Esto debía ser una jodida broma, el mocoso tenía los ojos clavados en su tío, la boca ligeramente abierta y el cuerpo anclado al piso, no había duda de que se conocían, joder, le había llamado por su maldito nombre al vejete aquel que no parecía ni siquiera un poco sorprendido por la presencia del enano.
—Tienen cinco segundos para explicar qué putas pasa — Su voz cortó sin delicadeza alguna el silencio que se había instaurado en la cocina, con sus ojos fijos y afilados en los protagonistas de la situación.
—Será mejor que hablemos esto luego de que se den una ducha y se cambien — La voz calma del mayor intento apaciguar la fiera que era en estos momentos.
— ¿Baño? ¿Me estás jodiendo?
—Cuida tu vocabulario, Yuu, hay un niño presente — Vio como dirigía su mirada al marco de la puerta donde se encontraba Miranda — Querida ¿puedes guiar a Allen para que se dé un baño? Por favor. Yuu, tú también, tenemos una larga charla por delante y así como estas — Le dirigió una mirada generaliza al estado de mierda en el que se encontraba— no estás en condiciones.
—Es cierto, Kanda — Se giró más por la sorpresa que le causó el que el pelirrojo le llamara por su apellido, cuando de buenas a primeras había que obligarlo a golpes.
Sus ojos se desviaron ligeramente a la chica que se encontraba dándole la espalda que sujetaba con ambas manos las mejillas del canoso, como buscando alguna herida o a saber qué exactamente, pese a que el más pequeño seguía con los ojos clavados en el de mayor edad.
—Eh... Disculpe, joven ¿sería tan amable de acompañarme? —Los ojos grises se dirigieron a máxima velocidad hacia a su persona, expectantes.
—Tienes diez minutos— observó cómo asentía enérgicamente para luego seguir a paso torpe a la sirvienta —No me molesten.
Salió de la estancia en dirección a su habitación, sin saber realmente qué hacer, las preguntas y conjeturas se arremolinaban en su cabeza, pero sin llegar a transformarse en una idea concreta, le dolía el cuerpo a horrores y le jodía de sobremanera no saber qué cojones pasaba en esa casa donde parecía que todos sabían algo menos él. La tranquilidad con la que el viejo reaccionó al reconocer al chiquillo, la forma familiar con la que Lena le revisaba, la seriedad anormal en el rostro de Lavi, la serenidad de Miranda. Azotó la puerta y se dirigió al baño privado dejando correr el agua a raudales mientras se llenaba de un suave vapor, sobándose el puente de la nariz sintiendo venir la migraña, se despojó de sus ropas notando como estaban destrozadas, no tenían arreglo por donde se las mirara, lo que le hizo cierta gracia, ya que siempre jodían con que toda su ropa era igual. Intentó quitarse lo que quedaba de la liga de su cabello, notando como tenía lodo, ramas, hojas y lo que rogaba no fuera mierda, porque ahí sí que iba y les quemaba la puta mansión.
Se metió a la ducha, sintiendo sus músculos relajarse al instante en que hicieron contacto con el agua e hizo una mueca de asco al notar como el agua escurría turbia por su cuerpo. No supo cuántas veces se aplicó champú, pero tenía la impresión de que había gastado al menos media botella. Se rio, porque mientras se cuestionaba la cantidad de producto gastada para el aseo de su cabello, allá afuera había un crío canoso que tenía una ridícula historia de terror tras de sí, incluyendo la extraña y, hasta el momento, desconocida relación del mismo con su tío, que esperaba fuera su tío y no otro loco salido de las películas raras que le gustaban a la china.
Salió de la ducha a regañadientes, no queriendo volver del todo a su realidad, léase, volver a ver a los locos que estaban cruzando la puerta para saber cómo diantres había sacado un cadáver viviente desde un ataúd hundido en un lago, absurdo, pero era lo único que había. Suspiró profundamente antes de erguirse luego de haberse puesto unos pantalones negros, holgados de algodón, cuando su propio reflejo se cruzó en su camino.
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A Memory that hasn't ended
FanfictionUn fragmento del pasado conservado como una vieja fotografía, una vida que no ha terminado, rompiendo toda regla natural, alguien cuyo recuerdo existió y, que aún cien años más tarde, sigue sin acabar. Su existencia interrumpida, su vida enfrascada...
