamos!

Kriegger siguió corriendo mientras que, ascendiendo la montaña lenta pero incesantemente, el enemigo ganaba terreno. Por el momento la superioridad de su posición elevada les ofrecía una gran ventaja, pues la mayoría de los disparos chocaban contra el suelo antes de alcanzarles, pero Kriegger sabía que pronto les alcanzarían.

Tenían que retirarse, y tenían que hacerlo ya.

Lucius se arrodilló junto a otro de los cadáveres. Este estaba enterrado bajo una gran placa metálica, pero su anatomía le resultaba tan familiar que no tuvo más remedio que detenerse para comprobar sus sospechas. Pronto descubrió que el cuerpo que yacía sin vida era el del Doctor Constance.

En aquel preciso momento dos bellator se cruzaron con él. Uno de ellos ayudaba al otro a correr, el cual arrastraba una pierna rota. Kriegger les ordenó que huyeran a la ciudad, y sin tan siquiera seguirles con la mirada para asegurarse de que le obedecían, siguió avanzando hasta alcanzar otro de los cuerpos. Este, al igual que Daga, estaba inconsciente, pero un par de bofetadas bastaron para que despertara. Kriegger ayudó a que el joven guerrero se levantara, y tras ordenarle la retirada, le dejó ir. Veinte metros más adelante, tapados por un par de placas de metal clavadas en el suelo, localizó a cuatro bellator más. Dos de ellos trataban de proteger al grupo mientras que, los otros dos combatían contra el metal para liberar a un camarada medio enterrado. Al verles, Kriegger les ordenó que se retirasen, pero estos aseguraron que no se irían hasta que lograsen sacar al quinto. Así pues, desviándose momentáneamente de su objetivo, Kriegger se unió al intento por liberarlo. Tomó la placa con todas sus fuerzas, y haciendo un sobreesfuerzo del que jamás se arrepentiría, logró apartarla lo suficiente como para que lograsen sacar al bellum. Sus compañeros le cogieron por debajo de las axilas, y dedicándole unas rápidas palabras de agradecimiento, se unieron al resto de supervivientes que corrían desesperadamente colina arriba.

Lucius se cruzó con un par de cadáveres más durante su avance. Vio a un grupo de supervivientes huir despavoridos, cadáveres y aún más escombros, pero n o se detuvo más. Su objetivo le aguardaba. Una vez recorrida toda la rampa, decidió cruzarla para seguir buscando. Ya al otro lado, y siempre cercado por los disparos lejanos del enemigo, Kriegger recorrió la zona hasta, a mitad de recorrido, encontrar a Elledan tirado en el suelo con un disparo en la pierna. Al parecer el joven había sido herido al intentar recoger a su hermana, pero por lo demás estaba bien. Ella, en cambio, había quedado tendida bocabajo sobre el suelo a no más de treinta metros de allí.

Sujeto 5.555Donde viven las historias. Descúbrelo ahora