Ya eran pasadas la una de la tarde y toda la casa estaba sumida en un silencio artificial, puesto que si bien nadie emitía ruido alguno parecía que las preguntas y los cuestionamientos rebotaban entre las paredes haciendo eco, una y otra y otra vez. Volvió a acomodarse en la mecedora, sintiendo el dolor muscular producto de no haber cambiado de postura, el libro que supuestamente estaba leyendo había sido olvidado en la mesa de noche luego de que su cerebro leyera más de 16 veces el mismo párrafo. Presionó el puente de su nariz sintiendo como su paciencia se evaporaba y volteó la cabeza en dirección a su propia cama, donde, al parecer, el mocoso dormía. Era extraño, su pecho se movía como si estuviera respirando, pero podía jurar que la palidez de su piel era más propia de un cadáver que de una persona viva, por muy albina que fuese.
Su ceño se frunció peligrosamente, sintiendo el cosquilleo en sus manos producto de las ganas que tenía de sujetarlo por los hombros y zarandearlo hasta que reaccionara y respondiera todas las putas dudas que tenía, pero claro, debía ser paciente y no sucumbir a sus arrebatos de ira, volvió la vista disimuladamente al libro, sopesando la posibilidad de golpearle con este, de todas formas, si no lo veían, no joderían. Se rio, con cierto desdén, se estaba volviendo loco, aunque parecía más que ya lo era, se levantó, volviendo a resentir la postura y caminó al futón que se encontraba junto a la ventana, había sido una noche-mañana de mierda y el seguía sin saber que cojones pasaba. Se estiró todo lo largo que era sobre la superficie, que si bien era más cómoda que la silla, no se comparaba con su propia cama, le dio una mirada generalizada de odio al cuerpo que reposaba en ella, sintiéndose como un niño malcriado al caer en cuenta de que en efecto sus pensamientos eran los de un crío al que no quieren contarle un secreto.
Tronó la lengua a la vez que cerraba los ojos, rememorando los últimos eventos de hace unas horas luego de que el niño quedara inconsciente.
"— Así que, tú esperas que yo me siente pacientemente a esperar a que traigas al desquiciado de su hermano — miró a la chica de soslayo— y a Bookman, para que podamos conseguir respuestas. Quítate.
— ¿Qué? —Los ojos verdes le siguieron alarmados al ver como se acercaba amenazante al cuerpo inconsciente — ¿Qué haces?
— Voy a despertarlo a patadas si es necesario, ahora, quítate. — La risa nerviosa de Lavi y el golpe en la nuca cortesía de Lee le detuvieron.
—Como le pongas una mano encima, con una intención que no sea llevarlo a tu cuarto a descansar, te castro, Kanda Yuu. Voy a llamar a mi hermano, Lavi, comunícate con tu abuelo, los necesitamos de forma urgente — su vista se posó en el bello durmiente— Me preocupa, no parece que vaya a despertar en un buen rato...
—Lenalee, Lavi, yo me encargaré de contactar a sus familiares, mientras tanto necesito que me ayuden a revisar todos los documentos y archivos que podamos, quizá podamos hallar algo que nos sirva. Miranda, serías tan amable de continuar con tus labores, por favor, y Yuu, lleva al niño arriba, como lo dice la señorita aquí, no tiene pinta de que vaya a despertar —Sabía, que por más que le emputeciera la idea de tener que esperar, tendría que hacerlo, así que haciendo acopio de todo su autocontrol, se acercó al niño y se lo echó al hombro, como costal papas sin ningún tipo de cuidado, a fin de cuentas, estaba sumergido en puto lago, una sacudida no le haría nada, o eso esperaba, como le pasara algo sabía que les tendría encima, pero esa fue su pequeña venganza y se sintió satisfecho al observar las caras entre indignadas y asustadas, antes de girar sobre sus talones en dirección a las escaleras.
—Más te vale, que se den prisa en llegar o me cargaré al mocoso a palos hasta tener una respuesta."
Se sobó las sienes, sintiendo como el cansancio mental y físico comenzaban a adormecerlo, recordando largas hebras de cabello castaño enredarse en sus dedos, la ligera fragancia a frutas y primavera, recordando a Alma, se durmió.
No era un sueño tranquilo, pero no sabía explicar por qué, estaba de vuelta en la mansión, caminando por los pasillos que atravesaban el jardín interior, la luz entraba por los grandes ventanales, dándole una bonita vista de los rosales y árboles que había allí, la brisa fresca también se colaba por estos, demasiada calma, eso era lo que le tenía los nervios de punta, todo era demasiado silencioso, salvo por el sonido que producía la suela de sus botas contra el suelo.
—Pero mira a quien tenemos aquí ¿él te envió otra vez? —La gruesa y grave voz del pelirrojo resonó por todo el pasillo— Sabes que está bien, él lo sabe también ¿Por qué sigues viniendo?
—Lo que yo haga o deje de hacer, no es de su incumbencia, pero sí, se me dio la orden de vigilarlo, a distancia, pero debo asegurarme de que no se rompa una uña —Le devolvió la misma mirada prepotente.
—Eres una mujercita bastante insolente —La sorna en su sonrisa le enojó aún más— De cualquier forma, que no te vea, quiero evitarme preguntas incómodas.
—Él va a morir, probablemente no pase de este mes, así que debería ser la última vez que vea mi cara, no obstante, seguiré rondando —Pasos apresurados comenzaban a oírse, acercándose.
—Lo sé, pero mejor ve-¿te? ¿Cómo mierda hace eso...? —La risa incrédula se atoró en su garganta al notar que, en efecto, estaba solo en ese pasillo.
Había salido por uno de los ventanales, aprovechando la distracción el alcohólico ese, no debía ser visto rondando la mansión, aunque sus moradores supieran de él y tuviera su autorización, suspiró, de todas formas las cosas parecían ir bien, sin novedades, aunque siendo honesto consigo mismo, tenía una corazonada que no le dejaba en paz desde la reunión familiar en casa de su señor. Tal vez estaba siendo paranoico.
Un grito. Fuego. Sangre. El escenario se había transformado drásticamente, la casa ardía envuelta en llamas negras, sus muñecas apresadas por cadenas que surgían desde la tierra le incapacitaban el movimiento, una figura conocida, a unos metros de él, riendo desquiciadamente junto a otros que observaban con gozo como todo se derrumbaba. Quiso gritar también, la impotencia se apoderaba de él a cada segundo que observaba los cadáveres aumentar frente a esos sujetos.
—Hehehe, dime Christian ¿A qué sabe la traición? —Sus ojos se abrieron desmesuradamente al observar y reconocer aquella figura junto a su interlocutor"
Saltó con el corazón bombeándole en los oídos, su respiración agitada y superficial, sintiéndose agradecido y ofuscado en partes iguales cuando el común olvido luego de un sueño, viene para llevarse gran parte de este de tu memoria, notando por primera vez, los ojos de un azul grisáceo que le observaban preocupados, el torso inclinada hacia él, de cuclillas junto al futón, una de sus manos tocaba tímidamente su antebrazo izquierdo.
— ¿Estás bien? No despertabas y no sabía si debía llamar a alguien—Lo último fue casi un susurro mientras bajaba el rostro. Se pasó la mano por la frente, secando un poco la capa de sudor que la cubría.
— ¿Cuánto?
— ¿Eh?
— ¿Cuánto llevas despierto y cuando llevo soñando? —Ni en drogado admitiría que estaba teniendo una pesadilla.
—Pues... Tus quejidos me despertaron, quiero decir, no es que estuvieras llorando ni nada— Vio, con cierta gracia como hacía ademanes intentando excusarse y como su rostro adquiría cierto tinte de pánico y vergüenza. — E-es, cuando algo anda mal contigo, te oigo, no sé explicarlo. Te oyes en mi cabeza y mi ojo duele.
Le observó, detenidamente, no parecía tener nada especial, a excepción de ese cabello blanco y el peculiar color de ojos, se veía como un adolescente normal, pequeño y menudo, bueno, sí tenía una apariencia algo andrógina, apostaba a que pasaría por una mujer sin mucho esfuerzo. Sus pensamientos crueles debieron reflejarse en su cara puesto que la cara del chiquillo adoptó cierta desconfianza mientras retrocedía, cayendo de sentón al tropezar con sus propios pies. Decidió que era buena idea molestarle un poco, sólo un poco, así que irguiéndose completamente frente él, haciendo gala de su altura, se agachó para acercarle su mano, pero a diferencia de lo que el mocoso creía cuando intentó sujetarla, su diestra viajó a su pecho, presionando toda la palma.
— ¿No crees que estás muy plana? Moyashi —Su cara se tornó de un color rojizo mientras encogía las piernas y se abrazaba, mirándole azorado con la indignación tatuada en la cara. Sin pensarlo dos veces, le sujetó el brazo hasta levantarlo de un tirón. Riendo con sorna.
Se quedó un momento en blanco, esa sensación le era familiar, demasiado familiar, el agradable sentimiento de relajo comenzó a dispersarse mientras los recuerdos vagos y amargos de la pesadilla mermaban su pequeño disfrute, dejando solo una sombra en sus facciones. No entendía por qué le sentía tan familiar, era como si conociera al enano, más allá de un simple sueño o un deja vu, era esa familiaridad que sentía con su tío, con el conejo o la china, como la que sentía con Alma. Su ceño se frunció, vaya mierda.
-Date prisa, te daré un cepillo dental —Cualquier tono juguetón que se dejó entrever momentos antes se había desvanecido.
Cuando él acabó de cepillarse los dientes y se lavó la cara, salió encontrándoselo frente a la estantería, observando algunas fotos. Particularmente una, donde estaba el abrazando a Alma por la cintura.
— ¿Quién es ella?
—Era mi novia, está muerta —Le cortó antes de que comenzara a interrogarle, sin embargo él se quedó con una expresión pensativa en el rostro, mas no agregó nada más luego de devolver la fotografía a su lugar, en cambio, le espero cual cachorro junto a la puerta, esperando nuevamente una muda autorización de su parte. Sin embargo, unos suaves toques en la puerta le detuvieron.
—Adelante.
—Yuu, oh, veo que despertaste, me alegro ¿Te sientes bien? — El enano asintió algo cohibido— Yuu, lo que quería avisar, es que Komui y el Sr. Bookman ya están por llegar, para que bajen a comer algo ustedes dos. Les espero abajo.
Se rio, se rio descaradamente y puso una mano frente a su boca sofocando el sonido, cuando el estómago del albino hizo un ruido bastante fuerte ante la mención del alimento, su cara era una mueca lastimera y avergonzada. Nuevamente la sensación de que estaba traicionando a Alma al sentirse a gusto con un fenómeno le sentó como una patada en los huevos.
—Camina.
La comida fue silenciosa, podía sentir la incomodidad del niño ante las preguntas de Lenalee y Lavi, a las que respondía con cortesía, pero no dejaba de ser una respuesta vaga la sonrisa falsa se había instalado en sus labios y pese a que actuaba bien porque los idiotas ni por aludidos se daban, él podía dar fe de que el menos sólo esperaba que la tierra se lo tragase y se lo llevara lejos, pero no entendía, su lenguaje corporal no sugería nada de ello, pero sabía a ciencia cierta que estaba en lo correcto, lo sentía en su propia piel. Bajó los palillos, haciendo más ruido del acostumbrado, musitó sus agradecimientos y se levantó. A sabiendas de que el albino iría tras él.
— ¿Qué quieres?
— ¿Quiénes son Bookman y Komui?
—Komui es el hermano de la chi-Lenalee, es médico de profesión, y Bookman es el abuelo del conejo, es historiador. —Escuchó el portón abrirse, asumiendo la llegada de los dos adultos. —Al salón.
Volvieron sobre sus pasos, llegando al salón principal, que ahora se encontraba con varios libros y algunos archivadores apilados sobre la mesa de centro, se dejó caer sobre el sofá sintiendo como se hundía junto él. Su tío entró, junto a los invitados quienes automáticamente le buscaron con la vista, centrando su atención en el mocoso que parecía usarlo de escudo.
—Buenas tardes, Kanda, Lavi y... Allen ¿no? — Saludó el pelinegro para luego besar a su hermana en la mejilla— Mi nombre es Komui Lee, soy el hermano mayor de Lena, médico y voy a examinarte a ti y a Kanda ¿Te parece? Allen.
—Yo soy Bookman, soy el abuelo del inútil con cara de idiota que ves ahí —La postura seria, el tono agrio y la expresión del conejo hicieron al menor reír, de forma suave, relajando un poco sus nervios, pero no dejaba de estar a la defensiva— También debo examinarlos, luego de que el Dr. Lee acabe.
— ¿Puedes acercarte Allen? —Komui le sonrió afable, y procedió a tomarle los signos vitales, como el pulso y la presión. Quedando en su rostro una expresión extraña — ¿Te molesta la sangre? —La pregunta le pilló desprevenido y en menos de un segundo tenía al albino oculto tras de sí — Tranquilo, me refiero a que debo pincharte un dedo, y sacar una gota de sangre para... No es necesario, no te asustes. Ahora tú, Kanda — El escalofrío que le recorrió la espalda trajo de vuelta sus llamados "traumas de infancia cortesía del loco de la jeringa", pero como todo hombre valiente, simplemente se le acercó con cara de mala leche a que hiciera lo que debía y le dejara en paz.
—Kanda, necesito que te quites la camisa y me enseñes la marca— Hizo como le pedía el viejo, sin poder identificar del todo sus expresiones, puesto que tenía más cara de póker que otra cosa — ¿Cómo obtuviste esto?
—No tengo ni puta idea, cuando volví ya estaba ahí.
—Pero hubo algo extraño antes, cuando Allen perdió el conocimiento, cientos de líneas serpenteantes cubrieron las paredes, como si hubiesen sido de tinta escurriendo por el agua, además junto a ellas aparecieron lotos, muchísimos, flotando, en el techo, sobre los muebles, en todas partes. Luego de eso, las líneas serpentearon hasta perderse en el ojo izquierdo de Allen —Explicó Lavi. Bookman ni siquiera necesito llamarle para que el menor se acercara.
— ¿No tienes ninguna marca? — El Moyashi negó —Déjame revisar tu ojo— Vio como le sujetaba desde la cara para poder acercarse a examinar su ojo, le vio posar una de sus palmas sobre ambos oculares mientras la otra sostenía la nuca, a su vez su boca se movía demasiado rápido como para captar lo que decía.
—¡¡No!! —El mocoso gritó y empujo al viejo, retrocediendo y llevándose las manos a la cara, quejándose, cayó de rodillas. No supo en qué momento ya se encontraba junto a él, formando una barrera con su cuerpo, que nadie se acercara, en este momento, percibía a todos en la habitación como una amenaza.
—No se acerquen —Fue una orden clara, una promesa de que no respondería por sus actos si se atrevían a dar un paso en dirección a ellos.
Aún con los sentidos completamente alerta frente a cualquier movimiento en falso, sostuvo ambas muñecas del crio, obligándole, no sin cierta fuerza que las retirara de su cara, notando como la sangre escurría desde su ojo izquierdo, como si fuesen lágrimas. Estaba aterrado, el castañeo de sus dientes y la postura semejante a un ovillo se lo confirmaban.
—Kanda, necesito que vuelvas en ti —La voz de Bookman se alzó sobre el silencio, abriéndose paso en la nebulosa que formaban sus sentidos, que solo era roto por el sonido de los dientes del Moyashi al impactar unos contra otros y su propia respiración, superficial y acelerada —Kanda, no les haremos daño.
Allí fue cuando lo notó, todo su cuerpo, su mente incluida, reaccionaron en defensa del menor cuando le sintió atacado, como un animal salvaje se impuso como límite entre ellos y lo que todo su ser le ordenaba proteger, relajó un poco su postura, volviendo la vista al niño, imitando el movimiento de Bookman, cubrió con cuidado ambos ojos, atrayéndolo hacia su propio cuerpo. Los lotos se hicieron presentes otra vez, asombrando nuevamente a los ocupantes del cuarto, que observaban sorprendidos y preocupados a los dos frente a ellos. Esperó, paciente, a que se acostumbrara al contacto, sintiendo las pequeñas manos cerrándose alrededor de sus muñecas.
—E-Está bien, y-ya puedes s-sol-sol-tarme...—Fue un poco más fuerte que un murmullo, cuando retiró su mano, el ojo del niño estaba de un color oscuro, no era gris o azul, en su centro, el mismo pentágono de antes.
—Allen, necesito que quites las flores o vas a desmayarte — Bookman se veía serio.
—N-No sé hacerlo...
—Calma, solo intenta hacerlas desaparecer, para que podamos acercarnos.
Antes no había ocurrido así, pero ahora si bien había flores en todos lados, sólo estaban dispuestas donde él se encontraba sosteniendo al niño. Manteniendo a raya a los demás.
—Allen, no les haremos nada, quítalas por favor. —El jadeo que doblo su cuerpo hacia adelante hizo que otra vez los sentidos de Kanda se activaran en señal de amenaza. Atrajo por instinto el cuerpo menudo hacia su pecho.
— Basta — Le sintió ceder y jadear, como si hubiese corrido una maratón, pero solo bastó eso para que las flores desaparecieran en pequeños pétalos.
Se levantó, alzándolo con él para poder dejarlo en el sofá, con un cuidado poco propio de sí mismo, sin embargo, se sentía correcto, aunque aún no entendiera por qué, sentía como si no estuviese fingiendo, como si fuera real. Se sentó a su lado, para servirle de apoyo, alzando la vista para encontrarse con los ojos sorprendidos y asustados del resto.
—T-tu tatuaje —Se miró como podía el pecho, sorprendiéndose de como la tinta que lo formaba cubría casi todo su costado, desde el hombro hasta la cadera, y ahora serpenteaba volviendo al tamaño original.
—Tomen asiento, esto es más complicado de lo que esperaba —El mayor se sentó, soltando un suspiro —Lo que tienes ahí, Kanda, es, en efecto, un contrato de vida, pero no es el que se describe comúnmente, por lo que no manejo los detalles sobre el alcance que tiene, los efectos o posteriores consecuencias, pero es similar a dos contratos iguales, en distinta dirección.
Lo que quiero decir es que es un contrato de vida, básicamente, lo que indica , es que ese tatuaje en tu pecho, representa tu fuerza vital, es la equivalencia de tu vida que está al servicio de Allen, quien a su vez, tiene una especie de contrato simultaneo contigo, puesto que las flores de loto que aparecen, es una respuesta suya ante una amenaza hacia ti, las flores son el símbolo de que Allen protege tu vida, de modo que, si estoy en lo correcto, todo lo que a ti te ocurra, heridas simples o graves, serán sanadas por tu propia energía, sin embargo, actuará paralelamente la otra parte, que entregará su propia energía en favor de protegerte. Ahora, si lo que entiendo, está en lo correcto, si Allen muere, morirán ambos. Estos contratos sólo se rompen cuando una de las partes o ambos fallecen, aunque también existe otra forma, que implica una traición, pero no hay registro de ello como para orientarles en algún sentido.
Sin embargo, lo que no entiendo, es por qué Allen sigue vivo, si bien, según lo que observé de la examinación que realizó el Dr. Lee, el pulso de él corresponde a la mitad de lo que es en una persona viva en reposo, él aún respira, su organismo funciona más lento, pero está vivo, y este tipo de contratos está pensado en que una de las partes no lo esté, para que sea beneficioso.
— ¿Allen? — La china le llamó y si bien el mocoso ya no jadeaba ni le castañeaban los dientes, podía sentir lo bajo de su temperatura producto de que estaba prácticamente recostado en él.
—Necesitamos que nos digas, exactamente, qué ocurrió ese veinticinco de Diciembre de hace cien años —Le vio apretar los párpados y los puños con fuerza, reteniendo el espasmo al encogerse sobre sí —Debes decirnos, tu regreso significa que el misterio de esa noche volverá como un hecho y ya no como una simple leyenda...
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A Memory that hasn't ended
FanfictionUn fragmento del pasado conservado como una vieja fotografía, una vida que no ha terminado, rompiendo toda regla natural, alguien cuyo recuerdo existió y, que aún cien años más tarde, sigue sin acabar. Su existencia interrumpida, su vida enfrascada...
