Cap 1.

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5:30 a.m

La alarma empezaba a sonar desde hace unos 15 minutos. El sonido hacía vibrar la mesita de noche.

La habitación a oscuras, las ventanas cubiertas con sus largas cortinas. Sugawara seguía tendido sobre la cama observando el techo en completo silencio, sin la más mínima intención de ponerle fin al espantoso sonido del aparato.

No sabía porqué pero había despertado con una extraña sensación, quizá porque hoy tenía matemáticas al primer periodo o tal vez la pizza recalentada de anoche le había sentado mal.

— Es la última vez que compro pizza en ese lugar — Se dijo a si mismo para después  levantarse de a poco, quería evitar el famoso "latigazo"

Se colocó sus zapatillas de felpa y con las piernas entumecidas se colocó de pie, estaba cansado pero tenía responsabilidades. Se frotó los ojos y maldijo por lo bajo, estaba luchando  para dirigirse al baño y tomar una ducha.

Los lunes por lo general eran sus días favoritos ya que solía sentarse con todos sus amigos en la cafetería para la hora del almuerzo.

Generalmente ahora todo le parecía más agradable y divertido desde que sus amigos se trasladaron temporalmente a su instituto.

"¿Sabes? deveriamos aprovechar la temporada de intercambios temporales para vivir la experiencia de estudiar juntos el último año"

Es lo que Kuroo propuso ese día, después de la práctica grupal.

Había un lapso de tiempo cada año escolar, en dónde los institutos abrían la opción de "Estudiar un mes en alguno de los institutos aliados del programa "

Era una opción que muchos tomaban por diversión, y otros para pasar más tiempo con amigos.

La única condición era que los estudiantes cursaran el mismo año, y encontrar un cambio equivalente de personas.

Así pues, Bokuto y Kuroo llegaron con formularios para todos al día siguiente.

Ellos convencieron al resto de aceptar, prometiendo una experiencia "Épica"

Aún no entendía como fue que Bokuto conocía a Oikawa y lo convenció de unirse a la "experiencia"

No estaba de acuerdo con eso.

Oikawa era alguien difícil.

Salió de su hogar y como de costumbre pasó a comprar su dona mañanera de camino al instituto.

Esa sensación extraña seguía ahí como si fuera una astilla en su dedo.

— ¿Con anicillos?— preguntó la señora del local.

—Como de costumbre — ambos rieron y la amable señora le entregó su pedido y una cajita de leche con fresas como regalo de la casa.

Amaba las mañanas, si. No había calor, no había mucho frío, era la temperatura más agradable del día.
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Las clases comenzarían pronto, sus compañeros iban de un lado a otro, empujando los pupitres y elevando la voz con miles de chismes sobre niñas y faldas.

No estaba interesado en escuchar, creía firmemente en el respeto.

Muchas de sus compañeras terminaban enredadas en chismes sexuales, los chicos podían ser muy estúpidos.

¿Era a caso tan malo que las chicas vivieran su vida libremente?

Suponía que quizá su madre lo crió de una manera muy diferente al resto. Por eso sus ideologías chocaban constantemente.

 Sin Opciones [ En edición] Where stories live. Discover now