Capítulo 1: ¿No es suficiente?

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¡A mí no me gusta ser conformista! No es lo mío. Creo que todos tenemos lo que queremos a medida que nos esforzamos por ello. ¿Pero por qué eso no aplica para mi?

Ese es mi eslogan personal, algo largo y un poco tedioso, pero completamente cierto.

Recuerdo como si fuera ayer que me gradué de la Universidad, muy orgullosa de mí lo logré con mucho esfuerzo y dedicación, no como las demás compañeras mías, las cuales se le insinuaban con sus siliconas a la mitad de los viejos verdes que tenía como profesores. No las critico, pero hay formas más agradables de pasar alguna materia sin rebajarse a ese nivel.

Hablando de cosas más importantes, mi currículum está que llena del grueso de mi pies. Pues soy mujer y calzo 39, no se confundan. He hecho cursos de todo lo relacionado con el mundo de la moda: marketing, diseño gráfico, cursos de modelaje, un sinfín de cosas, y eso al parecer no es suficiente.

¿Qué esperan las empresas de hoy en día? ¿Que todas cumplamos con sus estándares de belleza inalcanzables? Creo que yo y la mayoría de las chicas no estamos dispuesta a sacrificar nuestra esencia por ello.

Tal vez, y por mucho, ellos se lo pierden.

Justo ahora me dirijo hacia el sitio donde no existen esos pequeños aires de grandeza en mi pequeño y redondo cerebro. Es mi trabajo, y no sólo trabajo en una floristería, lo hago para mi mejor amiga Rachel. Ella es la única que siempre ha estado allí para mi desde que me mudé aquí a Nueva York; las veces que me quedé sin un sólo dólar, ella me los prestó. Las veces que me han roto el corazón ella estuvo incontables veces prestandome su hombro para llorar. Incluso las veces que he vomitado, ella estuvo ahí para sostenerme el cabello. ¿Cómo no amarla? Es una chica humilde, le gusta ayudar a los demás, atractiva, genial, aunque eso sí, jamás te metas con ella al menos que quieras iniciar otra guerra mundial. ¡No la amo porque es ella, es ella porque la amo!

Justamente acabo de colgar mi teléfono de hablar con ella, tengo que estar allí en diez minutos. ¿Por qué tengo que caminar tanto?

Aunque jamás me podría quejar, amo observar las calles de mi hermosa ciudad. La gente vestida siempre acorde a cualquier situación, debo de admitir que la mayoría de las mujeres acá tienen un gran sentido de la moda, claro, por su lado los hombres también. Yo creo también tener una pizca de ese innato sentido que tenemos los neoyorquinos, pero con mi propio estilo.

Justo al frente de mí se encontraba la floristería. Con el nombre de la susodicha dueña, ésta estaba decorada principalmente con un gran cartel en la parte superior, y una gran vidriera se encontraba en la parte izquierda, exponiendo los más hermosos y técnicamente perfectos arreglos florales hechos por Rachel.

Toqué el timbre.

—¡Buenas!—grité a todo pulmón, no se encontraba ningún cliente—¿Llegué tarde?

Y por detrás de la puerta apareció mi flamante amiga con un largo vestido rojo, el cual combinaba con su labial y sombrero negro.

—Rachel mira su reloj—Dos minutos tarde. A la próxima te rebajo el sueldo.

—¡Mi dinero no lo toques!—musité.

—Éste dinero—tenía un gran fajo de billetes en sus manos—, no es tuyo. Al menos que comiences a trabajar, así que a tu puesto—pude escuchar su risa mientras se alejaba—.

¡Qué mala!

No tuve otra opción que acatar las "reglas" de Rachel y hacer mi trabajo, el cual consistía en estar todo el día sentada atentiendo los pedidos telefónicos de los clientes. Era algo fastidioso

Me senté en una pequeña y acolchada silla negra de cuero que se encontraba en la parte de atrás de la floristería, al frente de mí se encontraba mi también pequeño pero muy elegante escritorio, donde sólo tenía una libreta para anotar los pedidos, el teléfono, y mi café matutino, el nunca faltaba. Pero la flojera seguía ahí... soy un poco holgazana a éstas horas de la mañana.

Habia pasado un tiempo ya y hasta ahora el teléfono no había sonado ni sola vez. El único sonido que se escuchaba era el de mis piernas inquietas chocando contra el escritorio. Y eso significa sólo una cosa... lo único que quería en este momento es modelar una pasarela o diseñar mi propia línea de ropa. Sé que dije que acá no puedo tener aires de grandeza, pero se me es casi imposible no pensar en mis sueños. Es muy injusto que hoy en día la industria está repleta de gente sin talento; son sólo marionetas prefabricadas que no cumplen ninguna función. Y sin embargo, ¿cómo diablos tienen tanto éxito? ¿Nosotros el público estamos recibiendo material sin ninguna calidad y lo aceptamos sin remordimientos? Tenemos que empezar a tener un poco de sentido común y ver las cosas realmente como son, la transparencia en el mundo de la moda se ha hecho a un lado siendo reemplazada por esas modelos plásticas que no tienen ni una pizca de personalidad. Son sólo unos simples maniquíes que se mueven.

Que más quisiera que justo en éste momento me llame algún agente diciéndome que quiera contratarme, o que me pase algo tipo El diablo viste a la moda. ¡¡Probablemente esté delirando!!

Es más, ¿qué se creen las empresas hoy en día? ¿Vogue? ¡Joder! Ni que la economía estuviera tan buena para que ellos sean tan rígidos, bueno, en mi caso no diría que la economía está jodida, la que está jodida soy yo. ¿Acaso podría quejarme como lo estoy haciendo? Si tuviera dinero sí, pero no es así.

Prueba de ello es que ahora mismo mi hogar es un apartamento tan pequeño que apena entramos mi gato y yo. ¡El pobre necesita su espacio! Además, las cuatro paredes están totalmente abarrotadas con notas y fotos de modelaje, ya casi no tengo espacio.

De repente el teléfono sonó, sacándome de mis adentros. Rápidamente me incliné hacia el teléfono, mis manos temblorosas sin ninguna razón, quizás sea algún cliente.

—Buenos días—era una voz femenina—, ¿estoy hablando con la floristería de Rachel?

—Sí, habla con su secretaria.

—Bueno, le hablo de la empresa Fashion Mile's. Soy la secretaría de Miranda Smith, dueña y presidenta—hablaba tan rígida que hacía estremecerme. Pero ¡esperen un momento! ¿Dijo algo sobre una empresa de moda? ¿Fashion Mile's? ¿¡¡Miranda Smith?!! No jodan—. Necesitamos un par de arreglos florales para la empresa, pero necesitaríamos dar los detalles exactos para que todo quede perfecto como mi jefa lo desea. Si quiere puedo mandar a alguien para allá que se va a encargar de todo.

Ésta es la oportunidad perfecta, no la perdería. Tengo que ser inteligente, si no aprovecho ahora será nunca. ¡Vamos Lia, pregunta! ¡Tú puedes!

—No se preocupe señora—dije calmadamente, tratando de no mostrar emoción—Yo personalmente iré a mostrarle nuestro variado repertorio de arreglos florales—obviamente conseguiría una cita con Miranda a toda costa—¿Podría ser lo más pronto posible? ¿Mañana quizás?

—Si así lo desea, mañana me parece perfecto. ¿Alrededor de las diez le apetece?

—Claro—colgué.

No puedo con tanta emoción.

Miranda Smith ha sido mi ídola desde mis días de adolescencia. Modelo, empresaria, emprendedora, ella es simplemente magnífica. La mayoría de las fotos que están en mi habitación le pertenecen, y ahora tengo la lejana posibilidad de planear una cita con ella. Mi corazón salta de alegría, junto con todas mis ganas de seguir siendo una chica de clase media. ¡Yo quiero ser tan grande como Miranda!

A pesar de todas sus buenas cualidades; no todo es color de rosa. Miranda ha tenido muchos problemas con el mundo del espectáculo debido a sus escándalos y rumores que llenan las primeras páginas de los diarios internacionales. Aunque las aguas ya se han ido calmando, quedaron marcas que difícilmente se borren, y es que Miranda no suele confiar en todos. Por eso la exclusividad de su empresa, tienes que ser jodidamente bueno en lo que haces para conseguir una plaza ahí. Tampoco es como que acepte todas las propuestas que le hacen, en eso también es muy meticulosa y suele hacer negocios con lo que más le convenga, incluso logrando rechazar a Vanity Fair y GQ.

¡Ah! Los modelos masculinos de Fashion Mile's están más buenos que chuparse un hueso.

En fin, mañana sería uno de los días más importantes para el inicio de mi carrera, y si logro concretar todo como lo tengo planeado. ¡Ya dejaría ser la típica chica neoyorquina!

Lia: Problemas de una chica neoyorquina [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora