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Yo soy Valentina Adams. Me encanta mi pelo, es pelirrojo, el helado de fresa... Antes de que digas nada, lo sé. Los pelirrojos suelen odiar su pelo, pero no en mi caso. Nunca, hasta el momento, he tenido la ocasión de ponerme ropa realmente elegante. He crecido entre escombros, literalmente, no es que sea el mejor lugar para llevar un traje de gala. Adoro a mi madre y su trabajo, y estoy trabajando duro para seguir todos sus pasos y, algún día, poder trabajar dirigiendo mi propia excavación. 

Así que, ahí lo tienes. Soy como Lara Croft o Indiana Jones, solo que no estoy hecha en HD sino en carne, hueso... y alguno de ironía. 

-¡Valentina! -me llama mi madre desde la zona donde se dirige toda la excavación. 

Camino hacia la especie de tienda de carpa de color crema que hay montada no muy lejos de donde ocurre toda la acción. Allí se encuentran casi todos los demás del equipo que no están trabajando ahora. Entre ellos el traductor de jeroglíficos, una de las profesiones más interesantes que he oído en mi vida. Yo solo veo pájaro, perro, escarabajo, un símbolo raro... y él puede convertir eso en una frase con sentido. ¡Es genial! 

Diviso a mi madre inclinada sobre la mesa y estudiando el mapa. Soy clavada a ella, cada vez que la veo me asusto porque es como verme en un espejo pero con veinte años más. El otro arqueólogo, un hombre rubio con un gracioso bigote se está inclinado muy cerca de mi madre. Sé que al hombre le gusta, pero mi madre nunca se dará cuenta de eso si yo no se lo digo. Después de conocer a mi padre, todos los hombres se volvieron invisibles para ella, y así sigue siendo ahora, aunque mi padre muriese antes de mi nacimiento. 

-Valentina -dice mi madre mientras se gira y fija su mirada en mí-. Toma tu equipo y explora esta tumba -me ordena.

No quepo en mí de la emoción. Quiero ponerme a saltar, a cantar, a hacer volteretas... pero me contengo. Necesito ser profesional. Aunque sea la primera vez que me dan una tarea tan pero tan importantísima, de verdad. Este es mi paso hacia las altas esferas de la arqueología. 

Ya sé que no suena demasiado emocionante para alguien que se pasa tres horas al día frente a una pantalla... pero lo es para mí. Las ganas de aventura corren por mis venas. Explorar tumbas o excavar en el suelo con pinceles es para mí tan emocionante como meter un gol en el mundial de fútbol. 

Guardo un puñado de caramelos de diferentes sabores en uno de los bolsillos traseros de mis pantalones de color caqui, uno de esos que están repletos de bolsillos y me abrazan el culo. Tomo el bolso de cuero y me lo cruzo sobre el pecho, después agarro la linterna. 

-Sarah, ¿no crees que todavía es pronto para que Val reciba esa responsabilidad? -pregunta el otro arqueólogo mientras toma a mi madre con suavidad del brazo. 

Lo siento, acabas de perder puntos. Olvídate de que le diga a  mi madre que te gusta o de que trate de convencerla para que te de una oportunidad. Si me vas a clavar un puñal por la espalda, tus posibilidades con mi madre se han acabado. Idiota. 

-Yo soy la que dirige la excavación -le recuerda mi madre con autoridad-. Yo decido quién hace qué. Valentina va a la tumba a hacer una primera exploración de reconocimiento. Sabe todo el protocolo que tiene que seguir y... es mi mano derecha. 

Se me hincha el pecho de orgullo al oir las hermosas palabras de mi madre. Ella es mi madre, mi mejor amiga, mi compinche, mi socia, mi jefa... es todo en mi vida. 

No sabemos de quién es la tumba, pero quiero averiguarlo. ¿Quién sabrá los maravillosos tesoros que lograremos encontrar en ese lugar? Joyas, grabados, ataúdes... 

Lo primero que tengo que hacer es bajar unas escaleras que conducen a la oscuridad. Enciendo la linterna y señalo la fila de escalones que descienden al interior de la tumba. La motas de polvo flotan a mi alrededor conforme me adentro en el lugar. Es una sensación un poco extraña, porque parece que todo es una foto granulada. 

En las paredes cuelgan antorchas que hace siglos que no se encienden. Afortunadamente no hay ratas por aquí, lo cual sé porque no hay caca de rata. ¿Veis? Cualquiera que diga eso casi a diario no es glamuroso. Alguien normal no va por la vida fijándose en esas cosas.

El pasillo termina no muy lejos. Reviso la pared con la linterna y encuentro una piedra con la palma de una mano grabada en ella. 

-Fácil -me burlo, antes de apoyar la mano contra la forma de la mano. 

Encaja perfectamente. 

Pero algo hace click, y no es precisamente la pared. 

-Joder -es mi última palabra antes de que comenzar a caer. 

Pero nunca llego al final, o al menos, parece que caigo para toda la eternidad sin nunca encontrar el fondo. 


Valentina está inspirada fisicamente en Angelina Michelle, por si os apetece buscarla. En sus fotos más naturales...  

LA HIJA DEL TIEMPO (ANTIGUO EGIPTO)Where stories live. Discover now