Sólo yo y mis pensamientos, yo y mis culpas, yo y todas las palabras que nunca diré.

—No quería comportarme como un imbécil aquel día, pero no pude evitarlo. Actué por instinto, mi temperamento se hizo cargo de todo y lo arruiné. Sabiendo lo que Adam había hecho contigo, aun así le creí y me cegué tanto que dejé todo por la borda y no me interesó.

Niall se acomoda a un lado en la arena, mirando el mar.

Me encojo de hombros. —Regresa a casa, Niall. Estás ebrio, deberías descansar.

—No voy a irme de aquí sin ti y eso es un hecho.

Suelto un suspiro, miro al rubio de reojo para notar como me mira un momento y después presta atención al horizonte.

—No creo que llegáramos a conocernos bien el uno al otro, si hubiera sido así, podrías darte cuenta que no estoy ebrio porque un par de tragos no causan un gran efecto en mí. —dice de repente.

Asiento. —Y yo creo que es imposible conocer del todo a alguien.

—Sin embargo siento que te conozco de toda la vida, Sydney y es tan frustrante porque al mismo tiempo sé que no hay manera de que yo te conozca del todo, pero la sensación de pertenencia es tan fuerte que... maldición, no puedo imaginar molestarme contigo en el futuro de nuevo.

Eso de verdad me toma por sorpresa, retiro mi mirada del océano y me fijo en él. Ha dejado crecer su barba un poco, de tal manera que ensombrece su rostro y le hace ver más varonil.

— ¿Ya no estás molesto contigo? —quiero que me diga que está enfadado conmigo, que me odia. Así podría hacerme a la idea de que no pertenezco a su lado.

Sacude su cabeza. —En un principio... lo estuve, sí, pero un poco y luego fue mayor la molestia conmigo mismo, pero yo ya había ido demasiado lejos por actuar sin pensar. Intenté ponerme en tus zapatos, juro que lo hice, pero es tan complicado... no podría estar enojado de por vida contigo Sydney. No cuando siento todo esto por ti. —hace algunos gestos con sus manos al frente, expresando todo y nada al mismo tiempo. Me río, porque luce frustrado, porque estoy nerviosa. Porque esto no es lo que esperaba que fuera. —Y ahora... has vuelto a la ciudad que tanto lío te causó... no puedo dejar de pensar que lo estás haciendo por mí.

Me encojo de hombros.

—Me encantaría decir que esto lo he hecho por mí, pero mentiría, porque en mayor parte es por ti. No... simplemente no podría haberme quedado sola, en Londres, pensando en lo que hice, pensando en cómo te alejaste de mí... hiriéndome más y más con cada hora trascurrida. —murmuro, esperando muy en el fondo que el ruido del océano sea suficiente para que mis palabras no puedan ser escuchadas por Niall.

—Así que... ¿por mí? —apuesto a que está sonriendo. No quiero mirarlo, no quiero ver su sonrisa y caer de nuevo... aunque, pensándolo bien, no puedo ir más profundo de lo que estoy ahora. Así que lo miro, y él solo ve fijamente el horizonte, con su ceño fruncido. — ¿A pesar de lo que dije?

—Yo no estoy libre de culpa, debí contarte todo desde el inicio, pero creí que sería una sola ocasión la que nos encontraríamos y nunca conté con el hecho de que fueras quien tuviera la iniciativa de buscarme.

Parece tan lejano aquel día en que lo vi entrar a la floristería y me quedé helada, deseando cavar un agujero y desaparecer. Menos mal no lo hice.

Mi dedo índice recorre la arena, trazando patrones sobre ella.

Piensa algo, di algo, ¡haz algo ya!

—Sydney... —Niall me llama y giro la cabeza para encararlo, entonces su mano toma mi barbilla y pega sus labios a los míos, dándome un beso lento, suave y lleno de sentimientos. Sus suaves labios aún saben a licor, pero no es desagradable. Estamos ambos en la arena, yo me detengo colocando mis manos en la superficie pero mis impulsos me llevan a tomar su cabello y caer sobre él. Siento como su pecho se sacude con una pequeña risa y luego sus brazos se enredan en mí; abrazándome. —Te extrañé. —murmura antes de besar la parte superior de mi cabeza. —Maldita sea, nunca antes había sentido esto por una chica.

— ¿Me quieres? —pregunto en un susurro, evitando lo más que puedo el sonar sorprendida.

—No quiero asustarte al decir esto pero... sí. Te quiero Sydney,

Sonrío pero oculto mi rostro para que no lo vea. —Cuando tomé el avión en Londres estaba nerviosa por este momento... cuando decidiéramos hablar. Estaba aterrorizada ante la posibilidad de escuchar que no querías verme nunca más.

Niall suspira. —Lo mismo pensé yo.

Afirmo a sus palabras con un movimiento de cabeza, muerdo el interior de mi mejilla mientras que, mentalmente, me golpeo fuerte. He aquí un problema más al que me enfrento, probablemente lo he mencionado antes; mi falta de palabras en los momentos necesarios. Pero, ¿por qué me tiene que pasar esto? Por más exhaustiva que la búsqueda en mi mente sea, por palabras o algo que me ayude a abrir una conversación, no logro hacerlo. Soy inútil, un ser meramente inservible en el tema de comunicación.

Podría culpar también a mi gusto por escuchar a las personas, porque soy paciente y me encanta ser ese alguien que te escucha cuando lo necesitas, más aun considerando que no hablo mucho. Y si hablamos de Niall... bueno, su voz es tan increíble que podría escucharlo hablar por el resto de nuestras vidas y yo no me molestaría, ni querría detenerlo.

— ¿Es esto una clase de juego, Niall? ¿Una broma o algo así? —murmuro, llamando su atención. Él frunce el ceño, no entiende lo que quiero decir y me veo en la obligación de explicarme: —Tú sabes... una situación que va a durar poco y luego, cuando pensemos que todo está a la perfección, algo fuera de nuestras manos vendrá a desestabilizarnos.

Niall suelta un suspiro. —No lo sé...





es probable que vaya a tomar varios capítulos en la misma escena, pero valdrá la pena... (o espero que lo haga). ¡gracias por leer!

Late for Love | niall horanWhere stories live. Discover now