Capítulo 5

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Subaru

-Tenemos que arreglar el temita de tu hijo- gruñí mientras frotaba frenéticamente un plato con la esponja al escuchar que Laito salía de su encierro en el baño. Había estado allí metido durante casi cuarenta y cinco minutos. 

-Subaru... kun...- gimoteó detrás de mí. Me di la vuelta, solo para abrir los ojos tan grandes como la vajilla que estaba lavando. El castaño estaba mostrándome sus antebrazos, de los cuales brotaba sangre que se escurría y goteaba. Estaba temblando y de sus orbes esmeralda intentaban escapar lágrimas -Perdóname, Subaru-kun... sé que había prometido no hacerlo más... Pero lo hice... Yo... No podía con la presión... Es que...- su voz se quebró y rompió a llorar -¡¿Cómo puedes amar a alguien que se hace esto a sí mismo?! ¡¿Cómo puedes?!

-Laito...- me sequé las manos enseguida, dejando mi labor doméstica en pausa. Busqué el botiquín y de él saqué algodón, alcohol y gasas. Tomé delicadamente su muñeca derecha y puse un poco de alcohol en el algodón, para pasárselo suavemente por las heridas. La verdad, no tenía idea de cómo tratar esas heridas, algunas de ellas sangraban mucho y se me dificultaba ver dónde estaban los cortes. 

Él no se quejó ni una sola vez, tan solo lloraba y me pedía perdón como loco. 

-Subaru-kun, no has respondido a mi pregunta- susurró cuando logró calmarse un poco -¿Cómo puedes amar a alguien que se hace esto a sí mismo?

Suspiré.

-Si yo no te amo, ¿quién lo hará? Es obvio que tú no. En este momento necesitas que te apoye, no que te riña, como me gustaría hacer. 

-Tengo miedo...- gimió el castaño. Acaricié su cabello.

-Pase lo que pase estaré a tu lado, ¿sí? Solo... no me dejes. 

-Nunca te dejaría...- balbuceó sorbiéndose los mocos -Debí tragarme mis problemas y no obligarte a compartirlos conmigo. Soy un imán de desgracias... Y cada vez que siento que he alcanzado un poco de felicidad, todo se derrumba y ¡encima te arrastro a ti conmigo!- lo besé. No por nada en especial, si no para que cerrara la puta boca y terminara su discurso depresivo. 

-Yo te amo, pedazo de estúpido, y tus problemas no cambiarán eso nunca.

-Pero... Subaru-kun, piénsalo, desde que empezamos a salir siempre soy yo el que causa los problemas... Era yo el que se estaba morreando con ésa chica, era yo el que luego se arrepintió y quiso suicidarse... Yo no soy una buena persona si siempre estoy lastimándote. 

Le mostré mis nudillos y mis brazos, cubiertos de cicatrices.

-Yo jamás me corté adrede como tú, pero también me he lastimado a propósito. Mira- señalé una cicatriz que iba desde el nudillo de mi pulgar hasta la muñeca -A ésta me la hice en una pelea callejera.- le mostré otra que cruzaba en línea recta mi brazo desde el codo hasta cerca de la axila -Ésta es de un navajazo que me metieron.- me levanté un poco la camisa para mostrarle mi abdomen, me puse a señalar cicatrices a diestra y siniestra:

-Pelea callejera, choque de motocicleta, quemadura de cigarrillo, pelea callejera...

-Pero pelear es más noble que esto- indicó la venda que acababa de ponerle.

-No, no lo es si no hay razón para hacerlo. Yo peleaba porque estaba enojado por la muerte de mis padres, los demás no tenían la culpa. 

-Aún así...

-Laito, yo me hago tanto daño como tú- terminé de vendar su brazo izquierdo -La diferencia es que yo obligué a otros a hacerme daño en peleas sin sentido. 

El castaño bajó la cabeza y me abrazó delicadamente. Se sentía realmente frágil entre mis brazos, tanto que temí apretujarlo demasiado. Tal vez se rompería si lo hiciera. 

Comencé a cantar en tono quedo en su oído.

Shizuka ni nemuru, omae no kubi ni nokotta

Akashi

Afureta namida no saki ni aru no ga

Towa no juba ku da toshitemo 

Ima, kono itooshisa to setsunasa o mune ni

Futari nemure.

En un sueño plácido las cicatrices marcadas en tu cuello se desvanecen

Incluso si has llorado tanto que pudiste llenar un abismo 

Ahora este bello dolor por siempre dormirá en nuestros corazones

Inocencia y Perversión 2 [LaitoxSubaru] (YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora