29 de Septiembre de 2013.

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Desperté al día siguiente sobre el sofá de la sala con una resaca atroz, me levanté de un brinco al ver que el reloj marcaba las 7:13 am, ya iba más que tarde a clases. Subí rápidamente a mí habitación, busqué una camiseta blanca en el armario y me la puse, me lave los dientes y mojé intensamente mi rostro intentando eliminar el sueño que aún tenía, tomé mi mochila, caminé hasta el garaje, tome las llaves de la motocicleta de papa y salí camino a la escuela St. Cloud.
Me detuve unas cuadras antes debido a un semáforo que estaba en rojo, a la distancia vi a una madre y de su mano caminaba su pequeño hijo, inmediatamente vino a mí el vil recuerdo de mi infancia: las únicas veces que disfrute de un parque fueron las dos veces que mi abuela cogió fuerzas para salir de la casa, estaba enferma de gravedad, a duras penas movía sus piernas y sin embargo aguanto el dolor solo para complacerme el capricho...ella murió una semana después a causa de un infarto, a veces pienso que si no hubiera sido tan insistente en ir al maldito parque ella podría seguir aquí, conmigo, otras veces culpo a mí madre, porque si ella me hubiera brindado el amor, la atención y los cuidados que yo necesitaba cuando pequeño quizás mí abuela no hubiera tenido la necesidad de llevarme al maldito parque y quizás ella se hubiera salvado, pero casi siempre todo mí rencor cae sobre la vida, que juega con nosotros y con lo que es nuestro, que hace y deshace a su antojo sin importarle nada.

Llegué exactamente a las 7:40 a la escuela, intenté caminar por los pasillos sin hacer ningún ruido ni llamar la atención, pasé a la clase de arte y prácticamente gatee sigilosamente hasta mí puesto pero el profesor ya se había dado cuenta de que yo estaba ahí y de que había llegado tarde.

-Joven Adam ¿Cómo osa colarse a mí clase a estas horas tan tardías? .- siendo sincero, su acento mal ejecutado de Shakespeare me causa gracia.

-Tuve un pequeño incidente en mí moto, señor - mentira - una anciana intentó cruzar la calle y no la vi, casi choco con ella, pero por fortuna no fue así, ella está bien en donde sea que esté justo ahora, y yo estoy aquí, siendo levemente reprendido por usted.- se quedó inmóvil frente a mí, mirándome a los ojos, quizás estaba pensando en alguna forma de castigarme realmente por mí retraso o tal vez consideraba dejarme libre está vez.

-Bien, le dejaré en libertad esta vez pero espero que una falta como esta no se vuelva a cometer.- Ufff, gracias al cielo.





--*---






Después del almuerzo tuve clase de cálculo, después de cinco minutos escuchando a la profesora hablar acerca del teorema de Pitágoras mis ojos comenzaron a cerrarse poco a poco, con una lentitud inexplicable y de repente, ya estaba dormido sobre mí cuaderno.


-¿No vas a obedecerme, pequeño idiota?.- siento como golpean fuertemente mis piernas con un látigo.


-¿No vas a obedecerme?.- pregunta Él de nuevo.

El llanto me impide responderle, y a Él  le enfada que no le respondan.

-Vamos a ver si no vas a obedecerme.

Lo vi pasar delante de mí, sin camisa y con unos vaqueros azul oscuro, tomo de la mesa de caoba una caja de cigarrillos Lucky Strike , sacó un cigarrillo, lo encendió y aspiro un poco, deposito todo el humo que estaba dentro de su boca en mi rostro, intentaba moverme, hacer algo, cualquier cosa para alejarme de Él, pero mis manos estaban atadas con grilletes en un techo suspensivo, cualquier intento por librarme terminaría en un total fracaso.

-Tranquilo, solo sentirás un pequeño cosquilleo.

Apretó la punta ardiente del cigarrillo contra mí pecho durante varios segundos, sentía como mí piel se quemaba.

-Sé que quieres otro, imbécil.- dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Volvió a colocar el cigarrillo en mí pecho, presionándolo fuertemente, repitió el mismo procedimiento por el resto del área, también el abdomen, las caderas, mis brazos, piernas y espalda, podía sentir el olor de mí piel quemándose, fundiéndose como lava. Grité una cantidad infinita de veces durante el proceso, mis mejillas estaban fundidas en lágrimas, mis ojos tomaron complejo de manantiales abundantes, mis labios resecos y agrietados, mi cuerpo inmóvil, muerto frente a la expectativa, sin oportunidad, sin vestimenta.

-¡Adam! - oigo a alguien gritar mí nombre, pero es tan leve su tono que no consigo identificar quien es - ¡Adam, despierte! ¿Qué hace dormido en mí clase?.- tenía a la profesora frente a mí con su apuntador en ambas manos, sosteniendo una mirada penetrante.

Y ahí estaba yo, con mis piernas temblando, mi cuerpo fallando, mis mejillas esponjadas, quemadas, ahogadas en un llanto sincero pero temerario, mi alma, desnuda delante de todas estas personas que la única respuesta que tomaron al ver mí pobre estado fue envolverse en carcajadas, satisfactorias para ellos, dolorosas para mí ser. Creo que pensé demasiado antes de tomar mis cosas y huir del salón de clases como cualquier niña asustada, cuando iba caminando por el pasillo de la escuela con la vista gacha escuché la voz de Grace, quería verla y por alguna extraña razón quería contarle lo sucedido pero no quería que me viera en ese estado tan depresivo, así que caminé aún más rápido, me subí en la motocicleta de papá, giré la llave y me largue de ahí; pasé por el Walmart más cercano, compré un par de botellas de whisky y una caja de cigarrillos, y me fui al único lugar en el mundo en el cual puedo, digamos, distraerme, de la cruda realidad en la que vivo, una montaña con un césped verde y brillante, tenía también unas bancas de madera con pintura ya opaca y unos columpios desgastados,  estacioné mi moto, me recosté y por un momento contemplé el cielo azulado...me senté, abrí la primera botella de whisky y comencé a "distraerme"


SecretosWhere stories live. Discover now