| ❅ | Capítulo 2.

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Se dobló por la mitad, pero antes consiguió aferrarme por el hombro, tratando de arrastrarme consigo. Sin pararme a pensar en lo que hacía, le hundí los dientes en la mano por la que me tenía cogida; el chico soltó un sonoro grito de dolor que me hizo sonreír internamente.

El soldado de Verano parecía haberse olvidado de que estaba desarmado, pero yo no. Alcé con un brillo de victoria la mía y le hice un tajo en el costado, asegurándome de que no fuera muy profundo pero que sangrara; quería ver correr sangre procedente de Verano. Sería como un anticipo a lo que les esperaba.

Todo el mundo dejó de jalear cuando vio que el preferido del duelo se tambaleaba, llevándose la mano que le había mordido a su herida sangrante. Al mirarme pude ver la incredulidad plasmada en su perfecto rostro.

—Me has mordido —me acusó, dando un paso en mi dirección.

De manera inconsciente alcé la espada de nuevo para disuadirle de que cometiera cualquier locura. Sus ojos de color ámbar resplandecían de furia contenida, como si quisiera abalanzarse sobre mí para destrozarme.

Me encogí de hombros, fingiendo que no me importaba. Por dentro estaba temblando ante lo que acababa de suceder.

—No he escuchado que las reglas prohibieran los mordiscos —me defendí con altivez—. Acepta tu derrota, Verano, y vuelve a tus cálidas tierras.

Alguien se movió a mi espalda y por el rabillo del ojo descubrí a Marmaduc colocándose sigilosamente tras de mí. Era mucho más alto y corpulento que mi rival, lo que podría hacer que se replanteara si quería atacarme, antes tendría que vérselas con él. Además, las disputas en una corte ajena eran una deshonra para la corte de la que procedía.

No era lo suficientemente estúpido para crear una pelea por esto. No estando tan lejos de casa.

—Kavanagh, acepta tu derrota y no te olvides de que estás en la Corte de Invierno, no creo que a tu rey le guste la idea de que hayas estado metiéndote en problemas —le ordenó Marmaduc y después barrió con la mirada a nuestro público, que contenía el aliento—. Se ha acabado todo esto, volved a los barracones.

Poco a poco, la multitud fue dispersándose. Los soldados de Verano se fueron directos hacia el improvisado campamento que habían montado en los terrenos del castillo; los soldados de Invierno se marcharon en diferentes direcciones. No pude evitar quedarme algo sorprendida al ver que Kavanagh, que era como se había dirigido a él Marmaduc, aún seguía allí, en una batalla de miradas con el capitán.

No parecía estar dispuesto a aceptar la derrota tan fácilmente.

Hice acopio de valor para no mostrarme vulnerable ante la árida mirada que me dirigió el soldado de Verano. Después de todo, quizá no había sido tan buena idea bajar hasta allí, quizá tendría que haber obedecido a Sinéad y haberme quedado en mi dormitorio, distrayéndome con cualquier otra cosa.

—La próxima vez, mequetrefe —dijo, con un tono claramente amenazador—, te aplastaré como si fueras una sucia cucaracha. ¿Me has entendido? Procura no volver a cruzarte conmigo.

Marmaduc puso los ojos en blanco y soltó una sonora carcajada.

—Por todos los elementos, Kavanagh —exclamó, divertido—. Deja al muchacho tranquilo y ve a que te curen ese arañazo... El clima de la Corte de Invierno no tiene nada que ver con tu hogar, tu magia no es tan fuerte aquí.

Kavanagh dijo algo que no logré entender y se marchó de la explanada hacia el campamento de Verano. Dejé escapar el aire trémulamente y me giré para mirar a Marmaduc, que seguía pareciendo terriblemente divertido por todo lo que había sucedido. Por unos segundos, llegué a plantearme que la persona que me había empujado había sido él para divertirse a mi costa.

THE WINTER COURT | LAS CUATRO CORTES ❅ 1 |حيث تعيش القصص. اكتشف الآن