36. Me encantan las pelirrojas (Parte 1).

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Capítulo dedicado a Kalavrano

No diré mucho porque me lo guardaré para mañana, en cuanto publique la segunda parte.

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-¿Le escribiste una carta? -inquirió Rose.

Asentí imperceptiblemente. Estaba algo nervioso y no sabía muy bien la razón.

-Deja, dámela que yo la leo -Scorpius me arrancó la hoja de las manos, con una expresión orgullosa en el rostro.

Deseaba que me contagiara un poco de su seguridad. Tenía miedo de no saber si estaba o no en lo correcto. La mayoría, en este momento, estaban indecisos acerca de qué decisión tomar respecto a su trabajo, mientras que yo estaba profundamente confundido en felación a quién amaba y quién no.

No creas que tu decisión sea mucho más sencilla que la otra.

La única solución que encontraba era enviarle una carta a Alice y por esa razón estábamos en la lechucería. Había pensado muchísimo qué decirle, así que esperaba que fuera lo correcto.

-"Alice" -comenzó a leer Scorpius, tomando aire-. "Tenemos que hablar. Con mucho cariño, Albus." -se quedó mirando la firma de forma pensativa y luego volvió sus ojos grises a mí-. Bórrale el "con mucho cariño".

Vaya, qué expresivo.

Recibí la carta nuevamente para obedecerle, pero el grito escandalizado de Rose me detuvo.

-¡No, Albus, por favor! -tenía los ojos abiertos de par en par, horrorizada-. ¡No puedes enviarle eso!

-¿Qué tiene? -inquirí, encogiéndome de hombros.

Scorpius, por otro lado, ya se había aislado de la conversación y acariciaba ensimismado una lechuza de plumas negras.

-No puedes enviar una carta de tan pocas palabras cuando tienes más que decir. Deberías haberle dado una explicación que no revele demasiado antes y, luego, pedirle que se junten.

-¿Para qué tanto lío si lo único que quiero es hablar con ella?

En serio, no la entendía. Eso de ser mujer debe ser algo cansador.

No preguntes. Amelie se enoja cuando lo hago.

-Existen tres palabras que juntas son horríficas. ¿Sabes cuáles son?

-No -murmuré, confundido.

-"Tenemos-que-hablar" -remarcó palabra por palabra pausadamente, alzando sus dedos por cada una-. Si se lo dices, no harás más que hacerle pensar cosas malas.

-¡Mentira!

Desafiándome, Rose alzó una ceja y temí por mi dignidad. No era muy lindo competir con mi prima por la razón, ella siempre sabía todo... y para estas cosas tenía intuición femenina.

Albus Potter y la maldición de los Potter || #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora