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Capítulo 1

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Capítulo 1. La atolondrada vida de Isabella.

ISABELLA ROSSEN

Mis ojos están perdidos, fijos en cada uno de sus movimientos, en la manera en que su manzana de Adán se mueve de arriba a abajo cada vez que traga, en su piel pálida bajo la luz de la cafetería, en su cabello blanco despeinado que revuelve aún más cada vez que pasa su mano por él, en sus ojos azules enmarcados por unas pestañas y unas cejas del mismo color de su cabello, un par de ojos hermosos que nunca se han tomado un solo segundo para fijarse en mi. Y sus facciones suaves y a la vez marcadas, demasiado hermosas para ser de este mundo; Zed Pietro es uno de los chicos más bellos que he visto en mis cortos dieciocho años.

Aún recuerdo cuando lo vi por primera vez...

Era el primer día del segundo año de preparatoria, hace dos ya. Una eufórica Isabella de quince años iba corriendo por los enormes pasillos del edificio al estar llegando tarde a su primera clase, como de costumbre, llevaba todos mis libros en brazos al no haber podido pasar por mi casillero y con mis tristes 1.58 a puras penas podía avanzar con todo, de repente al alzar la mirada por sobre la montaña de libros frente a mi pude notar a un chico caminando hacia mi dirección, puedo jurar que venía en cámara lenta o al menos así lo vi yo. Su aspecto físico atrajo tanto mi atención que mis pies se enredaron entre sí y terminé yéndome de bruces contra el piso, cayendo justo a sus pies.

Mi ingenua mente pensó que se detendría para ayudarme a levantarme y a recoger todas mis cosas tal y como pasa en las películas, pero vaya sorpresa me llevé cuando pasó por mi lado como si nada hubiera pasado, sin siquiera dirigirme una pequeña mirada.

Me quedé sentada en el suelo mirando su espalda alejarse por el pasillo cada vez más, con las mejillas rojas de la vergüenza, sintiéndome invisible e insignificante. 

Más tarde ese día apareció en mi clase de química y pude verlo mejor; era un chico albino con unos ojos azules de ensueño y una mirada que advertía amenaza, como si estuviera a la defensiva todo el tiempo, alto y de complexión atlética, siempre vestido con ropa oscura que contrastaba a la perfección con su apariencia haciéndolo ver como un ángel disfrazado de demonio. Todos en la escuela lo miraban sin disimulo cada vez que él se paseaba por los pasillos con la capucha de su sudadera puesta y sus infaltables auriculares para que a nadie se le ocurriera acercársele a hablar.

Debo admitir que desde ese día no pude dejar de pensar en él, por más que lo intentara mis pensamientos fueran cuales fueran siempre terminaban en el chico nuevo y en su mirada profunda, tan misteriosa como un océano. Nunca tuve el valor suficiente para acercarme a hablarle, lo cual fue lo mejor que pude hacer porque presencié más de una vez la forma brusca y grosera con la que espantaba a todas las chicas y chicos que se le acercaban para intentar ser sus amigos, más de una chica se fue llorando después de intentarlo.

Mirage: El Secreto De Zed ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora